Síndrome de Hubris, la enfermedad del líder

Por Isidre Martínez Ivars, Actuario y Economista

El «Síndrome de Hubris» es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás.

El término ‘hubris’ o ‘hybris’ (ὕβρις, hýbris) es un concepto griego que significa ‘desmesura’. Es lo opuesto a la sobriedad, a la moderación. Alude al ego desmedido, a la sensación de omnipotencia, al deseo de transgredir los límites que los dioses inmortales impusieron al hombre frágil y mortal. Y lleva implícito el desprecio hacia el espacio de los demás, lo que los lleva a realizar actos crueles y gratuitos contra ellos.

Más allá de la mitología, el Síndrome de Hubris está también muy presente en el mundo real. Infinidad de reyes, emperadores, gobernantes, dictadores, políticos, y militares lo han padecido y lo padecen.

Pero éste es un fenómeno que está muy extendido también en el mundo de la empresa, pues lo describen como “La Enfermedad del Líder”  y hace que quienes lo padecen pierdan el contacto con la realidad tras alcanzar un puesto de responsabilidad.

¿Quién no ha escuchado frases tales como “a éste se le subieron los humos”, “se emborrachó con el poder”, “subió muy rápido y se cree una maravilla”, “antes era sencillo ahora es petulante”, “Ha perdido el Oremus” etcétera?

El concepto de poder en las relaciones humanas es análogo al concepto de energía en el mundo de la física. Según Bertrand Russell, es el elemento más importante, la meta última del ser humano y, junto con la gloria, uno de los principales deseos infinitos del hombre. Ya en 1987 McClelland identificó el poder como una de las tres necesidades básicas del ser humano.

Para llegar al diagnóstico de SH se necesita la presencia de al menos tres de los siguientes criterios:

  • Un enfoque personal exagerado al comentar asuntos corrientes. Tiene un grandioso sentido de autoimportancia. Muestra conductas arrogantes o soberbias.
  • Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad. Cree que es especial y único.
  • Sentimiento de superioridad sobre los demás y Prepotencia. Requiere una admiración excesiva.
  • Inquietud, imprudencia, impulsividad.
  • Desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades. Síndrome Narcisista.
  • El rival debe ser vencido a cualquier precio. A menudo es envidioso de otros o cree que otros le envidian.
  • La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor.
  • Desprecio de los consejos por quienes les rodean. Carece de empatía. Es interpersonalmente explotador.
  • Alejamiento progresivo de la realidad.
  • Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la sociedad, sino ante cortes más elevadas: la historia o Dios
  • Convencimiento de la rectitud de sus propuestas ignorando los costes.

“Las presiones y la responsabilidad que conlleva el poder termina afectando a la mente”. Según el neurólogo David Owen, médico y político inglés, llega un momento en que quienes lideran dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar, porque piensan que sus ideas son correctas. Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando en su buen hacer.

Los afectados por el Hubris padecen lo que psicopatológicamente se llama desarrollo paranoide: “Todo el que se opone a él o a sus ideas son enemigos personales, que responden a envidias”.

La existencia previa de ciertos trastornos, en especial el trastorno narcisista de la personalidad (TNP), con el cual comparte muchos rasgos, aumenta la probabilidad de que una persona poderosa desarrolle un SH.

Es especialmente peligroso el ‘complejo hubris-némesis’. No ‘forman parte de…’, sino que ellos ‘son’ el servicio, hasta el punto de que llegan a creerse dueños de la institución. Se ocupan de que todo el mundo conozca la jerarquía y el puesto que en ella ocupan. No soportan que se les ignore, necesitan tener el control absoluto.

Suelen estar rodeados de un enjambre de oportunistas, arribistas y aduladores.  Los halagos de los pelotas y aduladores refuerzan  su ego y empieza a generarse una sensación de endiosamiento.

Se creen indispensables, no entienden cómo hasta ahora la empresa ha podido sobrevivir sin ellos y cualquier decisión es acertada por el simple hecho de que la he tomado yo. Muchas de estas decisiones sólo responden a meros caprichos o impulsos sin base racional.

Se consideran infalibles, indispensables y creen que van a disfrutar de poder para siempre. Paranoia: “Todos los que me critican actúan movidos por la envidia”, piensan quienes padecen el Síndrome de Hubris. Este pensamiento les lleva a rechazar todas las críticas. Quienes las hacen pasan a ser considerados como enemigos personales.

¿Te reconoces en alguna de estas fases o síntomas?

«Suelen estar rodeados de un enjambre de oportunistas, arribistas y aduladores.  Los halagos de los pelotas y aduladores refuerzan  su ego y empieza a generarse una sensación de endiosamiento«.

Conclusiones

El SH es un trastorno psiquiátrico adquirido, caracterizado por soberbia, arrogancia y prepotencia. Lo desencadena el poder y lo potencia el éxito. Y es fácilmente reconocible en directivos de nuestro entorno más próximo. Es necesario reconocer precozmente las conductas ‘hubrísticas’ para anticipar y mitigar sus consecuencias.

La mejor cura consiste en darse de vez en cuando un baño de modestia. En el mundo de las finanzas, al perder el poder puede desaparecer la conducta ‘hubrística’ (aunque persistan los rasgos del TNP)

En ocasiones, la nueva situación desemboca en un cuadro depresivo.