El cambio de ciclo político en Reino Unido abre la búsqueda de un reajuste de la relación del país con el bloque comercial, pero pasar de las palabras a los hechos no será fácil.
Redacción ‘MS’- De acuerdo con las previsiones de Crédito y Caución, el PIB británico seguirá en 2024 y 2025 por detrás de su potencial debido a limitaciones estructurales como la escasa inversión, la baja productividad y las barreras comerciales creadas por el Brexit. En este contexto de debilidad económica, la búsqueda de una relación más fluida del país con la Unión Europea, que supone el 52% de sus intercambios comerciales, se ha convertido en una prioridad estratégica para la nueva Administración. El cambio de tono hacia la Unión Europea es significativo, pero pasar de las palabras a los hechos no será fácil ante el compromiso de no reabrir negociaciones sobre aspectos fundamentales del acuerdo post-Brexit.
La atención inmediata se centra en un nuevo acuerdo alimentario y veterinario que simplifique los controles fronterizos de productos animales. Una relación más positiva con Europa en este terreno podría allanar el camino para facilitar el comercio en otros ámbitos y agilizar las cadenas de suministro en sectores como las industrias manufactureras, los servicios financieros, los servicios digitales, las empresas tecnológicas y la logística, que se encuentran entre los más afectados por la situación actual.
Sin embargo, los partidarios del Brexit se han apresurado a criticar la posibilidad de este nuevo acuerdo si supone aceptar la supervisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Por su parte, la Unión Europea no puede dar trato preferente a un país que ha rechazado las ventajas y obligaciones del bloque comercial. Cualquier cambio en el acuerdo de comercio y cooperación posterior al Brexit será lento, ya que tendrá que equilibrar cuidadosamente los intereses de Reino Unido y de los 27 Estados miembros de la Unión Europea.
Para sentar a la Unión Europea en una mesa de negociación, la nueva Administración británica debería ofrecer incentivos claros, pero cualquier insinuación de un mayor alineamiento normativo o una actitud más abierta a la libre circulación sería objeto de críticas internas por socavar el ideal del Brexit. En paralelo, la nueva Administración de Reino Unido seguirá esforzándose por cerrar nuevos tratados comerciales con el resto del mundo. Un acuerdo bilateral con Estados Unidos parece improbable a corto plazo, pero reanudará las negociaciones con países como India, Corea del Sur, Turquía o Suiza.