¿Podemos descubrir las mentiras?

Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.

Desde la psicología, sabemos que las mentiras son responsables de gran parte de nuestro sufrimiento, pero, a pesar de esta evidencia, la mayoría de la gente no es consciente de hasta qué punto el engaño y la manipulación están presentes en sus vidas; por ello, es tan importante descubrir las claves de las mentiras propias y ajenas.

Llegados a este punto, conviene que nos planteemos por qué mentimos: ¿Mentimos por costumbre, o para protegernos?; ¿para caer bien, y agradar a los que nos rodean?; ¿mentimos por inseguridad?; ¿por debilidad?; ¿porque tenemos la autoestima baja?; ¿mentimos por cariño?; ¿por humanidad?; ¿para ser educados y diplomáticos?; ¿para esconder algo que hemos hecho mal?, ¿o mentimos para engañar y aprovecharnos de los demás?

«Hay quien mantiene que es imposible vivir sin mentir, que la mentira es una defensa necesaria en un mundo difícil como el actual, lleno de trampas y obstáculos. Pero ¿cómo podemos sobrevivir a una existencia plagada de mentiras?».

Desde la psicología nos sigue sorprendiendo la incapacidad que muestran muchas personas para detectar las mentiras propias y ajenas. Con frecuencia, la causa o el origen puede deberse a grandes dosis de ingenuidad o a la ausencia de “alertas” ante el engaño. Lo grave es que esta carencia puede condicionarnos y amargarnos la existencia.

¿Por qué mentimos tanto? ¿somos conscientes de nuestras mentiras?

  • En general, la gente miente cuando piensa que le compensa, aunque también puede hacerlo para evitar un reproche.
  • Y en contra de lo que se piensa, la mayoría de las mentiras pasan desapercibidas.
  • Con frecuencia, el niño, como el adolescente, el joven o el adulto, mentirá para ganarse el cariño y la aprobación de quienes le rodean, intentando ofrecer la imagen que los otros esperan de él.
  • Hay personas que mienten con maldad, y lo hacen a pesar de que con su acción van a provocar daño y sufrimiento.
  • El mentiroso intenta descalificar a las personas que pueden descubrirle.
  • Lo que más delata al mentiroso es la incoherencia de los hechos.
  • Sólo cuando estamos fuertes emocionalmente, somos capaces de enfrentarnos al “mentiroso”.
  • El mentiroso es muy hábil para seleccionar a sus víctimas y captar sus “puntos débiles”.
  • Las mentiras en la sexualidad son muy dolorosas y muy numerosas.
  • El despecho es una de las emociones más innobles e impropias del ser humano, pero muchas personas mienten por despecho, y lo hacen a pesar de que los hijos sean los primeros en sufrir las consecuencias.
  • Tenemos que intentar adelantarnos al mentiroso; entrenarnos para saber cuándo va a mentir y cómo va a hacerlo, para desactivarlo, y la mejor desactivación es no caer en la provocación.
  • Las mujeres tienden a ser más observadoras y están más atentas ante comportamientos o señales que puedan indicar, por ejemplo, una posible infidelidad; por el contrario, muchos hombres actúan con enorme ingenuidad.
  • No decir todo lo que hacemos no es mentir, es ocultar, y… a veces hay sucesos de nuestra vida que deben guardarse en nuestra intimidad.
  • La mayoría de la gente que miente SÍ que son conscientes de sus mentiras, pero el mentiroso compulsivo miente sin necesidad, por costumbre, va en automático.

Generalmente, las personas que se autoengañan suelen esconder grandes inseguridades, que están en el origen de sus mentiras.

  • Sólo las personas con determinadas patologías no son conscientes cuando mienten
  • Cuando una persona honesta y coherente miente, sí que se siente culpable, y tratará de asumir las consecuencias de sus mentiras, responsabilizándose de sus errores.

¿Hay personas que mienten más que otras?

Sí que hay personas que mienten más que otras. Por ejemplo:

  • Las personas que más mienten son las que tienen un fondo de inseguridad e insatisfacción, que les lleva a falsear su realidad.
  • Las personas narcisistas echan siempre la culpa a los demás.
  • Las personas agresivas son impacientes, inmaduras, inestables emocionalmente y con dificultades en sus relaciones sociales.

En este sentido, con las personas que mienten para justificar su agresividad no tenemos que ser compasivas, aunque conviene manifestarles nuestra confianza en que, si se lo proponen, serán capaces de cambiar.

  • Las personas que presentan altos niveles de psicopatía tienen una crueldad sin límites y no experimentan pena ni remordimiento hacia el dolor y el sufrimiento que provocan.
  • Los maquiavélicos tienden a ser personas envidiosas, insatisfechas con su realidad y deshonestas en sus comportamientos, que mienten y traicionan nuestra confianza y buscan dañar nuestra reputación.

«El único límite ante el que reacciona una persona maquiavélica, es cuando piensa que sus mentiras se pueden volver en su contra».

  • Las mentiras que causan más infelicidad y que son más difíciles de erradicar, son las mentiras que nos decimos a nosotros mismos.
  • Mentir para caer bien a los demás se da especialmente en personas inseguras, con altos niveles de ansiedad y baja autoestima.
  • Los introvertidos mienten más que los extravertidos. Sus mentiras son muy elaboradas, por lo que resulta difícil descubrirlos.
  • La inseguridad y la falta de confianza en nosotros mismos dispara la frecuencia de las mentiras.

Principales errores a evitar

  • No seamos ingenuos/as, la mayoría de la gente miente todos los días y la mayoría de las mentiras pasan desapercibidas.
  • Las grandes mentiras de nuestra vida empiezan por pequeñas mentiras en nuestro día a día. Por ejemplo, las drogas blandas pueden acabar machacándote la vida.
  • Internet: ¡cuidado con los embaucadores! ¡no te relajes con lo que te suena bien!

Hay personas que cuando están mal, se sumergen en un mundo virtual, y lo hacen sin cautelas ante las posibles mentiras que en él se puedan encontrar.

  • Si no estamos atentos a las mentiras, viviremos una irrealidad que, tarde o temprano, nos estallará.
  • No permitas que te engañen por debilidad o por una mal entendida generosidad.

Los egoístas encuentran una mina de oro con las personas generosas, que se “sacrifican” para evitar tensiones, y resultan fáciles de extorsionar y engañar.

Reglas de oro a seguir

  • Tengamos las ideas claras: la mayoría de las mentiras no se producen por altruismo, sino por egoísmo.
  • Pongámonos en “guardia”, si queremos descubrir las mentiras.

Cuidado: Cuanto mejor nos cae la persona, más nos creemos lo que nos dice.

  • Recordemos que la verdad puede traer sorpresas; la mentira, sufrimientos.
  • No contestemos a todas las preguntas que nos hagan.

«Las personas tienen derecho a preservar su intimidad, a decidir lo que quieren o no contar, a no sentirse forzadas y caer en las trampas de una mal llamada buena educación».

Cuando lo hayamos conseguido, las personas que mienten, que pretenden abusar de nuestra “buena educación”, sabrán que no van a ser dueñas de nuestros silencios, ni de nuestras respuestas.

Reflexiones finales: ¿triunfan más los mentirosos/as?

  • Algunas personas pueden pensar que les resultará más fácil conseguir determinados fines si mienten, pero ese es un camino erróneo, que tarde o temprano se volverá en su contra.
  • Cuando se descubre la mentira, la primera consecuencia es el deterioro de la credibilidad y la confianza.

Seguro que todos conocemos a personas que mienten, pero una vez descubiertas sus mentiras, preguntémonos si ¿seguimos confiando en ellas?

  • Mentir puede significar un atajo con el que nos engañemos a nosotros y a los que nos rodean, pero un atajo que lejos de llevarnos a la meta nos conduce a un camino lleno de obstáculos y trampas, que ha sido construido sobre la base de mentiras y falsedades.
  • Puede haber mentiras positivas, mentiras que pueden justificarse si, con ellas, evitamos un dolor estéril y un sufrimiento inútil y prolongado.

No se trata de engañar; el fin es ayudar y no privar de la esperanza que nos permitirá afrontar la realidad.

  • Recordemos que la dignidad está en nuestra actitud; podemos atacar con verdades terribles o proteger con mentiras altruistas y generosas.
  • Nuestros pensamientos nos pertenecen, y no expresarlos no es mentir, es hacer uso de un derecho fundamental: preservar nuestra libertad de elección y nuestra intimidad.
  • A veces, no decir lo que sentimos es la mayor prueba de generosidad y expresión de libertad que podemos realizar.
  • En definitiva, no permitamos que la mentira nos prive de la verdad de nuestra vida

(*) Para ampliar este tema se puede consultar el libro de María Jesús Álava Reyes: La verdad de la mentira. Editado por La Esfera de los Libros.