Cambia tu cuerpo para cambiar tu mente y cambia tu mente para cambiar tu cuerpo

Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.

Nuestra cultura judeo-cristiana guio nuestra forma dual de percibirnos como cuerpo y mente, en dos dimensiones perfectamente diferenciadas y en ocasiones excluyentes. La cultura consolidó esa visión hasta el punto en que, durante siglos de nuestra historia reciente, las personas debíamos elegir entre dedicarnos a cultivar la mente, lo que incluía olvidar el cuerpo, o invertir en tu cuerpo, lo que te convertía en una persona sin contenido intelectual. Así en el pasado siglo y en el anterior, a Valle Inclán jamás se le hubiera pasado por la cabeza ocuparse de su salud corporal y Mensen Ernst nunca tuvo demasiadas inquietudes culturales ni de otro tipo, con la excepción de convertirse en el escandinavo más veloz de la tierra. En esa época, tocaba elegir.

El mundo ha cambiado mucho afortunadamente y ahora entendemos que tenemos que ocuparnos de nosotros en las dos dimensiones: mente y cuerpo. Sin embargo, seguimos entendiendo que hablamos de dos esferas separadas. Cuidamos nuestra mente cuando leemos, estudiamos, planificamos, escribimos, observamos o trabajamos. Y después vamos al gimnasio a tonificar nuestro cuerpo. Hay un tiempo para cada cosa y son tiempos radicalmente diferenciados.

Pues bien, yo creo que eso no es así en absoluto. Somos un cuerpo y una mente, una mente dentro de un cuerpo o un cuerpo resultado de una mente. Aunque esto último implica entrar en filosofías complicadas y hoy no toca. En definitiva, yo creo que no somos una entidad con dos aspectos, somos un todo.

«El mundo ha cambiado mucho afortunadamente y ahora entendemos que tenemos que ocuparnos de nosotros en las dos dimensiones: mente y cuerpo. Sin embargo, seguimos entendiendo que hablamos de dos esferas separadas».

Somos un todo

Cuando tenemos un problema, nos duele la cabeza. Es decir, cuando nos preocupa algo a nivel mental, se produce un síntoma físico como resultado. Y cuando tenemos una mala digestión y nos duele el estómago, no podemos pensar con claridad.

En psicología siempre existió el concepto de la somatización. Somatizar, según la RAE, es transformar de manera involuntaria problemas psíquicos en síntomas orgánicos. Pero al contrario también ocurre, el malestar físico nos produce mal humor, por ejemplo.

Esto ocurre porque somos una sola cosa: cuerpo y mente son lo mismo. Somos un organismo vivo con una expresión doble.

En la práctica, ¿qué quiero decir todo esto? ¿Para qué me paro en analizar esta idea? Para que conozcas algo sorprendente y vital desde mi punto de vista: que puedes cambiar tu cuerpo para cambiar tu mente y que puedes cambiar tu mente para cambiar tu cuerpo.

«Somos una sola cosa: cuerpo y mente son lo mismo. Somos un organismo vivo con una expresión doble. Puedes cambiar tu cuerpo para cambiar tu mente y puedes cambiar tu mente para cambiar tu cuerpo».

Puedes cambiar tu cuerpo para cambiar tu mente

Quizá necesites descargarte de problemas, la presión en el trabajo es insoportable o los conflictos en casa han tomado una forma que ya no es asumible. Estás preocupada, desesperada, sufres. Con independencia de la resolución mental de lo que te está ocurriendo, que entiendo deberás afrontar en algún momento, puedes cambiar este estado de malestar psíquico cambiando tu cuerpo. ¿Cómo?

Cuando mi vida llegó a ser insostenible y la presión era máxima -el comienzo de mi divorcio, la quiebra de mi empresa, la lucha por sobrevivir incluso- no sé cómo ni por qué -nunca lo había hecho en mi vida- decidí hacer ejercicio físico. Estoy completamente segura de que esto me ayudó a sobrevivir, digo bien, sobrevivir, en aquellos momentos en que sentía que mi mundo desaparecía. Al principio no sabía cómo resolver todo aquello, pero ni un día más podía soportar la presión mental. Al principio, cuando comencé clases de pilates, me di cuenta de que la hora que le dedicaba a la actividad, era la única en el día en la que no sentía presión y eso me hizo “engancharme” y continuar cada día. Mi mente descansaba, dejaba a un lado la presión porque NO PENSABA.

El ejercicio te permite huir de los problemas y las emociones negativas a las que te someten tus pensamientos. Y aquí te recuerdo que, como ya he manifestado otras veces, son ellos -los pensamientos- los que te hacen sufrir y no lo que está ocurriendo en tu vida. Otras personas que viven cosas iguales o peores que lo que vives tu ahora, no sienten estrés, así que lo que ocurre casi siempre es inocuo y lo que de verdad te hace daño es tu interpretación mental de lo que pasa (pero esto es materia de otra publicación).

«El ejercicio te permite huir de los problemas y las emociones negativas a las que te someten tus pensamientos. Y aquí te recuerdo que, como ya he manifestado otras veces, son ellos -los pensamientos- los que te hacen sufrir y no lo que está ocurriendo en tu vida».

Cuando haces ejercicio, los pensamientos se detienen y con ellos las emociones que provocan, que son causa de tu malestar. Lo ideal sería que vivieras en el presente y no te concentraras tanto en esos miedos del futuro o en los fantasmas del pasado, pero como vivir en el presente constantemente es muy difícil, puedes comenzar apartándote de ellos -pasado y/o futuro- durante el tiempo en que haces ejercicio y permitir así que tu mente descanse y se concentre en el ahora.

El primer efecto del deporte es anestesiante, paras el malestar puntualmente. Con el tiempo, ralentizas los pensamientos (algo parecido al efecto de la meditación). De manera simultánea, el cuerpo se siente bien, no hay dolores físicos, desaparecen por arte de magia. Y con el ejercicio continuado empiezas a generar endorfinas, las hormonas responsables de la sensación de placer que hace que mucha gente se termine “enganchando” al deporte literalmente.

«El primer efecto del deporte es anestesiante, paras el malestar puntualmente. Con el tiempo, ralentizas los pensamientos (algo parecido al efecto de la meditación)».

Cuando dejas de pensar tanto y le aportas bienestar a tu cuerpo, ofreces a tu mente la oportunidad de encontrar la solución mental que buscas para resolver tus problemas. Esto ya lo has sentido cuando, tras un sueño reparador de varias horas encuentras la solución al despertar del problema que te preocupaba. O cuando desconectas y das un paseo por la naturaleza y al volver, eres consciente de cómo continuar en la parte del proyecto en el que te quedaste estancada.

Además, con el ejercicio físico evitarás tomar fármacos para el dolor físico o ansiolíticos para el dolor mental. Ejercicio o Valium, tu eliges.

Cuando cuidas tu cuerpo, consigues además dormir mejor, tener mejor sexo y un mejor aspecto físico, lo que incrementará tu autoestima.

Por eso cambiando tu cuerpo puedes cambiar tu mente. ¡Practícalo!

«Cuando cuidas tu cuerpo, consigues además dormir mejor, tener mejor sexo y un mejor aspecto físico, lo que incrementará tu autoestima».

Muchas de vosotras ya sabéis que esto funciona, pero quizá no sabéis que el efecto también funciona en la otra dirección.

Puedes cambiar tu mente para cambiar tu cuerpo

Hay algo aún más interesante en este tema y es que puedes cambiar tu mente para cambiar tu cuerpo, porque las dos cosas son lo mismo. Y no me he vuelto loca.

Hiromi Shinya relató en su libro “La enzima prodigiosa” un tema que me interesó mucho. Observó que las mujeres japonesas se volvían más atractivas cuando perdían a sus maridos, al enviudarse o separarse. Tras un período de luto, la naturaleza -según la explicación de Shinya- se encargaba de mejorar su aspecto para ayudarlas a conseguir una nueva pareja. En su momento y salvando todas las connotaciones sexistas, compré esta idea porque yo lo había visto en vivo y en directo entre mis amigas que se divorciaban. Pero después me di cuenta de que a mi tía de 80 años le ocurría lo mismo cuando enviudó y en ese caso era evidente que la naturaleza no pretendía que volviera a emparejarse. Era otra cosa, lo que había cambiado era su mente.

Estas mujeres enfrentaban su nueva situación de divorcio o viudez como un alivio, como un salir de una situación negativa, como una sensación de libertad, o de control de su vida. Esa sensación de liberación hacía que se sintieran bien mentalmente y eso se reflejaba en el exterior.

«Hiromi Shinya relató en su libro “La enzima prodigiosa” un tema que me interesó mucho. Observó que las mujeres japonesas se volvían más atractivas cuando perdían a sus maridos, al enviudarse o separarse. Tras un período de luto, la naturaleza -según la explicación de Shinya- se encargaba de mejorar su aspecto para ayudarlas a conseguir una nueva pareja».

La belleza interior es belleza exterior. Se llama así porque admitimos que observamos belleza en alguien que en si no es bello, pero al mirar sentimos que nos atrae y por ello concluimos que tiene belleza dentro, no fuera. Yo no creo eso. Quien se siente bien por dentro, es coherente, sus pensamientos son positivos y sus emociones son maduras, las personas que tienen autoestima, que tienen claros sus objetivos en la vida, son personas satisfechas consigo. Estas personas no se recriminan, no se castigan con su lenguaje interior, aceptan la vida como viene sin quejarse, expresan también aceptación a los demás, disfrutan de la vida tal y como es y la verdad es que son muy atractivas, aunque no sean guapas. Casi nos parecen guapas, aunque no lo sean. Tienen un atractivo irresistible. Y eso lo puedes llamar belleza interior, pero yo la veo fuera. No sé si es interior o exterior, si es la mente o el cuerpo. Porque sólo somos una cosa.

«Quien se siente bien por dentro, es coherente, sus pensamientos son positivos y sus emociones son maduras, las personas que tienen autoestima, que tienen claros sus objetivos en la vida, son personas satisfechas consigo».

Yo creo firmemente que la gente te ve exactamente en la forma en la que tu te percibes. Piensa bien esto que digo. Si te sientes guapa, ellos te ven guapa, si estás orgullosa de tu cuerpo, la gente lo verá bonito. Si crees que eres una gran mujer, ellos te verán como una gran mujer. En definitiva, si estás feliz, irradias belleza y eres superatractiva. ¿Recuerdas el aspecto que tenías cuando estabas enamorada, especialmente al principio de tu historia de amor?. El enamoramiento inunda tu mente y tu cuerpo de buenas sensaciones y eso se expresa físicamente. Si, estás radiante, ¿lo recuerdas?, ¿estás ahora en ese momento y lo estás comprobando?. Pues bien, el enamoramiento es una felicidad temporal, pero tu puedes prolongar esa expresión de belleza y plenitud sin necesidad de tener pareja, con la calidad de tus pensamientos. Ellos no pueden hacer que seas feliz, eres tu la única persona responsable de ti.

Somos un cuerpo que expresa nuestra calidad mental y somos una mente vinculada a nuestra salud corporal.

«Si te sientes guapa, la gente te ve guapa, si estás orgullosa de tu cuerpo, la gente lo verá bonito. Si crees que eres una gran mujer, ellos te verán como una gran mujer. En definitiva, si estás feliz, irradias belleza y eres superatractiva».

Esto tiene una implicación que va más allá. Si te sientes mal habitualmente: tienes insomnio, te duele la espalda o tienes otro tipo de dolencias físicas recurrentes, hazte consciente de tus pensamientos y cámbialos. El cuerpo expresa tus emociones negativas y ellas están provocadas por tus pensamientos. Si sufres por cosas del pasado o tienes miedo de lo que pueda pasarte en el futuro, actúa porque finalmente enfermarás. Si no te enfrentas a tus miedos y a tus fantasmas, el cuerpo lo expresará porque no es algo diferente a la mente.

La epigenética es una ciencia reciente que estudia esto. Todos tenemos una carga genética que se expresa de forma distinta. Si dos hermanos heredan una predisposición a enfermar de diabetes, pongamos por caso ¿por qué uno lo expresa y finalmente enferma y el otro no?. La epigenética lo vincula a nuestras vivencias, a la vida que elegimos vivir en el sentido emocional y, vuelvo a recordarte, que las emociones son el producto de los pensamientos. Es decir, que nuestra actitud ante la vida, nuestra fuerza vital, nuestra manera de enfrentarnos mentalmente a lo que no funciona, influye incluso sobre nuestra genética.

«Si te sientes mal habitualmente: tienes insomnio, te duele la espalda o tienes otro tipo de dolencias físicas recurrentes, hazte consciente de tus pensamientos y cámbialos. El cuerpo expresa tus emociones negativas y ellas están provocadas por tus pensamientos».

Hay que tomarse en serio la responsabilidad de lo que somos, debemos hacernos consientes de que somos mente y cuerpo, por eso debemos alimentarnos bien, dormir suficiente, hacer ejercicio, no permitir que las emociones negativas y el estrés se asienten en nuestras vidas y por eso debemos cambiar nuestra forma de ver la vida y nuestra actitud.

Y recuerda el mensaje. Si te comparas con otros y te sientes inferior, ellos te verán inferior. Si te aceptas y te gustas, ellos te aceptarán y les gustarás. Así de sencillo. ¡Practícalo y convéncete!

«Si te comparas con otros y te sientes inferior, ellos te verán inferior. Si te aceptas y te gustas, ellos te aceptarán y les gustarás. Así de sencillo. ¡Practícalo y convéncete!».

Cómo me fabrico mi bienestar

Si estás interesada en ahondar en estos temas y mejorar tu vida, estoy a tu disposición en mi email emayor@emotionhr.com, pero te relato los pasos fundamentales a seguir:

  • Comienza haciendo ejercicio para que tu cuerpo sea saludable y tu mente aleje al menos durante un tiempo al día los pensamientos que crean el malestar y el sufrimiento mental. Si crees que el ejercicio físico no es para ti, no te preocupes, existe un método que he comprobado que siempre funciona y que he expresado en otros lugares ampliamente.
  • Después, hazte consciente de tus pensamientos: ten en cuenta que el pasado produce depresión y el futuro produce ansiedad. Todos tenemos tendencia a vincularnos al pasado o al futuro y cada uno debemos aprender a alejarnos y centrarnos en el presente. Puedes meditar o puedes acceder a una metodología para enfrentar los pensamientos recurrentes que te hacen sentir mal cada día. Te aseguro que funciona.
  • Volviendo al cuerpo, es necesario mejorar la alimentación, el sueño y aprender a respetar y escuchar tu cuerpo, especialmente esto último, escuchar el cuerpo. Es difícil, pero es fundamental.
  • Mejora tu autoestima, es la causa del 90% de lo que no funciona en tu vida. Pide ayuda, si es necesario, pero esto es fundamental, te lo aseguro.
  • Después toca entrenar la mente para centrarnos en el presente para aprender a aceptar lo que ocurra y adaptarte, para no ir en contra de lo que pasa.

«Mejora tu autoestima, es la causa del 90% de lo que no funciona en tu vida. Pide ayuda, si es necesario, pero esto es fundamental, te lo aseguro».

Este trabajo conseguirá que entres en COHERENCIA y goces de AUTOESTIMA. Y estarás en disposición de transmitir esto a los demás, ofreciéndoles aceptación y estima.

Deja una respuesta