Belén Varela (RH Positivo): «Hace mucho tiempo que adopté como misión personal el conseguir que las personas disfrutasen de su trabajo»

‘Muy Segura’ entrevista a Belén Varela, directora de RH Positivo, Organizaciones Optimistas. Fotógrafo: Manu Dibuja.

Belén, ¿puede indicarnos los hitos que considera como fundamentales en el desarrollo de su trayectoria profesional?

Supongo que mi primer reto fue dirigir una pequeña empresa cuando apenas tenía 24 años, eso marcó mucho mi forma autodidacta y activa de trabajar. Pero el salto más enriquecedor fue el paso a la conservera Escurís. Supongo que el hito más importante de esa etapa fue enamorarme de las mujeres de la industria. Debo decir que disfruté tanto, que volvería una y mil veces a repetir la experiencia porque es un sector luchador, donde las mujeres representan una amplia mayoría pero apenas tienen representación directiva. Me sucedió una cosa curiosa porque era la única mujer y la más joven de los laboralistas de la asociación patronal (ANFACO). Cuando me daban el turno de palabra me decían, «¿Y tú, niña, qué opinas?», pero nunca me sentía ninguneada. Eso sí, me percaté de que teníamos una doble escala salarial, se lo expliqué desde el punto de vista del derecho y les ayudé a tomar conciencia de las implicaciones que tenía. En unas semanas me pidieron que me incorporase al equipo negociador del convenio colectivo nacional y me llamaban “jurista”. Pasar de niña a jurista fue el ascenso más rápido de mi vida 😉 Supongo que con este episodio aprendí algo que he ido confirmando con los años: si te desgastas en una oposición vehemente contra esos restos de metralla que le quedan a nuestra sociedad, pierdes parte de la fuerza que necesitas para hacer frente a las contiendas verdaderamente importantes. 

«El salto más enriquecedor fue el paso a la conservera Escurís. Supongo que el hito más importante de esa etapa fue enamorarme de las mujeres de la industria. Debo decir que disfruté tanto, que volvería una y mil veces a repetir la experiencia porque es un sector luchador, donde las mujeres representan una amplia mayoría pero apenas tienen representación directiva».

¿Por qué su vida profesional cambió de rumbo del sector jurídico a los recursos humanos y qué hechos desencadenaron este punto de inflexión?

A veces pienso que mi evolución hacia los recursos humanos no fue un cambio de rumbo, sino la ampliación de un camino que empecé mucho antes. Estaba segura de querer ejercer y, de hecho, realicé los estudios de la Escuela de Práctica Jurídica y vestí la toga un par de años, pero el mundo de la empresa, su dinamismo y sus relaciones ya me habían cautivado durante la carrera. En cuanto vi la oportunidad, empecé en una empresa francesa que se acababa de implantar en España y necesitaba a alguien que les ayudase a normalizar los contratos, convenios y salarios. Aquella experiencia fue mi aterrizaje forzoso en el aprendizaje del comportamiento humano: cuanto más conocía, más necesitaba saber y me tocó formarme de nuevo. La dirección de recursos humanos y sus primos hermanos, seguridad y medio ambiente, me engancharon y seguía sin encontrar muchas respuestas: ¿por qué unas fábricas se comportaban de una manera y otras de otra, si la empresa, los medios y la cultura eran los mismos? ¿Por qué no están más satisfechos los que más tienen? Poco a poco descubrí que las organizaciones sienten y que ese sentimiento colectivo no es equivalente a la suma de los sentimientos individuales. Esto me hacía sentirme un poco absurda porque pensaba con la estructura mental de una jurista: una empresa es una persona jurídica y las personas jurídicas no tienen sentimientos. Sin embargo, aprendí que cuando las personas nos incorporamos a una organización, perdemos parte de nuestra individualidad y pasamos a tener ciertos comportamientos, actitudes y sentimientos colectivos. Y, sobre todo, entendí que había algunas actitudes organizativas más útiles que otras; en concreto, el optimismo como forma de afrontar los retos cotidianos. 

«Poco a poco descubrí que las organizaciones sienten y que ese sentimiento colectivo no es equivalente a la suma de los sentimientos individuales».

¿Qué es una empresa ‘optimista’? ¿Nace o se hace? ¿Qué puede hacer una profesional de recursos humanos como usted en beneficio del fomento del optimismo en las organizaciones?

Una empresa optimista es aquella que confía en sus capacidades para hacer frente a los desafíos que le ofrece el mercado. En esencia, todas las empresas nacen optimistas. ¿Quién montaría una empresa pensando que va a fracasar? Lo que sucede es que nos dejamos llevar por las demandas diarias y por las rutinas y dejamos de percibir nuestra razón de ser y nuestras fortalezas. Vivimos en un entorno que abusa de la información negativa y de la incertidumbre. Tiene una cierta explicación antropológica el hecho de que nos atraigan más los sucesos negativos —nos permiten aprender a ver peligros—. Por eso las personas leemos más periódicos o vemos más informativos cuando están saturados de malas noticias, pero en una era en la que la información nos despierta por la mañana y nos acosa durante toda la jornada, llega un momento en que nos consideramos una sociedad asesina, corrupta, ladrona y en crisis. Cuando el ser humano es todo lo contrario, es social, generoso, capaz y agradecido. Con las empresas sucede igual, si solo nos reunimos cuando tenemos problemas, cuando falla algo o cuando hay que hacer un recorte, perdemos el sentido de eficacia que necesitamos para afrontar las dificultades. Se puede aprender, ¡claro que sí! Lo primero que podemos hacer es conocer nuestras fortalezas, las de todas las personas que trabajan en la empresa y valorar esa singularidad que nos caracteriza, conocer nuestra historia, analizar nuestros logros (cada uno de ellos) y construir una identidad positiva de la organización.

«Una empresa optimista es aquella que confía en sus capacidades para hacer frente a los desafíos que le ofrece el mercado. En esencia, todas las empresas nacen optimistas. ¿Quién montaría una empresa pensando que va a fracasar?»

Háblenos de su último libro, Jobcrafting y, principalmente, del objetivo con el que nace.

El Job crafting es una metodología que permite a cada persona rediseñar los límites de su trabajo (sus tareas, sus relaciones) para adaptarlo a sí misma. Hace mucho tiempo que adopté como misión personal el conseguir que las personas disfrutasen de su trabajo. Fui adaptando intervenciones de la ciencia e ideas que se pudiesen llevar al ámbito laboral y creé mi propia forma de hacerlo. Jobcrafting, convierte el trabajo que tienes en el que quieres, tiene como objetivo que las personas hagan de su experiencia laboral una fuente de satisfacción personal.

«Jobcrafting, convierte el trabajo que tienes en el que quieres, tiene como objetivo que las personas hagan de su experiencia laboral una fuente de satisfacción personal».

¿Puede lanzar un mensaje para la mujer profesional que forma parte de la audiencia de ‘Muy Segura’?

Me gustaría invitarte a conocer tus fortalezas, tus capacidades y todos tus recursos y a emplearlos en aquello que te apasione para que tu trabajo sea valioso. No dejes que nadie decida por ti su importancia ¡Tu trabajo es importante cuando tú sabes lo que vale!

Belén Varela, a la audiencia de ‘Muy Segura’: «Me gustaría invitarte a conocer tus fortalezas, tus capacidades y todos tus recursos y a emplearlos en aquello que te apasione para que tu trabajo sea valioso».

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