La digitalización contribuye a nuestra felicidad

Por Guillermo Taboada Martínez, CEO del World Happiness Fest.

«Estar alineados con las nuevas tendencias que marcan el siglo XXI contribuye a mejorar nuestra felicidad».

El término “transformación digital” queda obsoleto. Quien no se haya transformado ya habrá desaparecido o lo hará en los próximos 12 meses. Lo digital debe ser parte de la cultura de las organizaciones y de las personas, considerando el término como la integración de la tecnología disponible, aplicada con agilidad e innovación para desarrollar nuevas propuestas de valor y el desarrollo del talento.

Transformación digital, tecnologías colaborativas, gestión del cambio, cloud, online, inteligencia artificial, blockchain…son palabras que invaden nuestro entorno diariamente y que nos provocan cierta ansiedad. Si a esto le añadimos un entorno caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, tenemos los ingredientes precisos para generar en las personas un rechazo a su utilización.

«Es evidente que algo estamos haciendo mal para que un proceso necesario en nuestra evolución como la transformación digital no sea visto como tal, genere el rechazo de una parte de la población y una brecha digital cada vez más amplia debido a la exponencialidad de la tecnología».

Quizás nos hemos olvidado que la tecnología es una ciencia, pero que las personas la utilicen es un arte y por ello debamos enfocar mucho más en los aspectos pedagógicos que en los técnicos a la hora de realizar la transformación digital.

¿Por qué utilizar entonces la tecnología?

En primer lugar, porque la mayoría de las personas ya la tienen disponible y no la utilizan, bien por estar inmersos en el día a día, o por falta de formación o bien, por desconocimiento.

En segundo lugar, porque la que no tenemos tiene un precio democrático al alcance de todos y además la mayoría es de pago por uso.

Y en tercer, porque la economía digital, como señala Bill McDermott “va a ser un mercado literalmente exponencial en términos de tamaño” que tenemos que aprovechar. Estamos ante un claro multiplicador que mejora la productividad, facilita la conciliación laboral y es un elemento clave para el desarrollo de talento.

«Apoyarse en la tecnología, es por tanto una necesidad incuestionable, ya que facilita nuestro desarrollo, nos permite aprender nuevas competencias digitales para estar en el mercado y nos aporta calidad vida».

Un claro ejemplo de lo que estamos comentando son los modelos XaaS (todo como servicio online) que inyectan agilidad a cualquier tipo de organización y permiten a las personas trabajar desde cualquier lugar y dispositivo con multitud de herramientas, favoreciendo el teletrabajo, el reskilling y una alta productividad.

¿Por qué la digitalización contribuye a mejorar nuestra felicidad?

El profesional del siglo XXI es un colaborador que aporta valor a la organización desde su “saber hacer” y desde “hacer lo que debe hacer”, tiene unos objetivos claros y trabaja con hábitos que le permiten mejorar y realizar todo ello con pasión. Son personas comprometidas, flexibles, innovadores, con velocidad de cambio y capacidad de auto aprendizaje.

Por otro lado, las organizaciones del siglo XXI serán aquellas que sepan combinar los talentos de las distintas generaciones, sin exclusiones. Va a ser la primera vez en la historia de la humanidad que conviven en el trabajo los Babyboomers, la Generación X, los Millenials y los Centennials, si bien con un peso cada vez más bajo de las personas mayores de 45 años como indicábamos en el párrafo anterior. Algunos autores indican que convivirán seis generaciones muy pronto, añadiendo a estas la generación silenciosa (nacidos entre 1925 y 1944) y la generación alpha (nacidos a partir de 2011) y que son los que no consideran la tecnología como una herramienta, sino como algo natural en su entorno.

(enlace de la imagen: https://www.youtube.com/watch?v=YsK30apgOLo&feature=youtu.be)

En este escenario la tecnología permite mediante la selección digitalizada adecuar la persona al puesto, definiendo previamente las competencias que requiere el trabajo a desarrollar y la cultura de la organización donde va a ser aplicado. De esta manera conseguimos que el propósito de las personas y la visión de las organizaciones estén alineados creando un ambiente adecuado para poder tomar las decisiones correctas.

Además de adecuar la persona al puesto, ahorrar tiempo y recursos, la digitalización también tiene potencial para detectar cuáles son las tareas más aburridas, más pesadas y repetitivas, y automatizarlas. De esta manera, los profesionales se quedan con aquello que los ordenadores no son capaces de hacer, actividades más gratificantes como ser creativo, empático o emprendedor. Nos estamos liberando de la repetición autómata para dedicar tiempo a reflexionar, porque pensar también es trabajar.

«La digitalización, por tanto, nos ayuda en cuatro ámbitos muy claros: el ámbito físico, para tomar conciencia del estado de salud y llevar un estilo de vida saludable; en el ámbito emocional, para mejorar la salud mental, emocional y el control del estrés; en el ámbito financiero, de forma que las empresas puedan ayudar a sus empleados a gestionar sus compromisos con alternativas y opciones adaptadas a sus necesidades; y en el ámbito social, para ayudar a fomentar y cultivar las relaciones sociales».

Estar alineados con las nuevas tendencias que están marcando el siglo XXI, tales como, el interim Management, la dirección por misiones, las estructuras organizativas planas, productividad en lugar de presentismo, la colaboración y la cooperación, los horarios flexibles, el teletrabajo, las plataformas de trabajo colaborativo, los knowmads, el 5G… nos permiten trabajar desde cualquier lugar y dispositivo y por tanto, son factores que contribuyen a la felicidad.

«No estamos en una era de cambios, sino en un cambio de era caracterizado por la digitalización de prácticamente todo lo que nos rodea.» Emérito Martínez.