Aprovecha el paréntesis veraniego para prepararte interiormente

Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.

El verano se presenta como un paréntesis, un intermedio dentro de la película en la que estamos inmersos, un paso atrás hacia el rearme final.

Estamos viviendo en un mundo inestable, donde el cambio es lo único estable. Y este es el nuevo escenario mundial en el que nos toca vivir: amenaza biológica, caos económico e incertidumbre. Suena desolador. De ti depende cambiar esta visión.

Nos sentimos amenazados por un insignificante ser vivo que ya ha matado en pocos meses a medio millón de personas, los mismos que han muerto hasta el momento en los siete años de guerra en Siria. Pero a la vez, nos sentimos amenazados por la sacudida de una terrible crisis económica que se nos anuncia. Parece que los que consigan salvar la enfermedad física están condenados a sufrir la enfermedad económica, un enemigo que se nos presenta como aún más terrible.

‘El verano se presenta como un paréntesis, un intermedio dentro de la película en la que estamos inmersos, un paso atrás hacia el rearme final’.

¿Cómo sobrevivir a esta ola de negatividad?

Cuando los acontecimientos exteriores se presentan de esta manera tan negativa, depende de tu actitud cambiar esa realidad y tu actitud depende del estado interior que consigas generar. Básicamente hay tres estilos de vivir la adversidad:

Estilo victimista: sería el estilo de la persona que, atrapada en un incendio gritará, correrá angustiado, sin rumbo, escapando de las llamas y llorando, imaginando un horroroso final inminente. Son las personas que finalmente se aventuran al vacío para escapar al fuego.

Las personas que adoptan esta actitud, sufren la enfermedad del miedo y creen que la amenaza es tan grande, o ellos tan débiles, que no tienen la capacidad de enfrentarse a ella. Son pasivos porque el miedo les paraliza. Sufren ataques de pánico y se sienten víctimas de los acontecimientos exteriores, adoptando este papel sufridor e inmovilista. Una persona aterrorizada tiene menos posibilidades de salvarse en un incendio, porque da rienda suelta a sus emociones y detiene su pensamiento, en un momento en el que buscar una solución es la única posibilidad de salir con vida.

Cuando la vida se vuelve difícil y amenazante, es habitual sentirse víctima de los acontecimientos, porque nada de lo que está en nuestro control parece ser suficiente para salir del problema. Sin embargo, si crees que esta es tu actitud, date cuenta de que, en lugar de buscar una salida, estás buscando culpables (los políticos, la sociedad, etc) y empleas tus energías en quejarte y lamentarte, en lugar de buscar una salida al fuego en mitad de las llamas.

‘Cuando la vida se vuelve difícil y amenazante, es habitual sentirse víctima de los acontecimientos, porque nada de lo que está en nuestro control parece ser suficiente para salir del problema’.

Estilo astucia: el astuto buscará una forma de salvarse individualmente, con independencia de si eso causa “daños colaterales” a otros, una expresión perfecta para entender la manera de pensar de quien adopta esta actitud antes los problemas. Básicamente, se trata de personas que consideran justificado sacrificar personas y cosas, a cambio de salir ellos beneficiados.

El astuto tiene miedo y el miedo le impulsa a buscar maneras de sobrevivir, usando a los demás o los recursos de todos, en la búsqueda de soluciones individuales. Si encuentra una salida en mitad del fuego, se escabullirá y evitará compartirlo con otras personas, por si la avalancha de gente buscando salir aborta sus posibilidades personales, por seguir con el ejemplo del incendio.

Una persona astuta cree que el pastel de la salvación, del éxito, es limitado y busca la manera de adelantarse a los demás. El astuto busca salvarse él, sin importarle lo que les pase a los demás.

Si tu eres así, puede que encuentres una solución a corto plazo que salve tu situación, pero la mezquindad pasa factura, antes o después, en la vida. En el fondo, tienes tanto miedo como el victimista, solo que tu eres una persona de acción. Las soluciones cortoplacistas no suelen ser LA solución y antes o después, necesitarás la ayuda de los otros para seguir hacia adelante.

‘Una persona astuta cree que el pastel de la salvación, del éxito, es limitado y busca la manera de adelantarse a los demás. El astuto busca salvarse él, sin importarle lo que les pase a los demás’.

Estilo valiente: las personas valientes buscan una manera global de solucionar el problema. No se dejan llevar por el victimismo, saben entender la nueva situación y comprenden que, ante la emergencia, sólo podrán salvarse con calma y buscando la mejor solución.

El valiente no es inmune al miedo, pero sabe mantener la calma y consigue aislarse de la emoción para buscar una salida. El valiente no piensa que para ganar, para salvarse él, tendrán que sacrificarse otros, simplemente se concentra en encontrar soluciones que puedan ser útiles.

En un edificio en llamas, el valiente intentará que todos se organicen para salir por las escaleras de emergencia, ayudándose unos a otros para que la mayoría consiga llegar. Intentará encontrar una solución definitiva para la situación, entendida en toda su extensión y con todos los que están implicados.

Si eres valiente, no vas a competir con otros para encontrar el éxito, vas a conducirte honestamente hacia la solución que creas mejor y la compartirás con todos sin dudarlo.

Ante un momento de crisis humanitaria, de situación de caos sanitario al que sin duda existe la posibilidad de volver y de crisis financiera, un escenario en el que podemos colocarnos a la vuelta de verano, comprender la situación y buscar soluciones, siendo solidario y comprensivo con las necesidades de otros, se presenta como la única actitud que puede ayudarnos a todos como sociedad.

‘Si eres valiente, no vas a competir con otros para encontrar el éxito, vas a conducirte honestamente hacia la solución que creas mejor y la compartirás con todos sin dudarlo’.

¿Cómo son los valientes?

Los valientes, como yo los entiendo, no son unos ingenuos, que se arriesgan inútilmente por los demás. Tampoco son héroes que buscan recargar las pilas de su ego engordado, mediante alguna actuación llamativa o extravagante. El valiente no es tampoco alguien volcado en ayudar a otros para sentirse bien siendo un salvador. Los valientes son personas con un interior ordenado, capaces de enfrentar el caos exterior.

El valiente es resiliente, pero ser resiliente no es equivalente a ser valiente, se necesita algo más. Si eres valiente ante lo que viene, posiblemente serás capaz de soportar la adversidad y observarás los problemas que tengas que enfrentar sin miedo y con mentalidad de aprendizaje. Algo así como los juncos, que se doblan ante la sacudida de la tormenta y vuelven a recuperarse tras las embestidas, fortalecidos.

El valiente mantiene su concentración en la solución porque elige dónde pone su atención y no permite que los acontecimientos negativos le distraigan. En los malos tiempos, no deja de examinar las alternativas de las que dispone para seguir persiguiendo sus metas y está totalmente enfocado en aprovechar las oportunidades. Nunca pierde la esperanza de encontrar su camino.

El valiente no cree que para conseguir resultados deban sacrificarse ideas o personas, la tarta es ilimitada y compartida. Ellos son conscientes de que cada persona ve la realidad de una forma y que las soluciones llegan de la experiencia conjunta que permite encontrar una solución mejor. Las verdaderas soluciones nacen del conjunto y afectan al conjunto.

‘El valiente mantiene su concentración en la solución porque elige dónde pone su atención y no permite que los acontecimientos negativos le distraigan’.

Si te encuentras en un escenario de enfermedad o de crisis económica severa, se valiente: concéntrate en ti, busca tu calma personal y encuentra en tu interior las herramientas que te ayudarán a sobrevivir. Todo está dentro de nosotros, incluso la forma que tenemos de ver lo que ocurre.

Mi receta para enfrentar lo que viene es encontrar nuestro centro y hacernos fuertes, para poder actuar con valentía ante lo que llegue, sea sólo una amenaza o sea una realidad negativa consumada, algo aún por conocer.

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