Necesitamos visiones del futuro que informen nuestra estrategia y nos impulsen a la innovación

Por Cristina Vila Carreira, Advisor, mentora y formadora

En la actualidad, uno de los principales desafíos de las organizaciones, independientemente de su sector, radica en encontrar el equilibrio entre las metas a corto plazo y una visión estratégica a largo plazo. Mientras que las empresas solían enfocarse en obtener resultados rápidos y eficientes, cada vez más consideran aspectos como la sostenibilidad, la innovación y la creación de valor con perspectiva.

Encontrar la combinación adecuada entre el corto y el largo plazo se vuelve esencial para asegurar el éxito a futuro, evitando decisiones impulsivas que puedan perjudicar la estabilidad y el crecimiento sostenible.”

En esta realidad BANI (Brittle (frágil), Anxious, Non Linear, Incomprehensible), la certidumbre se queda en el pasado. Ya no podemos depender únicamente de lo que conocemos y hemos experimentado. Necesitamos visiones del futuro que informen nuestra estrategia y nos impulsen a la innovación. Para lograrlo, debemos trabajar con múltiples escenarios que nos ayuden a clarificar nuestras visiones y establecer «Estrellas polares» que nos guíen en medio de la incertidumbre.

La historia de la innovación nos ha enseñado que existen patrones por oleadas cuyo ámbito temporal es cada vez más reducido. Algunos visionarios, como Elon Musk, han apostado por un futuro disruptivo y han transformado industrias enteras. Sin embargo, también hemos presenciado casos como el de Blockbuster, que se aferró a la continuidad y vio cómo su negocio moría ante la evolución tecnológica.

En este contexto, el crecimiento sostenible se convierte en la clave para el éxito empresarial. Se trata de combinar la ambidestreza del presente, atendiendo a las necesidades inmediatas, con una visión de futuro que nos permita anticipar y adaptarnos a los cambios. Aquí es donde el modelo de los 3 horizontes de McKinsey- también basado en oleadas – se vuelve relevante, ya que nos orienta en cómo abordar tres niveles de valor y temporalidad: el presente, el crecimiento a medio plazo y la innovación disruptiva a largo plazo. Por si no lo conoces bajemos un poco a detalle:

Horizonte 1: Centrado en la gestión y optimización de los negocios existentes. El objetivo es mejorar la eficiencia operativa, maximizar los ingresos y generar beneficios en el corto plazo. Las actividades se basan en el modelo de negocio actual y buscan obtener rendimientos sólidos y sostenibles a partir de las operaciones actuales. Aquí aplica la planificación y el <<forecasting>> y las metodologías Ágiles.

Horizonte 2: Se enfoca en la expansión y la construcción de nuevos negocios y oportunidades de crecimiento. Se exploran nuevas líneas de negocio, se identifican mercados emergentes y se desarrollan estrategias para diversificar la cartera de productos o servicios. El objetivo es generar un crecimiento sostenible a medio plazo, que impulse la evolución y la adaptación de la organización a medida que el mercado y las necesidades cambian. En este horizonte utilizaremos metodologías como Lean Start up y se centrarán esfuerzos en planes de negocio e inversión.

Horizonte 3: Se concentra en la exploración de ideas y oportunidades disruptivas para el futuro. Se busca la innovación radical y la creación de nuevos modelos de negocio. Se dedica tiempo y recursos a la investigación y el desarrollo de tecnologías y conceptos futuristas que puedan transformar por completo la industria y brindar ventajas competitivas a largo plazo. Para ello contamos con Design thinking y en las situaciones de una perspectiva temporal más lejana con diseño de futuros.

El modelo de 3 horizontes de Bill Sharpe es una evolución del enfoque de McKinsey que destaca por su énfasis en la creación de intersecciones entre los horizontes. A diferencia del enfoque lineal de McKinsey, Sharpe reconoce la interconexión y la influencia mutua entre los horizontes. Al buscar estas intersecciones, se promueve la colaboración y la sinergia entre los diferentes horizontes, lo que a su vez estimula la generación de nuevas perspectivas estratégicas y fomenta la innovación. Este enfoque más integrado y holístico permite aprovechar los conocimientos y recursos de cada horizonte para impulsar el crecimiento sostenible de la organización.

Pero no podemos detenernos ahí. Para trazar un mapa situacional completo, podemos combinar estos horizontes con los 4 tipos de escenarios futuros propuestos por Jim Dator, conocido futurista: continuidad, disciplina (nuevo equilibrio), colapso y transformación. Esta combinación nos permitirá anticipar posibles futuros y tomar decisiones estratégicas informadas.

Veamos un ejemplo de la digitalización en el sector asegurador (que en realidad es una parte muy pequeña de todo lo que podemos explorar en el futuro).

A continuación, detallo algunos ejemplos para mejorar la comprensión.

Abordar todo esto solo será posible si tenemos un propósito claro que guíe nuestras acciones. Además, es fundamental contar con una cultura organizacional que impulse y respalde este propósito, fomentando la colaboración y la innovación. Las estructuras organizativas deben evolucionar para funcionar como organismos vivos, flexibles y adaptables, en lugar de rigidez mecánica y silos. Necesitamos liderazgos serviciales para facilitar la autonomía de los equipos, promoviendo el alineamiento y la facilitación en lugar del control excesivo.

La diversidad de visiones y perspectivas enriquecerá la toma de decisiones y el desarrollo de soluciones creativas. La formación continua y la reinvención de los equipos de trabajo garantizan la adaptabilidad y el aprendizaje constante. Igualmente, es importante encontrar un equilibrio entre especialistas y generalistas, aprovechando las fortalezas individuales y promoviendo la colaboración. Además, contar con expertos externos, como asesores o ejecutivos interinos, puede brindar acceso a talento especializado y difícil de captar.

Por último, la filosofía de aceptación de la integración paulatina de la inteligencia artificial como una herramienta de apoyo, en lugar de una visión de reemplazo, es crucial. Su uso debe estar alineado con los objetivos humanos y potenciar nuestras capacidades y debemos contar con los sistemas necesarios para garantizar su uso ético.

Como conclusión, en un mundo empresarial incierto y en constante cambio, debemos abandonar la sensación de certidumbre plácida del pasado y adoptar una mentalidad que integre la visión a largo plazo con la agilidad para adaptarnos en el presente. El crecimiento sostenible y la exploración de múltiples escenarios son fundamentales para navegar por esta nueva realidad empresarial y asegurar el éxito a largo plazo. Desde el diseño de cualquier producto, proceso o negocio, se debe impregnar esta mentalidad y fomentar el pensamiento crítico, el pensamiento sistémico y una orientación hacia el futuro que permita traer acciones al presente para construir la visión deseada. Esencialmente, impulsando desde el corazón de la organización a un equipo de trabajo que vivirá en constante reinvención.