IMQ Zorrotzaurre, una década trabajando por la seguridad del paciente

Redacción ‘MS’- «¿Por qué me ponen una pulsera? ¿Por qué me preguntan una y otra vez cómo me llamo? ¿Por qué ponen esas etiquetas de colores en los medicamentos? ¿Por qué tengo que volver a leer y firmar los documentos? ¿Por qué me explican una y otra vez las cosas? ¿Otra vez me preguntan por mis alergias? ¿Y una vez más, la medicación que tomo en casa? ¿Qué si he venido en ayunas o no? ¿Por qué no puedo ponerme esas zapatillas para estar en mi habitación? ¿Y, para colmo, me preguntan en el quirófano que quién soy y de qué me voy a operar? ¿Es que no tienen una historia clínica en la que vean que me opero de la pierna derecha?».

Si alguna vez ha acudido como paciente a un hospital, puede que le hayan hecho alguna de éstas u otras muchas preguntas de este tipo. Quizá, lejos de darle una sensación de seguridad, incluso le hayan podido producir desasosiego. Sin embargo, al contrario de lo que puede parecer en una primera impresión, las preguntas reiteradas sobre la identidad del paciente, sus tratamientos, patologías y antecedentes, son un indicador favorable de seguridad clínica. Un indicio de que la posibilidad de que algo pueda salir mal, se reduce todo lo posible. Y para lograr el éxito en la búsqueda de este objetivo, la implicación de los pacientes durante su asistencia sanitaria es un elemento fundamental y absolutamente necesario para trabajar en la seguridad clínica.

Y es que este domingo, como cada 17 de septiembre, se conmemora el Día Mundial de la Seguridad del Paciente 2023, que este año lleva por tema ‘Involucrar a los pacientes en la seguridad del paciente’, en reconocimiento del papel clave que desempeñan, junto a las familias, los cuidadores y las instituciones en la seguridad de la atención de la salud.

«En los hospitales somos conscientes de que el ‘riesgo cero’ no existe y, de manera general, en el sector sanitario. La combinación de factores humanos, estructurales, tecnológicos de diversa índole puede dar como resultado una interacción negativa en la asistencia sanitaria, provocando lo que se conoce como ‘eventos adversos’, algunos con daños fatales», destaca Isabel Urrutia directora de Calidad y Seguridad del Paciente de las clínicas IMQ.

Precisamente la Clínica IMQ Zorrotzaurre, cumple este 2023 su décimo aniversario desde que en 2013 se convirtiera en el primer hospital vasco en acreditarse con el modelo más riguroso, exigente y prestigioso del ámbito internacional respecto a la seguridad Clínica, la Joint Commission International, marchamo cuya última reacreditación se ha logrado por cuarta vez consecutiva el pasado mes de junio.

«Apostar por modelos de acreditación como la Joint Commission o la certificación en la Norma de Seguridad del paciente UNE 179.003 (desde el año 2016), nos exige y obliga a seguir mejorando y avanzando por la seguridad clínica», destaca Urrutia.

Han sido muchos los proyectos e iniciativas llevadas a cabo por IMQ en sus clínicas a lo largo de esta década, ligadas a la calidad y seguridad clínica. En todas ellas, la involucración del paciente ha sido y es fundamental. Entre las más destacada figuran:

Identificación inequívoca del paciente. Se puede dar el caso de dos pacientes con el mismo nombre y apellidos e, incluso, que coincidan en edad y en patología. Por eso no solo los profesionales miran las pulseras (nombre, dos apellidos, fecha de nacimiento, número de historia clínica y otros), sino que los preguntan también al paciente y/o al familiar como un doble sistema de seguridad.

Lista de comprobación (checklist) quirúrgica. Se trata de una metodología muy similar a las utilizadas en los sectores aeronáutico y nuclear, en la que se verifican una serie de aspectos, antes, durante y después de la cirugía. Y en la primera fase, el paciente vuelve a estar implicado, ya que se verifica con él lo que figura en su historia clínica.

Seguridad con la medicación. Son habituales las preguntas sobre alergias, otros tratamientos en curso, conservación de la medicación, caducidad, etc. En algunos casos, se aportan guías informativas sobre la medicación a tomar, así como respuestas a las preguntas más frecuentes.

Reducir el riesgo de accidentes y caídas. En estos casos, la colaboración del paciente y del familiar es esencial. En los pacientes que tienen riesgo de caída siempre se insiste en que se avise al personal para levantarse e ir al baño, por ejemplo. También se incide en que el calzado que se traiga sea cerrado, para evitar tropiezos y que siempre se sigan las recomendaciones del personal en base al riesgo de caídas de cada paciente.

Información clínica actualizada. Las decisiones médicas o clínicas se basan en la información que se aporta cuando el paciente ingresa. Por ello, los profesionales sanitarios realizan diferentes preguntas de manera estructurada, para que el paciente pueda ir aportando la información de manera ordenada.

Lavado de manos y uso de mascarilla. Se popularizaron durante la pandemia, pero mucho antes, en 2012, IMQ colocó dispensadores de soluciones hidroalcohólicas. La mascarilla se emplea ya de manera habitual siempre que esté indicada (gripe, covid…).

Además de las iniciativas de implicación de los pacientes, en IMQ existen otras con impacto directo en su seguridad, como por ejemplo, la configuración de nuevas habitaciones inteligentes con sensores remotos conectados al control de enfermería, la digitalización de historiales, pruebas, etc., la implementación del historial dosimétrico del paciente, rediseño de circuitos asistenciales y formación continuada de los profesionales.