Por Alfonso Linares, Desarrollo de Negocio de Correduidea
Hubo un tiempo en que el seguro giraba en torno a cosas que se podían tocar: coches, casas, fábricas… humo, agua, ladrillos. Pero los tiempos cambian, y hoy los riesgos no siempre se ven. Se esconden entre líneas de código, servidores en la nube y sensores que vigilan mientras dormimos.
Nos guste o no, vivimos en una era donde lo digital manda. Y en ella, el seguro tiene que evolucionar. Ya no basta con cubrir lo que se rompe, ahora toca proteger lo que aún no entendemos del todo: algoritmos que deciden, robots que actúan y amenazas invisibles que viajan por el ciberespacio.
En este viaje (porque esto es un viaje), exploramos tres pilares que van a marcar el futuro inmediato del sector: ciberseguros, responsabilidad civil para la inteligencia artificial (RC-IA) y seguros para robots e IOT.
Ciberseguros: del “por si acaso” al “más vale tenerlo”
Empecemos por lo más urgente. Los ciberataques ya no son cosa de películas ni de multinacionales. A día de hoy, el coste medio global de un ataque de ransomware alcanza los 2,5 millones de euros, según el informe State of Ransomware 2024 de Sophos. Incluyendo rescate, recuperación, pérdidas operativas y reputación (esa que tarda años en construirse y minutos en destruirse). Claro, ese promedio incluye tanto a grandes corporaciones como a medianas empresas, pero hay que hacer una aclaración importante: no todos los siniestros cuestan lo mismo.
«Los ciberataques ya no son cosa de películas ni de multinacionales».
Las grandes empresas pueden enfrentarse a rescates millonarios y daños reputacionales de gran calado, mientras que en el caso de las PYMEs o Microempresas, los costes suelen situarse entre los 50.000 y 200.000 euros, especialmente si no cuentan con protocolos de respuesta o backups adecuados.
Ahora bien, ¿qué negocio puede asumir de golpe esa pérdida sin tambalearse? Añadamos a la ecuación el auge del trabajo remoto, el uso masivo de herramientas en la nube y los dispositivos conectados… y tenemos la tormenta perfecta.
Según Mordor Intelligence, el mercado de ciberseguros pasará de 19.260 millones de dólares en 2025 a 47.380 millones en 2030. ¿Lo más preocupante? Muchas empresas todavía creen que esto “les queda grande”. Y mientras tanto, trabajan en remoto, usan herramientas en la nube y conectan dispositivos a la red como si nada.
Pero la realidad aprieta, y Europa ya ha dicho “hasta aquí” con dos regulaciones clave:
- AI Act: Que exige evaluar, clasificar y auditar los sistemas de IA de alto riesgo.
- DORA: Que impone resiliencia operativa a entidades financieras… y sus proveedores.
En este entorno, el ciberseguro se convierte en un “must”: protección legal, técnica y reputacional. Incluye monitorización, respuesta forense y formación. En otras palabras, no es solo un seguro: es una herramienta de supervivencia.
RC-IA: ¿Y si se equivoca el algoritmo?
La inteligencia artificial ya toma decisiones que afectan a personas reales: quién recibe un crédito, qué tratamiento se aplica, si un coche frena o acelera. Y cuando algo falla (porque sí, fallan), la pregunta es inevitable: ¿quién responde?
En 2023 ya vimos los primeros juicios por errores de IA en Europa y EE.UU. Diagnósticos fallidos, decisiones de RR.HH. sesgadas, rechazos de préstamos… Y lo que viene.
Aquí entra en juego la RC-IA, un campo aún joven, pero con proyección clara: se estima un crecimiento superior al 15 % anual, con siniestros que ya alcanzan los 250.000 € en algunos casos.
«La inteligencia artificial ya toma decisiones que afectan a personas reales: quién recibe un crédito, qué tratamiento se aplica, si un coche frena o acelera. Y cuando algo falla (porque sí, fallan), la pregunta es inevitable: ¿quién responde?».
No hablamos solo de indemnizaciones, sino de acompañar a las empresas a demostrar que han hecho sus deberes: test de sesgo, trazabilidad de decisiones, planes de contingencia. Porque hoy, el “yo no sabía” ya no sirve.
Y sí, aquí el mediador tiene un papel fundamental.
Seguro de Robots: cuando las máquinas también cotizan
En 2023 había 4,28 millones de robots industriales operativos. Para 2030, el mercado global de robótica superará los 178.000 millones $. Y no, no todos están en fábricas.
Tenemos cobots (collaborative robot o robot colaborativo) que trabajan codo a codo con humanos (sin necesidad de vallas), drones que patrullan edificios, robots de reparto, quirúrgicos, domésticos… Bienvenidos a la era del metal y los nuevos materiales con sensores.
Asegurar a estos nuevos “empleados” implica:
- Averías y fallos técnicos, tanto hardware como software.
- RC por daños a personas o bienes (sí, un robot también puede causar accidentes).
- Ciberseguro específico, porque también pueden ser hackeados.
- Interrupción de negocio, si se para una línea por un fallo.
Y como se dice en el sector: un robot parado no cobra… pero hace perder dinero igual.
El mediador 4.0: más que un vendedor, un arquitecto de protección
Todo esto no es ciencia ficción. Es presente. Y el papel del mediador no puede limitarse a rellenar cuestionarios y emitir recibos. El mediador que viene tiene que convertirse en un consultor de riesgos tecnológicos.
Un mediador 4.0 que:
- Anticipe riesgos en entornos conectados y automatizados.
- Combine coberturas en soluciones modulares.
- Aporte valor con auditorías, formación y simulacros.
“El seguro del futuro no será aquel que solo pague siniestros. Será el que evite que ocurran, el que entienda el contexto, el que proteja la reputación y los datos, y el que acompañe a las empresas en su evolución».