La cara positiva del riesgo

Por María Ameijeiras, directora general de AyF Correduría de Seguros.

¿Es este título una incongruencia? Cuando pensamos en todos los riesgos a los que estamos expuestos en nuestra vida cotidiana, sea en nuestro entorno particular como en nuestra actividad profesional, solemos tener una percepción negativa de dicho análisis. Sin embargo, existe una cara B del riesgo. Podemos definir el riesgo como la combinación de la probabilidad de un suceso y sus consecuencias, consecuencias que pueden ser tanto oportunidades como amenazas para conseguir nuestros objetivos.

El riesgo es un elemento natural en nuestra vida y está siempre presente en nuestra toma de decisiones, sobre todo si hablamos de un entorno empresarial. Como dijo Mark Zuckerberg “El mayor riesgo es no tomar ningún riesgo”. No se trata de no correr riesgos, sino de saber que existen, identificarlos y, como suelo decir, mirarlos de frente para poder gestionarlos adecuadamente.

Por lo general, existe una deficiente cultura en gestión del riesgo. Por otro lado, el momento de la transferencia del riesgo para mitigarlo al mercado asegurador, suele tener la mayoría de las veces connotaciones negativas. Una de las razones, podría ser que el mayor impulso dado en la penetración del seguro, al menos en este país, vino de la mano de la Ley de Uso y circulación de Vehículos a Motor en la década de los sesenta. Y es posible que, el hecho de que el seguro del automóvil haya sido siempre obligatorio y el más extendido entre nuestra población influya también en la percepción que se tiene del seguro. El seguro se suele ver más como gasto inevitable que como una herramienta de control del riesgo y de prevención. No sé si es una teoría excesivamente simplista pero sinceramente pienso en que esta influencia existe.

«Por lo general, existe una deficiente cultura en gestión del riesgo. Por otro lado, el momento de la transferencia del riesgo para mitigarlo al mercado asegurador, suele tener la mayoría de las veces connotaciones negativas».

Sin embargo, una buena gestión del riesgo es fundamental para la consecución de nuestros objetivos tanto a nivel particular como empresarial. Y es precisamente, en este proceso, en donde podemos descubrir oportunidades además de amenazas. Se introduce así una doble visión, el lado positivo y el lado negativo del riesgo.

Me quedo evidentemente con el positivo que es el que presenta el riesgo como oportunidad. Este concepto lo introduce en la disciplina de gerencia de riesgos la norma ISO 31000.

Además, una buena gestión de riesgos a todos los niveles introduce también una manera de vida más responsable, segura y sostenible. Enfocar el riesgo desde su lado positivo es buscar oportunidades en esa gestión, estableciendo controles para que las amenazas, si no conseguimos que sean retos que superar, minimicen al menos sus consecuencias negativas. Controles en primer lugar internos mediante seguridad, previsión, prevención etc. y posteriormente controles externos como el de su transferencia al mercado o incluso la decisión de evitarlos.

«Una buena gestión del riesgo es fundamental para la consecución de nuestros objetivos tanto a nivel particular como empresarial».

Por ello creo fundamental, poner más el foco en políticas que se encarguen de aumentar la cultura de gestión del riesgo desde una edad temprana. No podemos ir por la vida pensando que a nosotros no nos va a pasar ese suceso que observamos por la televisión o leemos en la prensa. Tenemos ejemplos recientes de que las cosas pasan cuando menos te lo esperas: eventos extraordinarios que suceden como consecuencia del cambio climático, inundaciones, incendios, etc. y en muchos casos, por desgracia, les suceden a personas que no tienen seguro en sus hogares o en sus negocios. Personas que están poniendo en riesgo todo su patrimonio a diario sin ser conscientes de la importancia del seguro para minimizar y/o paliar ese riesgo.

Nosotros, los corredores, estamos acostumbrados a ver muchos casos de pymes que se preocupan sólo de poner medidas de prevención contra incendios en sus naves cuando las aseguradoras, después de una inspección de riesgos, se lo exigen para poderlas asegurar. O, por ejemplo, todos hemos visto recientemente el caso Magrudis. ¿Cómo puede ser que sectores tan sensibles para la salud como la alimentación, no tengan en orden sus coberturas en relación con la exposición del riesgo que manejan? También los corredores de seguros estamos muy acostumbrados a ver, en el cliente particular, ciertas posturas poco responsables y desde mi punto de vista, sumamente egoístas, por ejemplo, cuando no quieren contratar un seguro de vida que cubra el poder mantener la calidad de vida de su familia si faltan, porque no quieren ni plantearse el hecho de que en algún momento pueden morir o a sufrir una discapacidad; no les gusta hablar de eso. En resumen, estos son ejemplos de no querer ver la parte positiva del riesgo que es la de gestionarlo para poder ejercer el máximo control posible sobre él.

«Creo fundamental poner más el foco en políticas que se encarguen de aumentar la cultura de gestión del riesgo desde una edad temprana».

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta inicial es no. Si queremos vivir en un mundo más seguro y sostenible tenemos que activar la cara B de los riesgos, ejerciendo sobre ellos una gestión responsable. Esa es la parte positiva del riesgo: sólo siendo conscientes de su existencia (y hay muchos más riesgos en la vida de los que creemos) podemos pasar de ser sujetos pasivos, que simplemente se exponen a los riesgos, a sujetos activos que aprenden a conocerlos y gestionarlos. Además de las cuestiones puramente económicas o de patrimonio, ser conscientes del riesgo y actuar sobre él nos ayuda, qué duda cabe, a controlar mejor nuestras propias vidas.

«Si queremos vivir en un mundo más seguro y sostenible tenemos que activar la cara B de los riesgos, ejerciendo sobre ellos una gestión responsable».

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