Corazón roto

Despido interior, en el trabajo y en la pareja

Por Elena Mayor Lozano, HR Development Manager

El término despido interior fue acuñado por primera vez en 1974 por Herbert Freudenberger, psicólogo clínico alemán, y popularizado por Lofti El-Ghandouri en 2007.

Hace unos años, escribí un artículo en el que adaptaba este término al mundo de la pareja donde, como en la empresa, adoptamos en ocasiones una actitud en la que estamos presentes físicamente, pero no emocionalmente. Es un estado en el que ya no estamos comprometidos y nos volvemos casi invisibles. Un estado en el que nos hemos despedido por dentro de nuestra empresa o de nuestra pareja.

Estoy segura de que has conocido o conoces a alguien en esta situación.

«Hace unos años, escribí un artículo en el que adaptaba este término al mundo de la pareja donde, como en la empresa, adoptamos en ocasiones una actitud en la que estamos presentes físicamente, pero no emocionalmente».

El despido interior en la empresa

Estoy hablando de los zombis corporativos que muchos conocemos, empleados que están esperando que el reloj marque la hora exacta de salida para apagar el ordenador y salir corriendo a sentirse vivos, porque en su trabajo están muertos o en letargo.

Mi impresión es que son víctimas de una cultura corporativa regida por líderes que ahogan la comunicación, la participación libre, la opinión y la proactividad de sus equipos. Son víctimas de responsables que se desentienden, que no dan feedback o que microgestionan hasta el ahogo. Son líderes que se ponen todas las medallas posibles a costa de un equipo al que lastran para sobrevivir, mientras emergen subidos a sus espaldas.

La cultura se crea desde abajo, completamente de acuerdo, aunque para que abajo se cree cultura, los de arriba deben dejar que sea posible, deben dar visibilidad a las ideas, deben dar una oportunidad a la proactividad de sus equipos, deben crear entornos donde la comunicación sea posible, sin trabas, sin miedos. Deben apostar por un lugar efervescente donde cada cual pueda aportar, expresando lo que tiene dentro, sin limitaciones, donde se permita a la gente expandirse y crecer.

Sin embargo, el miedo a la crítica de arriba, el sentimiento de culpa generado por líderes que piensan que sólo ellos tienen el punto de vista correcto y en general, la falta de libertad para que la comunicación fluya, lastra por completo la oportunidad de brillar individualmente dentro de un equipo, para dejar paso al único brillo que está permitido expresar, el del líder obsoleto, sin ideas, sin brillo propio, que pretende absorber la luz de su equipo.

Además del liderazgo, hay otros fantasmas como la inestabilidad, la ley de la selva, la dinámica de la competencia salvaje dentro de los equipos que pueden crear esa sensación de falta de empoderamiento personal.

La persona que vive un despido interior ha intentado previamente expresar sus ideas, proponer cambios y compartir su opinión y entusiasmo respecto de los temas interesantes para el presente y futuro de la empresa sin éxito. Seguramente se la ha negado sistemáticamente un feedback objetivo, se le ha devuelto un juicio negativo a sus aportaciones o simplemente se le ha ignorado.

Finalmente, el empleado se dice a si mismo “no soy importante, nadie me escucha, es imposible opinar de forma distinta a la de mi jefe, se me critica por cualquier idea que se considera extravagante simplemente porque al oírla, a mi jefe le ha parecido una ocurrencia, algo sin sentido e incluso una idiotez”.

Sólo cabe escuchar, obedecer y callar. Eso siente un zombi corporativo.

El problema es que esto lo sienten sobre todo las personas que tienen mucho que aportar, los intelectualmente más brillantes, las personas proactivas, creativas y con capacidad de transmitir conceptos e ilusión.

Muchas veces, es precisamente su brillo el que opaca el de sus jefes y genera la reacción negativa del líder. La dirección hacia la salida de la empresa queda abierta y afectará siempre antes a los mejores.

«La persona que vive un despido interior ha intentado previamente expresar sus ideas, proponer cambios y compartir su opinión y entusiasmo respecto de los temas interesantes para el presente y futuro de la empresa sin éxito».

El despido interior en la pareja

Algo parecido ocurre en la pareja.

A la emoción de los primeros tiempos, le sigue la comprobación lógica de que la persona amada no es perfecta, que se comporta de forma inesperada e insatisfactoria en ocasiones, que empieza a tener intereses individuales fuera de la pareja, que deja de parecer aquella persona de la que te enamoraste.

Y comienzan los rencores, las frustraciones y la creación de una capa de indiferencia a la que yo llamo la capa “me da igual” que impregna cualquier conversación. La frustración y los viejos rencores van aumentando el grosor de la capa “me da igual” hasta el punto de que casi ni escuchamos lo que dice la pareja porque anticipamos de lejos lo que va a decir y despreciamos el argumento, antes incluso de que llegue a decirlo.

Aparece la falta de compromiso con el otro, el sentimiento de incomprensión y la capa “me da igual” se vuelve tan gruesa que el espacio entre los dos no alcanza para darse la mano o un beso de buenas noches, debido al grosor de las capas respectivas. Finalmente, los dos se sienten extraños, como compañeros de piso, amigos sin más.

Como ocurre en el despido interior corporativo con las salidas de la empresa, en la pareja se empieza a mirar fuera. Pronto aparecen nuevos hobbies, aficiones no compartidas e incluso relaciones paralelas que son incompatibles con la continuidad de la relación original. Y la pareja se rompe.

«Aparece la falta de compromiso con el otro, el sentimiento de incomprensión y la capa “me da igual” se vuelve tan gruesa que el espacio entre los dos no alcanza para darse la mano o un beso de buenas noches».

Conclusión

El despido interior es compatible con la pérdida de la esperanza, con sentirse vencido y comprender que no merece la pena luchar por conservar algo que no te satisface.

¿Te sientes en despido interior?.

Quizá te sientes culpable por sentirlo, quizá estás deseando salir de ahí o, al contrario, te sientes incapaz de dejar ir ese trabajo o esa pareja.

Como dice un buen amigo, si te sientes así debes elegir entre aceptar y seguir adaptándote o huir. Ahora es tu turno, elige