Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión
Las cifras son alarmantes, Público en un artículo de 2021 comentaba que el índice de mortalidad en chavales preadolescentes de 12 a 17 años era de 1,49 puntos por cada 100.000 habitantes, en los adolescentes de 18 a 23 subía nada menos que al 4,11 y los adolescentes mayores de 24-29 años estaban en el 5,75.
En 2023 diversas publicaciones sitúan directamente el suicidio como la primera causa de muerte juvenil.
Merece la pena, ante esta abrumadora evidencia, intentar reflexionar sobre el tema, intentar identificar las causas e intentar encontrar vías de solución a este grave problema creciente en nuestra sociedad.
Primer paso, alarmarse lo justo
Todos hemos escuchado que nuestros hijos adolescentes son víctimas de las redes sociales, que sufren bulliying, ciberacoso y violencia on-line porque tienen acceso de forma indiscriminada a todo este tipo de contenidos, sin que podamos hacer mucho por remediarlo. No lo dudo, pero quizá sea más constructivo calmarnos como padres e intentar ver este escenario a la luz de otra mirada.
¿Te has planteado que la sociedad adulta, los padres, al menos desde mediados del siglo XX, han visto siempre a los adolescentes con incredulidad, convencidos de que sus hijos han perdido el norte, que no quiere seguir las normas y que han dejado de tener respeto por los demás?, ¿te acuerdas cuando te lo decían tus padres a ti en esa edad?
No te engañes, algún día ellos habrán sobrevivido a su ahora larguísima adolescencia y estarán preparados para luchar en la vida para sacar adelante el país. Esto siempre ha ocurrido durante generaciones y seguirá ocurriendo. No es una generación perdida, lo que pasa es que tu eres mayor para entenderlo.
Ya sé que te resulta difícil creer esto mientras ves a todos los jóvenes con sus cuellos eternamente en oblicuo mirando su móvil, casi siempre en soledad, sólo acompañados por lo que parece ser una extensión de su brazo. También sé que no puedes creer que son el futuro cuando ves a tu hijo salir de su habitación desaliñado, sin ducharse, casi sin comer, después de estar más de 12 horas seguidas jugando videojuegos.
Ya sé que no puedes creer esto cuando ves la gente a las que siguen en redes sociales. Hay de todo: chicas que aparecen medio desnudas con tal de ganar seguidores, tíos con pasamontañas que les cuentan las noticias (doy fe de que hay uno que dice que está conectado una media de 12 horas al día a las redes sociales y que no sabe qué hacer con las manos sin un móvil cuando va andando por la calle, que le han ingresado en el hospital porque estaba grave a causa de sus malos hábitos con 20 años). ¡Cómo vas a creer que gente así es el futuro!
La verdad es que te entiendo. Sin embargo, una opinión parecida la tuvieron nuestros abuelos de los jóvenes hippies en los 70 o de los macarras emporrados de los 80 y en nuestros días, todos ellos son padres y madres de familia, muchos de ellos muy exitosos. De manera que lo más inteligente es aceptar que esta generación es así y que lo que ahora creemos que está hundiendo su futuro, quizá pueda ser la base de su contribución al mundo de mañana.
Ya nos enteraremos cuando estén triunfando de para qué sirvió todo esto, si es que aún seguimos por aquí los de más edad.
«Todos hemos escuchado que nuestros hijos adolescentes son víctimas de las redes sociales, que sufren bulliying, ciberacoso y violencia on-line porque tienen acceso de forma indiscriminada a todo este tipo de contenidos, sin que podamos hacer mucho por remediarlo».
Segundo paso, analicemos sus problemas
En la base de los problemas mentales de los adolescentes están los problemas de siempre, sólo que agravados a día de hoy por las redes sociales.
Siempre han existido los “cachas” ligones, las chicas de cuerpo escultural que arrasaban en clase y en el barrio y que producían la envidia del resto. El problema de ahora es que el buen físico de alguien genera miles de followers en las redes sociales y esto provoca alentar un narcisismo incipiente o multiplicar exponencialmente el que ya existía. También la envidia de los demás, y que ellos sufren, se multiplica en la misma proporción.
Las redes sociales consiguen que una persona sin formar aún como adulto, emocionalmente vulnerable, adquiera fama y, si los adultos supuestamente maduros digieren difícilmente la fama y suelen sufrir problemas mentales, hablo de cantantes, actores, etc que se dan al alcohol o las drogas, por poner un ejemplo, ¡que podemos esperar de un adolescente!.
Pero el narcisismo no es la única fuente de problemas e inestabilidad mental.
Desde siempre, la gente adolescente ha sufrido abusos sexuales, pero no existía el ciberacoso y esos abusos no se hacían públicos. Además de ser abusados, el resultado se hace viral. Las redes sociales multiplican el daño.
Por poner un último ejemplo, siempre han existido las mofas a compañeros en clase por ser diferentes en algún sentido, pero el altavoz de las redes sociales convierte esa humillación en escarnio público, lo sobredimensiona. Esto no es fácil de digerir y resolver para alguien que aún no ha alcanzado la madurez. Es una humillación a gran escala que sufre alguien aún precario en su fortaleza mental.
¿Por qué ocurre esto?
¿Por qué un adolescente sale en instagram casi sin ropa para hacerse con muchos followers?
Porque tiene falta de autoestima y necesita imperiosamente la aceptación de sus iguales. En su vida de soledad frente a una pantalla no tiene ese reconocimiento y necesita tenerlo como sea para construir su autoestima. No te extrañe por eso que hagan cosas locas para obtener followers, necesitan formar una autoestima que es el alimento básico de cualquier equilibrio mental.
Los video jugadores olvidan comer, dormir y asearse para no dejar de jugar y conseguir un nuevo récord. Unos lo hacen por la misma razón: ser un campeón entre sus amigos. Otros no quieren ser estrellas del videojuego, simplemente buscan gratificarse de forma constante y de paso evadirse de los problemas que plantea la vida, una manera de no aprender nunca a resolverlos.
Cuando estudiaba psicología, vimos un estudio de ratones que activando una palanca recibían una dosis de una sustancia en el cerebro que les activaba la zona de placer. Algunos ratones dejaban de dormir y comer y se pasaban el día dándole a la palanquita hasta que morían. Estos chicos me recuerdan este experimento, salvando las distancias, pero el mecanismo es el mismo.
Se señala la Pandemia como la madre de todos los males en salud mental, sin darnos cuenta de que lo único que hizo fue reforzar el modelo “estoy solo mirando el mundo a través de pantallas”. Otras personas leíamos, hacíamos ejercicio en casa, hicimos arreglos en la casa y teletrabajábamos.
La pandemia no fue la causa, simplemente sacó a la luz nuestros hábitos.
«¿Por qué un adolescente sale en instagram casi sin ropa para hacerse con muchos followers?».
¿Qué podemos hacer?
Sé que te lo estás preguntando. Te diría que como padres muy poco.
La solución no es quitarle el móvil o la videoconsola a tu hijo cuando ya es adicto porque se vuelven agresivos con los padres -el síndrome de abstinencia- y la agresividad no puede ser la solución.
Quizá es mas efectiva una labor de prevención. Si tienes hijos pequeños intenta motivarles con otros temas paralelos al móvil.
Aunque lo más efectivo para mi es tener consciencia de que todo esto no existirá para siempre, que ellos cambiarán, el mundo pondrá todo esto en su sitio y ellos serán los que mantengan nuestra sociedad en el futuro.
Eso si no terminamos todos como en la película Wall-E, como dice mi hija llena de sabiduría.
Escríbeme a emayor@emotionhr.com