El 15 por ciento de los niños y niñas de edades entre los 3 y los 15 años tiene episodios de sonambulismo

Redacción ‘MS’- El sonambulismo es uno de los trastornos del sueño más frecuentes, con una incidencia de hasta el 15 % en los niños de edades entre los 3 y los 15 años. «Se da habitualmente en niños y adolescentes más que en adultos mayores, ya que, durante el envejecimiento se produce una disminución de la cantidad de la fase N3 del sueño. En los adultos, la presencia de estos episodios se suele relacionar más frecuentemente con la existencia de otras enfermedades asociadas», destaca el Dr. Rafael Téllez, responsable Unidad del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca, en el marco de la celebración el 19 de marzo, del Día Mundial del Sueño.

El sonambulismo o noctambulismo es un trastorno del sueño, clasificado dentro del grupo de las parasomnias. Se define por la presencia de episodios nocturnos, durante los que los individuos que lo padecen, desarrollan actividades motoras automáticas, que pueden ser sencillas o complejas, mientras éstos permanecen inconscientes y sin posibilidad de comunicación con las personas que son testigos del evento.

«Un individuo sonámbulo puede salir de la cama, caminar, orinar en cualquier sitio, salir de su casa, conducir un coche, tener relaciones sexuales sin recordarlas o, incluso, realizar actividades peligrosas como actuar de forma violenta o lesionarse por una caída o saltar por una ventana».

Rafael Téllez, responsable Unidad del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca.

Los sonámbulos suelen tener los ojos abiertos, «pero no ven igual que cuando están despiertos, y suelen creer que están en otras habitaciones de la casa o en sitios completamente diferentes. Y tienden a volver a la cama por iniciativa propia, sin recordar a la mañana siguiente haberse levantado por la noche».

El sonambulismo se produce durante la fase N3 del sueño, es decir, la etapa denominada sueño lento o sueño de ondas lentas (SOL), que se produce de forma más frecuente, durante las primeras horas del sueño, esto es, durante la primera mitad de la noche.

Un episodio de sonambulismo «puede producirse con frecuencia variable, y suele durar varios minutos aunque, en ocasiones, se prolonga más tiempo. Es poco probable que se produzca durante una siesta».

En cuanto a las causas, «no se conocen de manera precisa pero sí parece existir una predisposición hereditaria, de tal manera que, en individuos con familiares que lo hayan padecido, se incrementa la probabilidad de desarrollarlo».

«Algunas situaciones como la fatiga, la falta de sueño, el estrés o la ansiedad; o el uso del alcohol, fármacos sedantes, hipnóticos u otros tipos», pueden propiciar estos episodios. Asimismo, «algunas enfermedades mentales o neurológicas (epilepsia), pueden también generar estos cuadros. También la fiebre o la alteración del ritmo del sueño (viajes, cambios de horarios, etc.) y algunas enfermedades previas como la apnea del sueño, reflujo gastroesofágico, síndrome de piernas inquietas, etcétera».

Rafael Téllez, responsable Unidad del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca.

Finalmente, en adultos mayores, el sonambulismo podría ser un síntoma de deterioro neurocognitivo.

En la mayoría de los casos, los episodios esporádicos de sonambulismo no suelen ser una causa de preocupación y, generalmente, se resuelven solos. Sin embargo, «cuando se producen de forma muy frecuente, provocan comportamientos peligrosos o lesiones en el paciente o en otros, cuando alteran de forma significativa el sueño de las personas que viven en el hogar o de la persona que lo padece, o si provocan síntomas diurnos con somnolencia excesiva, es aconsejable acudir al médico», recalca el responsable Unidad del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca.

Asimismo, hay dos situaciones donde también se recomienda consultar el problema con un profesional: «cuando el inicio se produce en la edad adulta, o cuando, tras un comienzo en la niñez, persiste a lo largo de la adolescencia». Por otro lado, el tratamiento médico se centra en promover la seguridad y eliminar las causas o los desencadenantes.

Siete medidas para evitar el sonambulismo

Adoptar iniciativas para mejorar la seguridad del entorno. Cerrar todas las ventanas y puertas antes de dormir y guardar todos los objetos peligrosos bajo llave.

Acompañar con cuidado al sonámbulo hasta la cama. No es necesario despertarlo, a pesar de que no es peligroso despertar a un sonámbulo.

Adoptar medidas para favorecer un sueño de calidad. Ir a dormir más temprano, establecer un horario más regular, evitar los ruidos a la hora de dormir, etc.

Fijar una rutina regular y relajante previa al sueño. Realizar actividades tranquilas y calmantes. Los ejercicios de meditación también pueden ayudar.

Controlar el estrés. Identificar los problemas que provocan estrés e intentar pensar en maneras de lidiar con ello.

Buscar un patrón de conducta. Durante varias noches, tomar nota (o pedir a otra persona de la casa que lo haga) del tiempo que transcurre desde que se inicia el sueño hasta que se produce un episodio de sonambulismo.

Evitar el alcohol. Puede perturbar el buen sueño y desencadenar el sonambulismo.