12 estrategias para ser feliz: ¿Preocupaciones? Mejor pre-ocúpate

Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.

¿Te preocupas demasiado por las cosas?

¿Eres una persona permanentemente preocupada por lo que pueda pasar?

«Somos muchos los que introducimos mucho ruido mental en nuestras cabezas a cuenta de un sinfín de temas que dan vueltas sin parar, impidiendo que nos enfoquemos en lo que nos interesa para funcionar adecuadamente».

Estos movimientos circulares de determinados asuntos se producen cuando sentimos que no tenemos una solución a mano, al no poder solventarlos se quedan en nuestra mente en forma de pensamientos que “rumiamos”, es decir que repetimos una y otra vez porque está en el “debe» de lo que tenemos pendiente, con la esperanza de resolverlo a base de agotarnos mentalmente. Eso no ayuda y además es una forma más de amarganos voluntariamente la existencia.

«Cuando algo comience a dar giros en tu cabeza porque no encuentras una solución rápida, puedes hacer algo que yo considero muy sano para gestionar esa preocupación: clasificarla».

Si, eso he dicho, clasifícala siguiendo este esquema:

No tiene importancia, es decir no tiene demasiada repercusión sobre mi vida si me ocupo de resolverlo o no.

Si te preocupas de algo sin demasiada importancia debes ignorarlo. Parece que las cosas poco importantes no deberían colapsar nuestro cerebro con todo tipo de consideraciones y consecuencias anunciadas, pero el hecho es que ocurre. Se que te ha pasado como a mi, eso de darle vueltas a algo que dijiste y que consideras que deberías haber dicho de otra manera quizá más apropiada. Siempre existen mejores formas de hacer las cosas, no puedes exigirte  encontrar siempre la palabra perfecta. Si no has herido a alguien y no has mentido ni manipulado, bien hecho está. No tiene tanta importancia la forma.

Es importante y no tiene solución. Es un tema trascendente, pero no es posible que puedas solucionarlo por ti mismo. Algo así sentimos cuando erupcionó el volcán de La Palma ante la impotencia de todos.

Se dice que todo tiene solución menos la muerte, pero reconozcamos que si sufrimos el abandono de nuestra pareja, estamos ante algo que no podemos solucionar porque no tenemos ningún control, cada cual decide su camino. En este caso, toca echar mano de la resiliencia.

Preocuparse sobre lo que no podemos controlar no tiene sentido. Darle vueltas sin parar a lo que pasó y a lo que deberías haber hecho que no hiciste es una sinrazón. Sólo produce dolor y es un dolor que te infringes tu voluntariamente.

Puedes consultar lo que hablamos en el artículo de marzo: simplemente acepta, permítete sentir el dolor y prepárate para lo nuevo. A veces “dejar ir” es la mejor manera de gestionar.

Es importante, tiene solución, pero no está en mi poder. Estas son las preocupaciones que verdaderamente nos amargan la existencia, vamos a ver cómo gestionarlas.

Es importante, tiene solución y está en mi poder. En este caso, debemos actuar encontrando esa solución y aplicándola, en estos casos también nos vamos a centrar.

Vamos a comentar los dos casos en los que nos es más difícil gestionar adecuadamente la preocupación: problemas importantes con solución que no está en mi poder y aquellos en los que si tengo poder para aplicar la solución.

Problemas importantes que tienen una solución que no está en mi poder

«Por ejemplo, la guerra de Ucrania que tristemente nos martillea cada día. Aunque a algunos les resulte ajeno, puedo confirmar que muchas personas se sienten mal porque esto está ocurriendo, saben que es algo cuyo fin está en la mano del hombre, pero personalmente no pueden hacer mucho».

Este tipo de asuntos (el cambio climático, el hambre infantil, la mutilación genital y tantos otros), aunque parezca mentira, se convierten en una gran fuente de preocupación para muchas personas. Incluso otros más caseros como que nuestro hijo no quiera estudiar y después de intentarlo todo se produzca el fracaso escolar. Tenemos que acostumbrarnos a gestionar estas situaciones para que no nos produzcan malestar.

Efectivamente, es muy importante parar la guerra, además existe una solución para el conflicto, está desde luego en la mano del hombre, del mundo, pero desgraciadamente no está en la nuestra, al igual que ocurre con nuestro hijo que no estudia. El tiene la solución, la solución existe, pero nosotros no tenemos la llave.

Individualmente, no podemos hacer NADA para parar una guerra, entonces ¿qué sentido tiene estar tristes y preocupados?. Encuentro lógico hacer un ejercicio de empatía, que seas compasivo e intentes ayudar en lo que puedas, pero deja de preocuparte por algo que no puedes controlar. Busca aquello en lo que si puedes contribuir como las ayudas, acoger familias, etc.

«Existe un cuarto tipo de problemas, que son importantes, que tienen solución y cuya solución está en nuestra mano. Estos son los únicos verdaderos problemas en los que tenemos que trabajar«.

En este caso, tengo un consejo para ti. En lugar de preocuparte, pre-ocúpate. Es decir, ocúpate con antelación.

Si estás preocupada porque no has estudiado lo suficiente para un examen o porque tu hermana está ofendida por algo que le reprochaste, por poner dos ejemplos muy diferentes, sólo tienes una opción: ocúpate de darle solución ahora, antes de suspender o antes de que el enfado se cronifique y se convierta en un verdadero problema. Pasa al acción, habla con tu  hermana para clarificar el asunto aunque sea doloroso.

Ocuparse previamente no es sinónimo de darle solución, sé que es lo que ahora estás pensando. Eso es cierto, es posible que hayas detectado una crisis que iba a llegar, has hecho todo lo que estaba en tu mano y aún así no has sido capaz de darle solución. Sin embargo, reconoce que te has sentido empoderada cuando has hecho todo lo que estaba en tu mano para darle solución. “Hablé con mi hermana, le expliqué mis razones con asertividad y ella no fue receptiva”, no puedo controlar su respuesta, pero si mi comportamiento y he hecho lo que podía. Me siento bien y orgullosa. Dejo de tener expectativas sobre lo que ocurre (consulta el artículo de enero al respecto de las expectativas)

Si te pre-ocupas de los asuntos y los solucionas, enhorabuena, estás en la gestión correcta. Si el resultado no es el que esperabas, enhorabuena también porque has hecho todo lo que podías. Y añadiré algo más que me parece importante para avanzar en la gestión de las preocupaciones: recoger el aprendizaje.

«Cuando no es posible solucionar algo, intenta aprender qué salió mal y por qué en el asunto. Te puede ayudar en el futuro para que no vueltas a fallar. La vida es aprendizaje, dicen, y yo estoy muy segura de esto«.

Espero que con estas ideas, tengas algunas pistas para gestionar mejor el ruido mental que nos satura, complica y entristece. Ser feliz es una decisión y está en tu mano gestionar adecuadamente tus preocupaciones.

Envíame tus experiencias o tus preguntas  a mi correo emayor@emotionhr.com