IMQ: Uno de cada dos pacientes con enfermedades crónicas no cumple correctamente el tratamiento

Redacción ‘MS’- Con el lema ‘Impulsa tu adherencia, gana salud’, más de 120 servicios de farmacia de hospitales de todo el Estado, entre ellos la Clínica IMQ Zorrotzaurre, conmemoraron el 15 de noviembre la 14.ª edición del Día de la adherencia e información de los medicamentos. Esta efeméride se lleva a cabo con el objetivo de concienciar del papel protagonista del paciente sobre la adherencia y también del papel importante que desempeñan las y los farmacéuticos hospitalarios para favorecer la adherencia de dichos pacientes. Así lo detalla IMQ a través de un comunicado.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el término adherencia como el grado en que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta, o la modificación de los hábitos de vida, se ajusta a las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario.

Y es que no es una cuestión baladí. Tal y como pone de manifiesto Xabier Antón Méndez, farmacéutico hospitalario de la Clínica IMQ Zorrotzaurre, el mayor centro hospitalario privado de Euskadi, «dejar de seguir el tratamiento de una enfermedad crónica sin síntomas condicionará el éxito del tratamiento. Hasta el 50% de los pacientes con enfermedades crónicas no cumple correctamente el tratamiento prescrito en los países desarrollados».

Consecuencias

Frases históricas tan simples como “los medicamentos no funcionan en aquellos pacientes que no los toman”, parecen hacer referencia a la relación entre la falta de establecimiento de rutinas adecuadas por parte del paciente y el fracaso terapéutico. Pero ¿qué consecuencias tiene en realidad la falta de adherencia al tratamiento?

«En primer lugar, se encuentran las consecuencias clínicas. Por ejemplo, una respuesta terapéutica deficiente (retraso en la curación, aumento de la probabilidad o frecuencia de recaídas, aparición de complicaciones); falsa percepción de la escasa efectividad del tratamiento, que supone aumentar o disminuir la dosis del medicamento; o una sustitución innecesaria del tratamiento original por otro que supone un mayor riesgo de desarrollar efectos adversos», detalla Xabier Antón quien, en este aspecto, también alerta de la existencia de «un riesgo intoxicación de miembros de la familia (por ejemplo, niños) o automedicación por acumulación innecesaria de medicamentos no consumidos por el paciente».

Pero las consecuencias no se acaban ahí. «También se encuentran las consecuencias psicosociales, por ejemplo, en las complicaciones o secuelas que suponen una carga de sufrimiento físico; o, por otro lado, en el deterioro en la calidad de vida del paciente que conlleva un retraso en la curación de una enfermedad por una mala adherencia».

También existen consecuencias económicas: «aumento del gasto económico en medicamentos que no se consumen, pérdidas económicas por absentismo laboral a causa de una enfermedad incorrectamente tratada, etcétera».

Desconocimiento

Pero, ¿sabe el paciente lo suficiente sobre el significado de la adherencia, los factores que pueden condicionarla y la importancia de la misma en la consecución de los objetivos que se le plantean?

«La adherencia a un tratamiento engloba varios factores, en este caso, relacionados con el paciente, su entorno, la medicación y la calidad de la atención sanitaria. En primer lugar, la prescripción médica y la información al paciente ofrecida por parte del farmacéutico marcan las bases a seguir del tratamiento. Es esencial que las indicaciones sean claras y precisas, para que el paciente las interprete con éxito. Aquí, la capacidad del facultativo para ofrecer puntos de anclaje para la síntesis de la información esencial y su asimilación, resulta indispensable», destaca el farmacéutico hospitalario de IMQ.

Una vez ha comenzado el tratamiento, el respaldo de familiares, amigos y la disponibilidad de diferentes herramientas sociales, orientan hacia el convencimiento del paciente sobre lo que está ocurriendo. Un entorno adecuado de apoyo y soporte, facilita el éxito en la adherencia al tratamiento por el paciente que inicia un nuevo tratamiento.

El experto hace especial hincapié en «la influencia positiva de un entorno favorable en los pacientes más vulnerables, como los niños, los ancianos, los que sufren una discapacidad o los que tienen dificultades de comprensión de su enfermedad o su tratamiento». En estos aspectos, la figura del farmacéutico hospitalario es esencial.

Asimismo, existen factores de riesgo de no adherencia relacionados con la medicación, entre ellos, la frecuencia de dosificación, la duración de los tratamientos y la existencia de efectos indeseados (a mayor número de efectos indeseados, menor adherencia al tratamiento).

«Estos son el presente y el futuro que queremos. Es el momento de poner al paciente en el centro, escuchar cómo percibe su situación antes de comenzar el tratamiento e implementar en la medida de lo posible el uso de cuestionarios validados y medidas de resultados, y de experiencias informadas por el paciente (Patient Reported Outcomes Measures, PROM, y Patient Reported Experience Measures, PREM) para darle el protagonismo que merece», concluye el farmacéutico de IMQ.