Cómo abordar las inquietudes de la persona mayor cuando su entorno le sugiere ir a una residencia

Redacción ‘MS’- En ocasiones, son las personas mayores quienes manifiestan su voluntad de acudir a un centro residencial. Pero con frecuencia, pese a ser conscientes de sus dificultades, no quieren abandonar su hogar. Es en su entorno más cercano, como pueden ser los hijos, quienes ven la necesidad de acudir a un centro donde estén bien atendidos. Pero no es fácil plantearlo. Así lo explica Caser Residencial a través de un reciente comunicado.

Es una situación compleja y hay que ser comprensivos. La casa tiene un fuerte componente emocional ligado a los recuerdos acumulados durante toda una vida. Con mucha probabilidad, es el hogar en el que ha visto crecer a sus hijos, en el que ha vivido los mejores momentos de su vida. A esto hay que añadir una serie de temores lógicos. Si a cualquier persona le puede generar inquietud el cambio, a una persona de edad avanzada, un cambio tan grande, también.

Si los cambios nos generan inquietud a cualquier persona, con más motivo a una persona de edad avanzada. Tienen miedo a lo desconocido, a no saber adaptarse, a perder intimidad, a dejar de ver a su familia. Es comprensible y hay que darles tiempo y saber ponerse en su lugar.

Por supuesto, cada caso es único, y la manera de abordar esta situación dependerá mucho de si la persona mayor tiene o no alguna limitación asociada a la edad, si tiene Alzheimer o algún otro tipo de demencia o si tiene necesidades especiales.

«Y cuando no sea así, es decir, que la persona mayor no perciba la necesidad de acudir a un centro, se puede explicar, con calma y serenidad, los temores de la familia, como que pase demasiado tiempo solo o sola en casa, que sufra una alguna caída solo en casa, que no tome bien sus medicamentos”.

Beatriz Parra, Trabajadora social, de Caser Residencial Alto del Prado, Vitoria.

Y al tiempo, se pueden explicar las principales ventajas de acudir a un centro especializado, ya sea residencial, o en un centro de día:

  • La persona mayor estará rodeada de profesionales y estará atendida en todo momento
  • Su salud estará monitorizada por un equipo sanitario
  • Los centros están adaptados y ofrecen multitud de actividades lúdicas y terapéuticas para mantener una vida activa
  • En un centro se relacionará con muchas personas y potenciará su vida social
  • Estar en un centro no supone dejar de ver a la familia, ya que las residencias son centros abiertos donde se integran las familias.

En efecto, un centro residencial o un centro de día puede ser un verdadero hogar, en el que las personas mayores “estarán atendidas las 24 horas del día, en el que se relacionarán con muchas otras personas, que tendrán actividades de ocio, rehabilitación y con todas sus necesidades cubiertas”, explica Beatriz Parra. Pero, eso sí, necesitará un tiempo de adaptación, acompañamiento familiar, convencerse de que es lo mejor para ellos y sentirse partícipes en las decisiones.

Algunos consejos para los familiares:

Hacer partícipe al familiar mayor en la decisión. Es muy importante que sea el propio mayor quien decida, finalmente, acudir a un centro, ya sea de día o residencial. Darle las cosas hechas solo creará más rechazo por su parte.

Tener muy claro que se trata de la mejor opción para nuestro familiar. Puede parecer obvio pero este punto es muy importante. Los hijos deben estar convencidos de que realmente es la mejor opción para su familiar, y que en una residencia o en un centro de día sus mayores van a estar muy bien atendidos. “Muchas veces creemos que el amor de la familia puede salvar cualquier escollo, pero cuando se trata de cuidados, es necesario pensar con responsabilidad”, añade Parra. Si realmente tenemos confianza en estos centros, lo transmitiremos.

Evitar sentimientos de culpa. En ocasiones, un hijo que propone a su madre o padre ir a un centro tiene sentimientos de culpabilidad y puede llegar a considerar la situación como una frustración. Sin embargo, conviene hacer un esfuerzo para analizar la situación en positivo: el mayor estará mejor atendido, estará en un entorno adaptado a sus necesidades y podremos pasar tiempo de calidad con él o ella.

Permitir que la persona mayor visite el centro antes de su ingreso. Una simple visita al centro, a sus instalaciones, a la futura habitación, a algunas zonas comunes donde se realizan actividades, ayudará al mayor a despejar algunos temores y a cambiar prejuicios que pudieran existir.

No engañar nunca a las personas mayores. Decir al mayor que solo acude un centro por un par de días, que mañana vuelve a casa, que es una situación temporal porque en su casa va a haber obras, y cosas de este tipo, no es buena idea. Incluso si el mayor tiene sufre algún tipo de demencia, no se debe recurrir a este tipo de engaños, porque tarde o temprano será consciente del paso del tiempo y, por tanto, del engaño.

Buscar ayuda de profesionales. También se puede acudir al psicólogo del propio centro, que ayudará y dará consejo a las familias acerca de cómo abordar las emociones. “No saber cómo de implicados van a estar los profesionales de la residencia, si les llamarán para informar de cambios en la rutina diaria del mayor, preocuparse si un día no comen o duermen bien, si estarán atentos o no a sus necesidades”, dice Beatriz Parra, son temores lógicos de los familiares, que pueden compartir con los profesionales de la residencia.