El 80 por ciento de las personas con Asperger en todo el planeta se encuentran en situación de desempleo

Redacción ‘MS’- El actual trastorno del espectro autista (TEA) engloba una serie de cuadros que anteriormente se incluían en los llamados Trastornos Generalizados del Desarrollo, como son el autismo, el trastorno de Rett, el trastorno desintegrativo infantil y el trastorno de Asperger.

Este último, tal y como explica el doctor José Ignacio Ibáñez Aramayo, psiquiatra infantil de IMQ, en el marco del 18 de febrero, Día Internacional del Síndrome de Asperger, “tiene sus particularidades ya que se suele encuadrar entre los llamados autismos de alto funcionamiento”. A los niños y niñas con este síndrome se les diagnostica generalmente después de los tres años, aunque la mayoría de ellos recibe dicho diagnóstico entre los cinco y los nueve años de edad.

«Al contrario que otros trastornos del TEA, en el síndrome de Asperger no suele haber alteración del lenguaje ni del aprendizaje, pero sí suele ser habitual que tengan hipersensibilidad sensorial (ruidos, luces, olores, sabores). En general prefieren estar solos pero no rehúyen el contacto, aunque les suele incomodar la excesiva proximidad, a veces les cuesta mantener la mirada y no manejan bien el lenguaje corporal siendo poco expresivos”.

José Ignacio Ibáñez Aramayo, psiquiatra infantil de IMQ.

Las personas con el síndrome de Asperger “tienen un lenguaje y vocabulario rico pero particular, ya que a veces parece rebuscado, con un tono monótono y sin entonación, y suelen tomar lo que se les dice al pie de la letra, no entendiendo las bromas, los chistes, etcétera. Suelen tener una serie de temas preferidos sobre los que hablan continuamente y sobre los que vuelven de forma recurrente”, detalla el psiquiatra infantil de IMQ.

Otra característica de las personas con este síndrome consiste en que “prefieren las actividades mecánicas a los juegos creativos, teniendo algunas dificultades con la simbolización y el pensamiento abstracto, y siendo bastante rutinarios y de costumbres fijas, destacando en actividades clasificatorias”.

“Una de las principales preguntas que se hacen es sobre la dificultad de las relaciones, de por qué se les trata de modo distinto, o se les burla, etcétera. Y esto conlleva un sufrimiento importante, con momentos de angustia y desesperación por sentirse distintos y diferentes. Y esto afecta también a los familiares, por lo que es importante un abordaje integral, individual de un lado y familiar de otro. De este modo, les podemos apoyar y ayudar a encontrar su manera de vivir en el mundo, con sus particularidades y a que sean aceptados como son. Ni mejor ni peor que otros, diferentes”.

José Ignacio Ibáñez Aramayo, psiquiatra infantil de IMQ.

Consejos para relacionarse mejor con una persona con el síndrome de Asperger

Algunos consejos que, desde la Confederación Autismo España, se proponen para mejorar la relación con este colectivo de personas, que presentan esta forma de ‘discapacidad social’ y cuya tasa de paro ronda el 80 %, según la Organización Mundial de la Salud, se refieren a empatizar con su experiencia, aunque sea distinta a lo ‘convencional’; interesarse por conocer sus gustos e intereses, sus puntos fuertes y débiles y las cosas que son importantes para ellos; y, en las conversaciones, hacer explícitos algunos conceptos que para la mayor parte de las personas son obvios, especialmente los relativos a las relaciones sociales”.

Desde la confederación también abogan por utilizar un lenguaje directo y concreto, sin ambigüedades o dobles sentidos; tener presente que sus comportamientos no son caprichosos o intencionados y que reflejan una manera distinta de comprender y desenvolverse en el mundo; y entender la importancia de sus rutinas y ‘rigideces’, ya que son elementos que les proporcionan seguridad. También aconsejan preguntar a la persona con síndrome de Asperger cuál es la mejor manera de apoyarle. “Él o ella te sabrá explicar cómo prefiere que le ayuden”.