Las mascarillas, aliadas de las personas con asma para reducir la exposición a partículas perjudiciales

Redacción ‘MS’- Existe una creciente evidencia con respecto a la importancia de la contaminación ambiental, en cuanto a su relación con la aparición de asma y la presencia de agudizaciones. En este sentido, «la exposición a niveles elevados de material particulado (partículas diésel), ozono, anhídrido sulfuroso y óxido nitroso pueden precipitar la aparición de síntomas, que se reflejan en un aumento del número de consultas y hospitalizaciones por agudización de la enfermedad». En este contexto, tanto el descenso en el consumo de combustibles fósiles por una menor circulación en las carreteras como el uso de mascarillas por parte de la población debidos a la pandemia de COVID-19, «parece que son dos circunstancias que redundan en un menor riesgo de sufrir agudizaciones por parte de las personas con asma, aunque es necesaria más investigación en este aspecto. No obstante, por supuesto que se recomienda el uso de mascarilla en asmáticos», destaca la Dra. Raquel Sánchez Juez, neumóloga de IMQ.

En el contexto de la celebración del Día Mundial del Asma, la experta recuerda, retomando la postura de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) que «los pacientes asmáticos con COVID-19 no tienen mayor riesgo de ser hospitalizados respecto a los no asmáticos y su riesgo de ser intubados no es mayor al conjunto de pacientes que ingresan por COVID-19. No obstante, las personas con asma han de seguir con rigor las medidas preventivas, incluyendo el uso de mascarilla, tal y como recomiendan las sociedades científicas».

Mitos y verdades sobre el asma

El tema del Día Mundial del Asma (organizado por la Iniciativa Global para el Asma) este año es ‘Descubriendo conceptos erróneos del asma’. Los conceptos erróneos comunes que rodean el asma incluyen: el asma es una enfermedad infantil; el asma es infecciosa; los enfermos de asma no deben hacer ejercicio; y el asma sólo es controlable con esteroides en dosis altas.

Sin embargo, la verdad es que el asma puede ocurrir a cualquier edad (en niños, adolescentes, adultos y ancianos); el asma no es infecciosa; las personas con asma bien controlado pueden realizar ejercicio; y el asma es controlable frecuentemente con esteroides inhalados en dosis bajas.

Causas, diagnóstico, tratamiento

El asma se considera actualmente una de las principales enfermedades no transmisibles en el mundo. Es un síndrome que incluye diversos fenotipos clínicos que comparten características clínicas similares, pero de origen diferente.

«Hasta no hace mucho se consideraba como una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias, en la que están involucrados distintos tipos de células y mediadores de la inflamación, que producen una obstrucción variable al flujo aéreo, total o parcialmente reversible. Esta obstrucción de la vía aérea es el final común al que conducen diversos cambios fisiopatológicos y es el origen de la mayoría de los síntomas, siendo los principales la tos, la fatiga y las sibilancias o ruidos respiratorios».

Dra. Raquel Sánchez Juez, neumóloga de IMQ.

El asma se caracteriza por la variabilidad, «que viene definida como la variación o fluctuación de síntomas y de la función pulmonar a lo largo del tiempo, o incluso en un mismo día, más allá de los cambios relacionados con el ritmo circadiano».

Esta patología se encuentra condicionada en parte por factores genéticos, y por exposición ambiental a sustancias y partículas inhaladas que pueden irritar las vías respiratorias. «Estos factores genéticos actualmente están adquiriendo una gran relevancia, en cuanto al comportamiento de la enfermedad a lo largo de la vida».

La experta aboga por realizar un diagnóstico preciso lo más precoz posible. «Para ello debemos sospechar la enfermedad basándonos en la historia clínica del paciente cuando tenemos síntomas compatibles, lo que nos lleva a realizar una espirometría, que es la prueba diagnóstica de primera elección. Además, la variabilidad excesiva de la función pulmonar a lo largo del tiempo, es importante para el diagnóstico y el control del asma».

El objetivo principal del tratamiento del asma es lograr y mantener el control de la enfermedad lo antes posible y prevenir agudizaciones, que es lo que puede poner en peligro la vida del paciente. Para ello, actualmente se dispone de un arsenal terapéutico muy variado, con el que se individualiza y ajusta el tratamiento en cada paciente, de modo continuo.

«Los fármacos para tratar el asma se administran habitualmente por vía inhalada, y se clasifican como de control o mantenimiento, y de alivio, o también llamados “de rescate”. Los fármacos de mantenimiento deben ser administrados a diario durante largos períodos de tiempo y a las dosis pautadas por el neumólogo. Y los de alivio se deben usar a demanda, según los síntomas que noten los pacientes, pero en ningún momento deben sustituir a los de mantenimiento. Una de las principales causas de mal control del asma está relacionada con la mala adhesión al tratamiento de mantenimiento y a la técnica inhalatoria».

Dra. Raquel Sánchez Juez, neumóloga de IMQ.

Existe un pequeño porcentaje de pacientes en los que, a pesar de un tratamiento correcto, no se consigue el control, y que, tal y como señala la Dra. Sánchez Juez, se puede relacionar «con comorbilidades del paciente, tales como obesidad, síndrome de apnea-hipopnea del sueño, rinosinusitis crónica, reflujo gastroesofágico, alergia alimentaria, embarazo, etcétera. En aquellos en los que se descartan comorbilidades, y que persiste el mal control, disponemos de tratamientos diferentes que se administran por vía endovenosa y que dependen del fenotipo de la enfermedad. Estos fenotipos son dependientes del patrón inflamatorio que presente la enfermedad».