Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.
Recientemente, en mi último libro (1) exponía que “Quien vive de espaldas a sus principios paga un alto precio; el precio de su incoherencia, su debilidad y su falta de compromiso”.
Este es un tema siempre delicado y controvertido, por lo que voy a tratar de detallar las dificultades que muchas personas pueden tener para vivir de acuerdo a sus principios y creencias.
No es fácil vivir de acuerdo a tus principios y valores
Hoy en día estamos inmersos en un entorno cada vez más cambiante y complicado; un entorno que nos exige un gran poder de adaptación, incluso de “valentía”, para vivir de acuerdo a nuestros principios y creencias.
La realidad es que nos encontraremos con personas muy nocivas y manipuladoras a nuestro alrededor. Personas que intentarán compensar su falta de ética y de argumentos con actitudes llenas de agresividad y resentimiento. Esas personas nos pondrán a prueba, intentarán desmontar y socavar nuestros principios, y tratarán por todos los medios de que abdiquemos de ellos.
Pero la persona sensible, coherente y comprometida con su vida, cuando abdica de sus principios, abdica de dirigir su vida.
En otro de mis libros (2) sostenía que “no podemos vivir en contra de nuestros principios. El precio que se paga es la frustración y la insatisfacción permanente”.
También recordaba que “conozco a muchas personas a las que en algún momento de sus vidas quisieron comprarlas, pero no conozco a nadie ‘con ética’ que sea feliz después de haberse vendido”.
«La persona sensible, coherente y comprometida con su vida, cuando abdica de sus principios, abdica de dirigir su vida».
No debemos vivir con principios ajenos
No podemos vivir con principios ajenos; si lo hacemos, la insatisfacción y la decepción con nosotros mismos serán una losa difícil de soportar.
Es cierto que a veces nos resultará difícil mantener y defender nuestras creencias y valores, pero a pesar del esfuerzo y del desgaste que ello conlleva, siempre nos compensará.
No obstante, he comprobado en numerosas ocasiones, en mi trabajo como psicóloga, que llega un momento en que algunas personas no pueden más, que están agotadas, que no tienen fuerzas para seguir defendiendo sus principios, pues el precio que pagan es altísimo… En esos casos –recordémoslo, por favor–, esas personas no necesitan nuestros reproches; necesitan nuestra comprensión y nuestra ayuda; y la mejor forma de ayudarlas es reconocer su agotamiento y su debilidad extrema; asumir que tienen todo el derecho del mundo a descansar y recuperarse; pero, en paralelo, les mostraremos nuestra confianza, nuestra seguridad de que conseguirán reponerse y, cuando de nuevo se sientan fuertes, volverán a ser las personas valientes, coherentes y comprometidas con lo esencial de la vida: con sus principios y sus valores.
«He comprobado en numerosas ocasiones, en mi trabajo como psicóloga, que llega un momento en que algunas personas no pueden más, que están agotadas, que no tienen fuerzas para seguir defendiendo sus principios, pues el precio que pagan es altísimo».
¿Por qué es peligroso vivir en contra de nuestros principios?
Porque la persona sensible, cuando renuncia a defender sus creencias, vive en una insatisfacción permanente; una insatisfacción que la llena de sufrimiento y dolor.
Quien vive de espaldas a sus principios renuncia a lo irrenunciable: a tener vida propia y sentirse bien cuando analiza sus comportamientos y se mira por dentro.
Habrá quien me diga que conoce a personas que no muestran ningún tipo de principios, ni de ética. Y es verdad, claro que existen estas personas y, desgraciadamente, abundan más de lo que pensamos, pero son personas sin valores, sin empatía, sin un mínimo de sensibilidad que las haga sentirse mal cuando traspasan todos los límites y todas las líneas rojas de la vida y de la convivencia.
Como psicóloga, la principal reflexión que puedo ofrecer para quienes sí que tienen principios y ética es que no actúen con ingenuidad; recordemos que quien demuestra que es incapaz de respetar los límites más elementales no dudará en intentar aprovecharse de nuestra buena voluntad, incluso de nuestra ingenuidad.
«Quien vive de espaldas a sus principios renuncia a lo irrenunciable: a tener vida propia y sentirse bien cuando analiza sus comportamientos y se mira por dentro».
Reflexión final
Elige muy bien cuáles son los principios fundamentales de tu vida y no exijas imposibles, pero no renuncies a vivirlos de acuerdo con tu verdad. ¡Que tu ética y tus valores nunca te abandonen!
1 María Jesús Álava Reyes: Que nadie manipule tus emociones. La Esfera de los Libros.
2 María Jesús Álava Reyes: Trabajar sin sufrir. La Esfera de los Libros.