IMQ: Cuando san Valentín no hace milagros… terapia de pareja

Redacción ‘MS’- El 14 de febrero, día de san Valentín, o día de los enamorados, como ya es conocido, conmemora anualmente la celebración del amor y la amistad. Sin embargo, como si de una moneda se tratase, ese amor (anverso), tiene un reverso (desamor). Afortunadamente, cuando san Valentín ya no puede seguir haciendo milagros en una relación de pareja, la psicología y la psiquiatría pueden ser de ayuda a través de la terapia de pareja.

Tal y como muestran los últimos datos de la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2022, en ese año, se produjeron en Euskadi 3.167 disoluciones matrimoniales, repartidas en 3.070 divorcios, 96 separaciones y una única nulidad.

Así lo detalla IMQ a través de un reciente comunicado.

Según señala Juan Uribe, psicoterapeuta de IMQ Amsa, «cuando una relación entra en crisis, se puede acudir a terapia de pareja, un recurso que ha probado claramente su eficacia con cerca de un 70% de casos que refieren haber mejorado mucho con el tratamiento».

En este mismo sentido, el Dr. Bosco Anguiano, psiquiatra de IMQ destaca que «los problemas de pareja, como la dependencia emocional, el maltrato psicológico, los celos, las crisis en la pareja por parte de uno de los dos miembros, y otros posibles, pueden ser abordados por diferentes tipos de terapias psicológicas para parejas, que pueden  ayudar a mejorar la comunicación de ambos individuos, y a controlar los impulsos, las emociones y los conflictos de la relación».

Entre estos tipos de terapias, el Dr. Anguiano pone como ejemplo la terapia sistémica, «una de las más utilizadas para resolver problemas familiares y de pareja». Según detalla el psiquiatra de IMQ, esta terapia se encarga de darle importancia a las relaciones sociales en la vida de las personas y se desarrolla de manera conjunta con otros miembros del entorno (pareja o familia).

Así, esta terapia considera que la manera en la que interactúan las personas está ligada al funcionamiento de su entorno social, con el cual se crea un sistema. «Las dificultades que el paciente pueda tener son una expresión de que algo va mal en sus grupos sociales. Esta terapia propone nuevos modos de interacción con nuestro grupo social. La idea es buscar alternativas a las dinámicas que no funcionan en nuestras relaciones», destaca el Dr. Bosco Anguiano.

En general, la terapia de pareja puede durar de 6 a 9 meses pero, «desgraciadamente», muchas veces se abandona antes de tiempo sin que se llegue a desarrollar totalmente su potencial; normalmente, porque uno de los miembros ya ha tomado la decisión de separarse y ha acudido para tener la conciencia tranquila de haberlo “intentado todo”, o porque la relación está tan deteriorada que la pareja no ve ninguna esperanza de arreglarse. «Por eso hay que acudir a terapia antes de que sea demasiado tarde y cuando el alejamiento o el rencor no son tan grandes como el amor o las ganas de mantener un proyecto común», pone de relieve Juan Uribe, psicoterapeuta de IMQ Amsa.

Entre los motivos más habituales por los que las parejas se van deteriorando el psicoterapeuta cita «el aburrimiento, la llegada de los hijos, el estrés laboral, problemas económicos, la relación con las familias de origen, infidelidades, distintos planes de vida o problemas en la sexualidad».

Durante la terapia conjunta se analiza la historia de la pareja y las diferentes dificultades que ha ido viviendo desde el origen, con el fin de entender cómo ha llegado a la situación actual. En el trabajo de terapia se busca mejorar la comunicación para fomentar la empatía y llegar a comprender al otro, aprender a discutir, tomar decisiones, pactar, perdonar, etc.

«También es importante analizar patrones de interdependencia patológicos que al principio puede que funcionen bien pero a la larga se suelen enquistar y generar sufrimiento (autoritario-sumiso, idealizado-denigrado, seguro-inseguro, cuidador-necesitado, fuerte-débil…) y los apegos complicados y valores educacionales que cada uno trae de su propia familia, ya que inevitablemente van a ponerse de manifiesto en el matrimonio y la crianza», destaca Juan Uribe.

A este respecto, el experto cita que «es fundamental» también ver qué aspectos de la propia personalidad están afectando a la relación de pareja para saber por dónde se puede mejorar. «El ser excesivamente exigente o pasota, narcisista o inseguro, sociable o retraído, activo o parado, atrevido o cauteloso, etcétera, condicionará las discusiones y el alejamiento emocional de los cónyuges. E, igualmente, entender cada uno que hay algunos aspectos del otro que nunca va a poder cambiar y, por lo tanto, tiene que aceptar tal y como son», apunta el psicoterapeuta de IMQ Amsa.

Si los miembros de la pareja hacen el esfuerzo de «transitar por este camino que es la terapia pueden llegar a mejorar en sus problemas y continuar juntos y felices por mucho tiempo». Y en el caso de que la pareja haya decidido definitivamente separarse también es recomendable hacer unas cuantas sesiones para poder hacerlo de la forma lo más civilizada y amistosa posible: «esas situaciones son a menudo fuente de fuertes conflictos que pueden generar un rencor de por vida y eso sí que es una auténtica pena».