Desigualdad en la empresa: injusticias más allá del género

Por Eva García, socia fundadora en Coaching on Focus, consultora de RR.HH., Bioquímica y Neurocoach

Para entender la situación que vivimos hoy en día respecto a la desigualdad de género, debemos entender primero de dónde venimos.

En 1837, Charles Fourier hablaba por primera vez de feminismo para describir la liberación de la mujer, es decir, el primer paso hacia la igualdad seguido de otros hitos importantes como el primer sufragio donde las mujeres votaron en Nueva Zelanda en 1893 o la proclamación en 1911 del  Día Internacional de la Mujer rememorando las más de 100 mujeres muertas, víctimas del incendio de la fábrica textil  Triangle Shirtwaist en Nueva York.

Pero tendríamos que esperar hasta el 25 de marzo de 1957, en Roma, en la Firma del Tratado fundacional de la Unión Europea, para la inclusión del Principio de Igualdad de Trato entre hombres y mujeres.

Aunque realmente, fue la necesidad en la primera y la segunda guerra mundial de ocupar los puestos que dejaban libres los hombres que iban al campo de batalla, lo que permitió que la mujer accediera a puestos de trabajo típicamente masculinos.

«Aunque aquello no duró mucho, ya que, cuando regresaron los soldados, muchas de ellas fueron relegadas de estos puestos, pero sin duda, fue un punto de inflexión muy importante a nivel laboral».

Una curiosidad, que quizá no se conoce, es que el famoso cartel que hoy sirve de icono para mostrar el empoderamiento de las mujeres, está inspirado en una portada del Saturday Evening Post del año 1943, Rosie la remachadora, mostrando orgullosa su instrumento de trabajo, con la fiambrera bajo el brazo y pisando un ejemplar de “Mi lucha”. Este gesto sirvió de tributo a todas aquellas mujeres que participaron en la lucha contra el nazismo y asumieron roles hasta entonces no accesibles ni esperados.

A día de hoy, la desigualdad laboral y la discriminación no solamente ocurren por razón de género; de hecho, en las últimas décadas se están sufriendo cada vez más desigualdades por razón de sexo, edad, diferencias en capacidades, religión o nacionalidad.

Muchos de estos colectivos “diferentes”, según los que se denominan “normales”, sufren hoy discriminación laboral. Quizá estemos más sensibilizados con la discriminación por razón de género y comencemos a ser conscientes de la gran cantidad de micromachismos que hay incrustados en nuestra cultura, pero ello no significa que no debamos ocuparnos del resto de discriminaciones que cada vez son más comunes.

«Casi 70 años han pasado desde el tratado de Roma y no hemos avanzado al ritmo deseado. Independientemente del lugar donde nos encontremos, solemos encontrarnos que  los puestos importantes en casi todos los ámbitos, ya sean laborales, económicos, religiosos, etc.. se encuentran, exclusiva o mayoritariamente, en manos de hombres».

La realidad que vivimos es muy diferente a la deseada a estas alturas. Este pasado mes de Enero, la prensa nos sorprendía en pleno SXXI y en el corazón de Madrid, ciudad cosmopolita y referente en igualdad, con la noticia de un proceso de selección para una aerolínea en el que las candidatas fueron obligadas a quedarse en ropa interior para poder ser contratadas.

Cierto que tenemos también mucho que celebrar por los logros conseguidos. En los últimos treinta años, se han logrado grandes avances en el ámbito de la igualdad de oportunidades en el trabajo  y son cada vez más las empresas que se plantean la importancia de incorporar medidas y estrategias que favorezcan la igualdad de oportunidades para diferentes  grupos desfavorecidos.

¿Cómo podemos acabar con los micromachismos y los sesgos inconscientes en la empresa?

Sin duda las empresas tienen un gran hito por delante para luchar contra la desigualdad laboral.

No es suficiente con que el uso del lenguaje inclusivo. Cierto es que hemos avanzado mucho en ese sentido. Es raro encontrar ofertas de trabajo en las que se pida un género en concreto o encontrar salarios diferentes para el mismo puesto lo cubra una mujer o un hombre.

Está claro que comenzamos a dominar la discriminación directa. Sabemos camuflarla para que no se note. Sin embargo, son las discriminaciones indirectas las que más nos deberían preocupar; aquellas que surgen de la sociedad y de la aplicación incorrecta de normas neutras.

Los datos hablan por sí mismos: 9 de cada 10 procesos de contratación tienen sesgos que afectan a la inclusión o igualdad. (Fuente: estudio Hiwok. Observatorio de RRHH)

Según este artículo, los sesgos inconscientes más importantes en la contratación son:

  • Dar mayores oportunidades a personas que consideramos mejor formadas por donde vienen  o lo que han estudiado
  • Edad, no contratación de perfiles senior, un 80% por debajo de 50 años, se contrata a los jóvenes para trabajos de baja cualificación
  • Género, las mujeres un 33% menos
  • Raza, más común de lo que pensamos

La buena noticia es que estos sesgos se pueden minimizar para disminuir estas discriminaciones. Algunas de las acciones que deberían llevar a cabo las empresas son:

  • Elaboración de un Plan de Igualdad e Inclusión con medidas preventivas para los diferentes tipos de discriminación laboral
  • Acciones de sensibilización: jornadas, comunicados, difusión y promoción de la cultura de empresa al respecto
  • Acciones de formación concretas:
  • Reducción de los sesgos inconscientes
  • Cultura de igualdad en la empresa
  • Lenguaje inclusivo en la comunicación
  • Igualdad en plantillas con diversidad

Desde Coaching On focus estamos muy sensibilizadas con la igualdad en todas sus vertientes. La formación de los equipos en igualdad es fundamental para cambiar el Mindset, porque aunque cambie la legislación, poco podremos conseguir si no cambiamos nuestras creencias y luchamos contra muchas normas sociales que siguen manteniendo actitudes y conductas no igualitarias.

Lo importante, es que estamos en el camino correcto. ¡Sigamos andando JUNT@s ¡