Redacción ‘MS’- En Euskadi coexisten diversos territorios climáticos en una gradación que, de norte a sur, corresponden a: clima atlántico (templado y húmedo), clima subatlántico, clima submediterráneo y clima continental mediterráneo (en el extremo sur de la comunidad). Sin embargo, en todos ellos, el verano acostumbra a proporcionar sol abundante a toda la población, parte de la cual, sufre sus efectos desde el punto de vista de las reacciones alérgicas.
«No hay que olvidar que durante el verano no descansan las enfermedades alérgicas», advierte el Dr. Pedro Gamboa, alergólogo de IMQ, coindiciendo precisamente en el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Alergia el próximo 8 de julio. Según explica el experto, en esta estación del año los problemas alérgicos más frecuentes son las reacciones cutáneas causadas o acentuadas por la exposición solar. «La más frecuente es la erupción solar polimorfa con lesiones cutáneas sobreelevadas, rojas, con picor acompañante, que se presentan especialmente en las personas con baja pigmentación cutánea en las primeras exposiciones solares».
El tratamiento de elección en estos casos consiste en aplicar fotoprotectores, y en los casos de erupciones intensas, se opta por los corticoides tópicos. En estas circunstancias, el alergólogo declara que es aconsejable «endurecer» la piel mediante exposiciones solares de corta duración, aumentando de forma lenta y progresiva el tiempo empleado en ello.
«Las erupciones solares realmente alérgicas son poco frecuentes», indica el Dr. Gamboa. Entre éstas destaca «la urticaria solar, con la aparición de las típicas ronchas de las urticarias, acompañadas por un picor intenso en las zonas fotoexpuestas y que ceden horas o minutos después de cesar la exposición al sol».
Las urticarias solares se tratan evitando la exposición al sol, aplicando fotoprotectores y haciendo uso de antihistamínicos orales para el control del picor.
Reacciones fotoalérgicas o fototóxicas
En esta misma época estival pueden aparecer reacciones fotoalérgicas o fototóxicas motivadas por el contacto con el alérgeno y la exposición solar simultánea. «Existen muchos alérgenos causantes, como medicamentos (diferentes antibióticos, diuréticos, antihipertensivos, etc.), antiinflamatorios tópicos y sistémicos, cremas solares, perfumes, diferentes plantas o hierbas, y otros. En estos casos, el único tratamiento posible es evitar el contacto con el agente desencadenante», explica el alergólogo de IMQ.
Además, durante el verano, la exposición solar también puede acentuar otras patologías, como el lupus eritematoso, porfirias, etc.
Dermatitis en las piscinas
Asimismo, las personas con ciertas dermatitis pueden ver agravados sus síntomas por los baños en piscinas. «En la mayor parte de los casos el efecto es por pura irritación a causa de los desinfectantes que se emplean para mantener el agua de las piscinas en buenas condiciones higiénicas».
Las reacciones alérgicas a estos productos desinfectantes suelen ser infrecuentes. La forma de intentar prevenir su aparición consiste en «realizar baños cortos, seguidos de una ducha posterior para eliminar los restos de estas sustancias en la piel, aplicar cremas que actúen como una barrera de protección antes del baño para minimizar el contacto con la piel y, al acabar el día, aplicar hidratantes en toda la piel», declara el Dr. Pedro Gamboa.
En otras ocasiones, esta vez en el mar, la piel puede sufrir reacciones en el caso de entrar en contacto con determinadas sustancias de desecho, que hayan sido vertidas cerca de las zonas de baño.
El polen no se acabó en la primavera
Además de las alteraciones cutáneas, durante el verano varias patologías respiratorias pueden verse agravadas. Ciertos pólenes de plantas como la parietaria, la salsola (frecuente en los terrenos arenosos de los litorales o en terrenos áridos de interior) o la artemisa, y hongos como la alternaria «alcanzan su mayor nivel ambiental en esta época».
Con ello, el alergólogo de IMQ recuerda que las personas con alergia a estos pólenes y hongos «presentan la mayor intensidad de síntomas naso-oculares (estornudos, secreción nasal, picor, lagrimeo, etc.) o bronquiales (tos, fatiga, silbidos al respirar) en estos meses».
Por estos motivos, el Dr. Gamboa aconseja que las personas con este tipo de afectación «intensifiquen durante el verano su tratamiento sintomático (antihistamínicos tópicos u orales, inhaladores nasales y bronquiales) y disminuyan la exposición a estos alérgenos (evitar las estancias en el campo o en el monte), con el fin minimizar su sintomatología».