La inflación se traduce en menos efectivo y más deuda para las empresas

Redacción ‘MS’- Solunion comparte un informe de uno de sus accionistas, Allianz Trade, sobre cómo, debido al entorno inflacionista, las reservas de efectivo están disminuyendo a medida que aumentan las necesidades de capital circulante y cómo ha llevado a las empresas a aumentar su apalancamiento: “Inflation means less cash and more debt for companies”.

He aquí algunas de sus principales conclusiones:

  • Aunque la última temporada de resultados ha superado las previsiones en cuanto a ingresos, ya que solo cuatro de los 24 sectores han registrado un descenso de los mismos, la mitad de ellos ha notificado caídas interanuales de los beneficios. Las previsiones también indican que el dinamismo se está diluyendo: las tasas de crecimiento de los ingresos del tercer trimestre se han revisado a la baja para América Latina, APAC y los mercados emergentes, y para 15 sectores en todo el mundo.

 

  • Las reservas de efectivo siguen siendo elevadas, pero están disminuyendo.  A pesar de superar los niveles de 2019 en un 30% en Europa y en un 50% en EE.UU., a partir del segundo trimestre de 2022 las reservas de efectivo están reduciéndose, ya que la mayoría de las empresas, tanto en EE.UU. como en Europa, han estado quemando efectivo a lo largo de este 2022.

 

  • Debido al entorno inflacionista, las necesidades de capital circulante (WCR) subieron +6 días de facturación hasta alcanzar los 71 en EE. UU. y +10 días, hasta los 64, en Europa. Esto ha llevado a las empresas a aumentar su apalancamiento. Al mismo tiempo, la subida de los tipos de interés también está provocando un incremento de los gastos por intereses, especialmente en Europa (+20% ajustado por la variación de la deuda a largo plazo).

 

  • En consecuencia, los países, sectores y empresas se enfrentan ahora a diversos desafíos. La crisis energética podría suponer un duro golpe en Europa para los sectores intensivos en energía (electricidad, papel, metales, ferrocarriles, productos químicos, etc.), mientras que la fortaleza del dólar podría perjudicar a los sectores exportadores de Estados Unidos. El gasto discrecional y la construcción también estarían amenazados; y la energía, por su parte, debería seguir funcionando bien, aunque corre el riesgo de afrontar medidas políticas (por ejemplo, un impuesto sobre los «superbeneficios»).