Lidérame, pero no mucho. La paradoja entre el acompañamiento y la directividad

Por Rafael Molina Sánchez, investigador y coach de equipos y organizaciones. Profesor asociado de la Universidad Politécnica de Madrid. Director de Innovación de Coaching On Focus.

Nos enfrentamos a grandes retos. Los equipos, empresas y organizaciones se crean y realizan una actividad con un propósito que, en muchas ocasiones, no coincide con las necesidades y propósito del individuo. Si prestamos atención en nuestro entorno, podemos percibir cómo lo más habitual es que ambas partes no sepan con claridad hacia dónde quieren dirigir sus esfuerzos y para qué. A esta circunstancia podemos sumarle el hecho de que cada dos años percibimos avances tecnológicos y sociales que hace 40 años observábamos en una década. Estos avances transforman la organización, la dirección de la actividad e incluso nuestra manera de trabajar y de interactuar con los que nos rodean. En este contexto, el papel del líder, el concepto del liderazgo y su estilo es clave. 

«Nos enfrentamos a grandes retos. Los equipos, empresas y organizaciones se crean y realizan una actividad con un propósito que, en muchas ocasiones, no coincide con las necesidades y propósito del individuo».

Las nuevas corrientes del management 4.0 están poniendo el foco en una figura de liderazgo que se construye por encima de la propia personalidad, por encima de las particularidades del propio género. Hoy día nos dirigimos hacia la configuración de un mapa de competencias de liderazgo que integren atributos y capacidades que nos hagan trascender más allá del género, en que el que los equipos y las organizaciones sean los protagonistas, no quienes los lideran.

«Las nuevas corrientes del management 4.0 están poniendo el foco en una figura de liderazgo que se construye por encima de la propia personalidad, por encima de las particularidades del propio género».

Cuando pensamos en líderes podemos conectar con la idea abstracta de personas que dirigen, inspiran, conducen o acompañan a personas, equipos, organizaciones o grandes colectivos hacia un objetivo o propósito. Desde mi experiencia el liderazgo es algo más, es un estado de consciencia que se pone al servicio de impulsar el bienestar emocional, la libertad, la inspiración de sistemas humanos, de entornos con propósitos comunes. A este estado de consciencia colectivo, a diferencia de los modelos de liderazgo tradicionales, se llega mediante la conexión explícita entre el propósito y necesidades del individuo y las del contexto empresarial u organizativo. Así, cada parte siente satisfecha la necesidad básica de estar permanentemente escuchada, atendida.

«Desde mi experiencia el liderazgo es algo más, es un estado de consciencia que se pone al servicio de impulsar el bienestar emocional, la libertad, la inspiración de sistemas humanos, de entornos con propósitos comunes».

En la actualidad, en los contextos organizativos ágiles, auto-organizados y altamente productivos, el modelo de liderazgo se basa en la inspiración, el acompañamiento y la escucha. En estos contextos, los equipos, de una manera natural y orgánica identifican, definen y persiguen los objetivos de la empresa. En estructuras empresariales tradicionales o en equipos junior, el papel del líder se ha de centrar en la transmisión de objetivos, herramientas y metodologías, así como en el desarrollo técnico y emocional de sus miembros. ¿Se dividen pues los líderes entre aquéllos que dirigen o acompañan a sus equipos? ¿Entre aquellos que conducen personas o quienes las impulsan? No existe tal división, pues en cada contexto y proyecto, cada equipo y persona, requiere, en cada momento, de recursos de liderazgo diferentes, y por qué no, de un líder diferente. 

«En la actualidad, en los contextos organizativos ágiles, auto-organizados y altamente productivos, el modelo de liderazgo se basa en la inspiración, el acompañamiento y la escucha».

Podemos concluir que existe un modelo de liderazgo óptimo, aplicable a cada contexto y propósito. Cada equipo, empresa u organización ha de elegir de un modo consciente qué modelo organizativo desea y qué tipo de liderazgo pone al servicio de sus objetivos en cada momento. Podemos resolver la paradoja que supone la elección entre un modelo de liderazgo basado en el acompañamiento o en la directividad, pero para lograrlo la inversión en el desarrollo del potencial humano es la clave, más allá del género, pues es el principal capital de una organización en un mundo que se reinventa permanentemente.

«Podemos resolver la paradoja que supone la elección entre un modelo de liderazgo basado en el acompañamiento o en la directividad, pero para lograrlo la inversión en el desarrollo del potencial humano es la clave, más allá del género».

 

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