La nube, motor de las aseguradoras tras la pandemia

Por Juan Carlos Sánchez de la Fuente, Regional Director Iberia de Cloudera.

El sector asegurador se encuentra en terreno desconocido desde la irrupción de la COVID-19, ya que los modelos tradicionales están siendo reescritos sobre la marcha y las aseguradoras están abordando el eterno conflicto entre los viejos estándares y la nueva normalidad.

Las compañías no pudieron prever una pandemia global que afectó a sus clientes ya que los modelos, datos y sistemas, extraordinariamente asentados durante décadas, no pudieron detectarla. Las circunstancias han impulsado a la industria aseguradora, tradicionalmente lenta a la hora de evolucionar, hacia una transformación digital acelerada. La investigación, los nuevos procesos y el análisis de datos juegan un papel fundamental a partir de ahora.

«La situación ha cambiado por completo y los métodos tradicionales como la visita de un perito o las citas médicas en persona ya no pueden aplicarse en plena pandemia. El seguro es un negocio de datos. El coronavirus ha eliminado las metodologías tradicionales de recopilarlos. La buena noticia es que la transformación digital ofrece a las empresas nuevas formas de mejorar los modelos anteriores».

Las aseguradoras ahora confían en imágenes de drones y de satélite, en publicaciones en redes sociales y en aplicaciones móviles que recogen datos de los clientes. Se estima que, en la actualidad, aproximadamente 200 millones de médicos y científicos están empleando cantidades masivas de datos en la búsqueda de soluciones contra la COVID-19.

La evolución de la tecnología en la nube es fundamental para las aseguradoras, ya que permite el almacenamiento de datos y que estos se mezclen y escalen más rápido que nunca con procesos y modelos basados en análisis en tiempo real. Mediante la aplicación de plataformas o ecosistemas basados en la nube, las aseguradoras son capaces de procesar cientos de terabytes (TBs) de datos con una velocidad hasta un 50 % superior. Los tiempos de respuesta se reducen hasta en un 70 %, y estas herramientas contribuyen a mitigar riesgos y a cumplir las políticas de compliance en la línea del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Con los nuevos flujos de datos, las aseguradoras pueden ofrecer servicios más personalizados, oportunos y relevantes que nunca.

«Durante la pandemia, mientras muchos trabajadores han tenido que reubicar sus lugares de trabajo, las aseguradoras se han beneficiado del almacenamiento en la nube y de la computación en combinación con sus sistemas locales para su uso diario. En una industria tan reacia al riesgo, esta circunstancia supone un gran atractivo. Pese a que estamos en terreno desconocido, la industria aseguradora presenta ciertas certidumbres evolucionando hacia la digitalización. Lo que empezó como una evolución forzada puede acabar convirtiéndose en la fuerza motriz de la revolución de los seguros».

Los clientes de hoy en día esperan que los servicios que reciben sean personalizados. El seguro no es una excepción a la norma. Esta información personalizada la consiguen las aseguradoras mediante el Internet of Behavior, que supone un paso más allá en el IoT, obteniendo, con la interconexión de dispositivos, grandes fuentes de datos. Estos los ha podido generar el usuario voluntariamente o bien se consiguen a través del rastreo de un smartphone, que genera una información muy valiosa sobre el cliente.

En el momento de la renovación, las consideraciones más importantes para el cliente son el precio y el servicio.

Por un lado, para proporcionar el mejor precio, las compañías aseguradoras necesitan conocer bien al cliente y eso se consigue con los datos, que nos ayudan a mejorar las evaluaciones de riesgo y los modelos de suscripción, así como con dispositivos inteligentes, geolocalización y telemática.

Además, en los últimos tiempos, muchas empresas han optado por el pay per use, especialmente, las compañías del sector de la automoción. Son seguros que se utilizan por días y que dan respuesta a una demanda, especialmente significativa en el uso de segundos automóviles. Se trata de un servicio rápido y económico, que beneficia tanto a consumidores como a empresas.

En cuanto a la calidad del servicio, las aseguradoras tienen la oportunidad de satisfacer al cliente con el uso del Internet de las Cosas. Ya sea rastreando la conducción con la telemática para compensar a los conductores seguros, monitorizando los niveles de insulina o de frecuencia cardíaca a nivel sanitario para enviar alertas, o geolocalizando a un cliente que realiza un viaje, para informarle de una emergencia en el que se encuentra. Además, algunas firmas del sector están utilizando estas tecnologías para detectar el fraude -especialmente, en lo referente a las reclamaciones- en todo tipo de seguros.

La rapidez del cambio impide prever lo que va a pasar en la próxima década, pero la propia evolución de los hábitos de ciudadanos y empresas es el principal aspecto que deberán controlar las aseguradoras en un entorno desafiante. Las compañías que sean capaces de gestionar mejor la información en un entorno híbrido y en tiempo real, tendrán mucho camino recorrido.