En Afganistán el silencio se llama MUJER

Por María del Pilar Escanero de Miguel, profesora Titular de Historia del Arte de la Universidad Miguel Hernández.

Cuerpos que nacen vencidos,

vencidos y grises mueren:

vienen con la edad de un siglo,

y son viejos cuando vienen…

Miguel Hernández “Llamo a la juventud”.

Se puede oler en el polvo de los caminos, se puede sentir en las calles, se puede ver en cualquier parte donde mires porque es de color azul o negro, incluso lo puedes tocar… Si, el silencio se huele, se siente, se ve y se palpa. Desgarra el pequeño espacio que ocupa, lo convierte en jirones que se estremecen ante la queja de la soledad, del vacío, de la nada. Es peor cuando se convierte en masa azul o negra, es entonces cuando la puerta de la jaula se cierra y dentro de ella queda presa la razón de la no existencia sumida en una infinita oscuridad.

No hay luz ¿para qué hace falta? las tinieblas son su espacio en el que se pueden mecer siempre y cuando nadie se de cuenta. Con la luz podrían demostrar fehacientemente su existencia, pero eso ¿para que serviría? Sin luz y entre tinieblas, el silencio es libre, existe, aunque quieran también hacerlo desaparecer. Ese silencio, aún intentando ser ahogado por el miedo de la fuerza de los cobardes, permanece firme en una posición de absoluto desequilibrio. Está al borde del precipicio, pero sabe que no hay peligro, el abismo es su aliado natural, después no hay nada y antes tampoco…. Es como una marea azul o negra que a nadie interesa, ya se agolpe, ya se mueva, ya gima, que más da, a quien le importa lo que esos burkas esconden.

Pero no es solo el rumor del silencio, lo que realmente impresiona en Afganistán, es el hecho de osar destruir el derecho a existir, sencillamente materializando la no existencia. Dándole forma y color…  ¿Hay algo más degradante que la destrucción de la presencia humana, que la matanza en cadena de mujeres para convertirlas en fantasmas con cadenas que no emiten sonidos?. ¿Quién ha otorgado ese derecho a quien? El 12 de junio de 1776 la declaración de Derechos de Virginia (EEUU) está considerada como la primera Declaración de Derechos Humanos, en el marco de la revolución americana de 1776. Estamos en agosto de 2021 y nada más lejos de aquel primer movimiento.

«No hay luz ¿para qué hace falta? las tinieblas son su espacio en el que se pueden mecer siempre y cuando nadie se de cuenta. Con la luz podrían demostrar fehacientemente su existencia, pero eso ¿para que serviría? Sin luz y entre tinieblas, el silencio es libre, existe, aunque quieran también hacerlo desaparecer».

En 1994 septiembre, provincia de Kandahar, Afganistán, las coordenadas espacio-tiempo dieron lugar a la aparición de los Talibanes. “un talib es un estudiante islámico que busca el conocimiento, mientras que el mulá es quien proporciona el conocimiento. Al escoger un nombre como taliban (plural de talib), se distanciaban de la política partidista de los muyahidín e indicaban que eran un movimiento para purificar a la sociedad más que un partido que intentara hacerse con el poder” [1].

Afganistán, es un cruce de caminos, de culturas, de sociedades… donde intereses de todo tipo han movido toda clase de poderes. A principios del XX, se declara independiente y mantuvo un régimen monárquico desde 1933 hasta 1973, la reina consorte Humaira Begum (Kabul 1918- Roma 2002) fundó en 1946 el primer instituto para mujeres la Sociedad de Mujeres y entre otras cosas, tanto ella como su esposo Mohammed Zahir Shah (Kabul 1914 – Kabul 2007) modernizaron el país. En 1964 Afganistán pasó a ser una Democracia Parlamentaria limitada, mediante la instauración de su primera Constitución, con ella, las mujeres habían conseguido el sufragio universal y los mismos derechos que los hombres. Terminaron con la obligación de que las mujeres fueran enteramente cubiertas en público, por lo que la misma reina, feminista convencida, no llevaba ni siquiera velo.

Quizás tampoco se ha hablado lo suficiente de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistan (RAWA Revolutionary Association of the Women of Afganistan) fundada en 1977 por mujeres afganas que se atrevieron a luchar por sus derechos.  Ni que decir tiene que su fundadora la estudiante que entonces tenía veintiún años Meena Keshwar Kamai fuera asesinada en 1987…. En los treinta años de vida de la asociación, se enfrentaron no solo a los regímenes socialista, muyahidín y talibán, sino también a la ocupación de los americanos y a cualquier fanatismo religioso, puesto que ellas eran laicas, demócratas y feministas.

Derrocada la monarquía se establece hasta 1978 la República de Afganistán, hasta que surge la República Democrática de Afganistán de puro tinte comunista. Después de la guerra y el apoyo de diferentes países, los soviéticos se retiran en 1989, pero la guerra sigue y el caldo de cultivo surge en idílicas condiciones para que en 1996 los talibanes (nacidos en 1994) impusieran el Emirato Islámico de Afganistán con todas las limitaciones extremas de los derechos humanos. En el 2001 EEUU en coalición con la OTAN desbanca a los talibanes e instaura la República Islámica de Afganistán. Continúan los conflictos y definitivamente el pasado 15 de agosto con la toma de la capital Kabul, tras la retirada de las tropas occidentales, hoy es la República Islámica de Afganistán la que gobierna el país.

«Quizás tampoco se ha hablado lo suficiente de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistan (RAWA Revolutionary Association of the Women of Afganistan) fundada en 1977 por mujeres afganas que se atrevieron a luchar por sus derechos».

Es impensable que en pleno siglo XXI, sea necesaria la toma de un país durante veinte años para que se respeten los derechos humanos, y resulta increíble que hayan vuelto con esta asombrosa rapidez a la tiranía más absoluta, arrolladora y destructora sobre todo con cualquier derecho que ampare a un ser humano que haya nacido mujer.

Hoy Occidente tiene en primer lugar la obligación de reflexionar para poder responder a tantas preguntas sin respuesta, como por ejemplo ¿Qué hemos hecho mal? ¿Cuál ha sido el fallo que ha llevado a esta terrible situación? ¿Quién sale ganando con ello? ¿En que se han equivocado allí? ¿Qué debían haber hecho unos y otros en previsión de esta catástrofe?

Es necesario que la marabunta azul o negra salga de la jaula para que cante como un ruiseñor, de manera que ese silencio tenga voz, mediante palabras que puedan ser escuchadas por el resto del mundo, de modo tal que esa no existencia, cruel y enmarañada en la cobardía de los defensores de ideas fanáticas, adopte la forma de un ser humano, exactamente la de una MUJER, libre y dueña de si misma.

«Hoy Occidente tiene en primer lugar la obligación de reflexionar para poder responder a tantas preguntas sin respuesta, como por ejemplo ¿Qué hemos hecho mal? ¿Cuál ha sido el fallo que ha llevado a esta terrible situación? ¿Quién sale ganando con ello? ¿En que se han equivocado allí? ¿Qué debían haber hecho unos y otros en previsión de esta catástrofe?».

[1] Rashid, Ahmed. Los Talibán. Barcelona 20002