Las cardiopatías y los tumores son las principales causas de muerte en pacientes con hígado graso

Las cardiopatías y los tumores son las principales causas de muerte en pacientes con hígado graso

Redacción ‘MS’- Según las estimaciones de diversos estudios, aproximadamente una de cada cuatro personas del País Vasco presenta hígado graso, porcentaje que se incrementa al 50% en el caso de las personas con diabetes. Esto arrojaría unas cifras de más de 550.000 vascos y vascas con hígado graso, de los cuales unos 80.000 tendrían, además, diabetes.

Estas cifras se ven acompañadas por una tendencia que preocupa a los expertos: «la prevalencia del hígado graso o esteatosis hepática metabólica se ha incrementado de manera muy importante en los últimos años, condicionando un cambio de paradigma en la enfermedad hepática. En la actualidad, es la primera indicación de trasplante hepático en EE. UU. y también ha aumentado de manera significativa su indicación en nuestro entorno», advierte la doctora Blanca Sampedro, médica especialista en Aparato Digestivo-Hepatología, miembro del Centro Vasco de Aparato Digestivo (CVADI) y especialista de IMQ, en el marco del Día Mundial del Hígado Graso, que se conmemora el 12 de junio.

La obesidad, el sedentarismo y el consumo de alimentos ultraprocesados favorecen un estado proinflamatorio denominado ‘síndrome metabólico’. Este estado condiciona el desarrollo de comorbilidades, como son la enfermedad cardiovascular, la hipertensión arterial o la diabetes. A nivel hepático se manifiesta como esteatosis hepática metabólica o hígado graso. Estas enfermedades se interrelacionan entre sí, de manera que tener un hígado graso favorece una mayor resistencia a la insulina (mecanismo por el que se desarrolla la diabetes) y tener una diabetes favorece que progrese la enfermedad hepática metabólica hacia estadios más evolucionados e, incluso, la cirrosis. La asociación de otros cofactores, principalmente el consumo moderado o severo de alcohol también tiene un impacto importante, favoreciendo y empeorando la progresión de esta enfermedad y el desarrollo de complicaciones.

«Los pacientes con una esteatosis metabólica presentan complicaciones y fallecen principalmente por problemas derivados de la cardiopatía isquémica y del aumento de tumores asociados (principalmente de origen digestivo) y sólo en tercer lugar de consecuencias derivadas de la hepatopatía», explica la Dra. Sampedro.

En cuanto al ámbito oncológico, segunda causa de muerte en estos casos, el incremento tan importante de la prevalencia de esta enfermedad ha llevado a que en las últimas tres décadas se duplique la prevalencia de pacientes con hepatocarcinoma, cáncer de hígado, siendo la causa más frecuente de hepatocarcinoma en pacientes no cirróticos.

Otro efecto colateral de esta tendencia, se encuentra en el hecho de que, aproximadamente, una de cada tres donaciones de hígado realizadas en el año 2023 en España no se pudo llevar a cabo debido a la presencia de esta enfermedad en el órgano, que se había desarrollado de manera asintomática.

«Si continúa aumentando la incidencia de esta enfermedad de una manera similar a como lo ha hecho en los últimos años, se va a producir un impacto muy importante en la salud pública, con un incremento de los pacientes pluripatológicos y sus comorbilidades. Es necesaria la implantación de medidas de salud pública que permitan contener y revertir este aumento», reclama la especialista de IMQ.

Tratamiento: estilo de vida, fármacos y adhesión terapéutica

La base principal del tratamiento consiste en implementar un estilo de vida saludable, consumiendo con frecuencia verduras, legumbres y frutas, y evitando los alimentos procesados y las bebidas carbonatadas. La vida sedentaria también favorece que se perpetúe el daño derivado del síndrome metabólico; por ello, los expertos recomiendan llevar una vida activa, realizando entre 75 y 150 minutos de ejercicio semanales, repartidos en 2 o 3 sesiones, dependiendo de la intensidad.

Uno de los mayores inconvenientes que se encuentran actualmente los profesionales sanitarios en estos casos estriba en que sólo se dispone de un seguimiento estrecho de los pacientes en las consultas y, en el mejor de los casos, a través de nutricionistas que ajustan las dietas de los pacientes, a la vez que imparten recomendaciones de vida saludable. «El problema es que estos consejos y dietas sólo consiguen que entre un 10 y un 20 por ciento de los pacientes alcancen los objetivos de reducción de peso y mejoría de estilo de vida», apunta la Dra. Blanca Sampedro.

Frente a esto, recientemente se han desarrollado fármacos (los agonistas del GLP-1 y el GIP) que tienen como diana mejorar las alteraciones metabólicas asociadas a la diabetes y la obesidad. «Estos fármacos han demostrado conseguir pérdidas de peso en torno a un 15 o 20 por ciento del peso basal del paciente, lo que supone una mejoría del estado proinflamatorio asociado al síndrome metabólico y de todas sus comorbilidades (diabetes, dislipemia, hipertensión)», apunta.

El impacto de estos fármacos está suponiendo «una disminución del riesgo cardiovascular y de la progresión de la esteatosis hepática y, probablemente, repercuta en una mejor salud a largo plazo y un aumento de la supervivencia».

No obstante, la especialista concluye recordando que «es imprescindible entender estos fármacos como una herramienta para mejorar la salud a través de la implementación de unos hábitos de vida saludables tanto a nivel nutricional como de ejercicio físico, obteniendo de ellos una ayuda para reducir el peso y conseguir el objetivo de una vida más saludable».