Socorro Suárez Lafuente (Universidad de Oviedo): «El feminismo tiene como meta desaparecer: que no haga falta hablar de él porque haya una consideración igualitaria de las personas»

‘Muy Segura’ colabora en esta sección con WomanTalent de la mano de Beatriz Recio, su fundadora y CEO, con el objetivo de visibilizar diversos perfiles de mujeres profesionales, emprendedoras y líderes de esta potente y consolidada red, nacida en noviembre de 2014.

Este mes entrevistamos a Socorro Suárez Lafuente, Catedrática de Literaturas en Lengua Inglesa de la Universidad de Oviedo, investigadora especializada en estudios de las mujeres y feminismo. Socorro es miembro de la red de Mujeres Influyentes de Asturias, de Womantalent.

¿Puede hablarnos de su trayectoria profesional y de los principales hitos que identifica dentro de ella?

Es difícil encontrar hitos, lo veo más como un desarrollo progresivo mientras vas dando pasos en tu carrera. Cuando te das cuenta, vas construyendo una estructura mental que te permite seguir ampliando horizontes. Un momento muy importante es cuando apruebas tu primera oposición y sabes que te puedes dedicar definitivamente a lo que te gusta.

Un paso muy destacado es cuando surgen las primeras personas que quieren hacer la tesis contigo. Empiezas a crear un grupo de doctores, un grupo de investigación con una trayectoria, algo que es muy importante en la vida académica. Esto lo culminas con la cátedra, terminando así la trayectoria académica; después te queda la trayectoria investigadora, que no se acaba jamás.

Me gusta mucho dar clase y ver las caras receptivas de la gente. Es muy gratificante y estoy encantada de haber tenido la oportunidad de seguir por ese camino.

‘La cátedra culmina la trayectoria académica. La trayectoria investigadora no se acaba jamás’.

¿Nos puede hablar del feminismo post-COVID-19? ¿Hacia dónde vamos y cuáles serán los siguientes pasos?

El feminismo es otro proceso. Tiene como meta desaparecer, es decir, que no haga falta hablar de feminismo porque haya una consideración igualitaria de las personas. Se trata de que las mujeres, igual que los hombres, tengan la oportunidad de ser consideradas personas independientes, individualizadas y ciudadanas de pleno derecho.

Dependiendo del país y de la situación, hay mujeres que han avanzado más. Como dice Gayatri Spivak, siempre va a haber mujeres que no tengan voz propia, que ella llama las ‘subalternas’.

El feminismo, como movimiento, todavía tiene un recorrido larguísimo. Es una revolución en todos los sentidos y lo estamos viendo en el día a día. Que las mujeres decidan trabajar fuera de casa, que tomen decisiones, etc, trastoca mucho un orden establecido y dominante. Y nunca es un asunto prioritario a resolver, siempre se anteponen otro problemas ‘más urgentes’. Esto evidencia que a las mujeres se las sigue tiendo como ‘el segundo sexo’, tal y como decía Simone de Beauvoir.

Estamos ante un cambio fundamental y que, para empezar, es carísimo. Que las mujeres salgan a trabajar, a corto plazo, supone ver qué tienes que hacer con otros cuidados: las mujeres están cuidando gratuitamente personas dependientes, enfermas, etc. El post-COVID, como es un problema inmediato, va a hacernos dar un paso atrás en cuestiones de género, o al menos a intentarlo. Aquí estamos las feminista para llamar la atención sobre ese punto…

La catedrática Socorro Suárez Lafuente. Fotografía realizada por Ángel González

‘El feminismo es otro proceso. Tiene como meta desaparecer, es decir, que no haga falta hablar de feminismo porque haya una consideración igualitaria de las personas’.

Hablamos de un derecho a la individualidad que está claramente recogido en nuestra Constitución. En realidad, la solución pasa por seguir lo que ya está legislado. Ahora se habla de cómo las mujeres teletrabajamos pero, ¿quién se encarga fundamentalmente de los cuidados de las personas y hace las tareas de la casa? Hablo en líneas generales, porque siempre hay excepciones, pero los casos aislados no constituyen un paradigma. Por no hablar de otro problema tremendo, y es lo que les supuso estar confinadas a las mujeres maltratadas. Me dan escalofríos sólo de pensar lo que puede suponer estar encerrada en una casa pequeña con una persona que es realmente tu enemiga.

El feminismo está aquí para quedarse y para seguir. Poco a poco, cosas por las que hace unos años la gente se echaba las manos a la cabeza, ahora se van entendiendo. Y las mujeres también se van dando cuenta. En realidad, llevamos una historia de tanto sometimiento y de ser ‘subalternas’ que, si lo piensas, no vamos tan lentas. Es que todavía hace 100 años no podíamos estudiar en la universidad; y en universidades punteras, como Harvard o Yale, hace medio siglo no había profesoras catedráticas.

A la vez, tengo alumnas estupendas que tienen las cosas clarísimas; a su edad, yo no estaba ni a mitad de camino de lo que ellas conocen sobre esta materia. Por eso, soy optimista, aunque consciente de que el patriarcado, ante cada problema que surge, aprovecha para intentar frenar el movimiento feminista.

‘Ahora se habla de cómo las mujeres teletrabajamos pero, ¿quién se encarga fundamentalmente de los cuidados de las personas y hace las tareas de la casa? Hablo en líneas generales, porque siempre hay excepciones, pero los casos aislados no constituyen un paradigma’.

Me quedo con su mensaje de que, ante cada problema, el tema de la mujer siempre pasa a un segundo plano…

Siempre y en todo. Recuerdo que cuando empezamos a hablar de feminismo, en los años 70, había problemas generales, políticos, sociales, a los que se les daba prioridad frente a ‘la problemática de las mujeres’; como que no fuéramos parte del hoy, del día a día… Es tan evidente… pero cuesta mucho que se admita y, enseguida, surge esa reacción inmediata que tiene la gente cuando te declaras feminista…

Efectivamente, el modo en el que reacciona la gente ante una persona que se declara feminista es otro tema a tratar… ¿No nota usted cierta animadversión hacia el propio concepto? ¿Considera que éste está malentendido?

Sí, que está malentendido es indudable. El argumento típico que se repite una y otra vez, y que siempre explico el primer día de clase es lo de ‘yo no soy ni feminista ni machista’, porque no tiene nada que ver lo uno con lo otro. También está equivocada la idea de que el feminismo significa que queremos suplantar a los hombres; no es así en absoluto: el feminismo quiere que las mujeres sean ellas mismas; se trata de que puedan buscar su espacio propio y personal. Siempre juegan un papel importante la vida y las circunstancias de cada persona, pero el hecho de ser mujer no tiene que marcarte de manera especial y coartar tus posibilidades vitales. Mary Wollstonecraft ya explicó por escrito en 1792: “yo no quiero que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas”, y todavía tenemos que repetirlo una y otra vez, dos siglos después, para que se entienda qué es el feminismo. También están las ideas absurdas de que las feministas son todas ‘feas’ o ‘brutas’…

‘Está equivocada la idea de que el feminismo significa que queremos suplantar a los hombres; no es así en absoluto: el feminismo quiere que las mujeres sean ellas mismas; se trata de que puedan buscar su espacio propio y personal’.

Parece mentira, pero en algunos círculos está extendido ese concepto…

Es tan absurdo que una se ríe por no llorar. En ocasiones, son incluso prejuzgadas en términos de ‘marimachos’ o lesbianas; en este caso, la ofensa no es solo hacia las mujeres feministas, sino hacia quienes toman otras opciones. Una persona que sea capaz de defender esas simplezas es que no se ha parado a pensar.

A la vez, encuentras gente que ya se va dando cuenta de que hay cosas que, ya no es que no sean políticamente correctas, sino que no es ni lógico ni normal que se piense en esos términos.

‘En ocasiones, son incluso prejuzgadas en términos de ‘marimachos’ o lesbianas; en este caso, la ofensa no es solo hacia las mujeres feministas, sino hacia quienes toman otras opciones’.

Por lo tanto, como nos ha comentado al principio, esta crisis sí que está suponiendo un retroceso para los avances conseguidos por la mujer.

Sin duda, eso es lo que van a intentar desde el discurso patriarcal, un discurso que nos ha construido históricamente. Deberíamos  conocer la Historia, enterarnos de cuál es el desarrollo y de dónde venimos, tanto hombres como mujeres, y entender que ya va siendo hora de que las cosas cambien.

En la sociedad, según está montada hoy en día, quienes tienen privilegios no los quieren perder. Hay multitud de ejemplos desde la escuela, donde los chavales se educan pensando que son más fuertes, que se merecen más espacio… Y crecen en esta creencia. Más tarde, ¿quién cede espacios, quién cede derechos? Así que reaccionan contra cualquier movimiento que les recorte sus privilegios, y ya sabemos que, por desgracia (y esto es otro problema social serio), parece que la manera de reaccionar es insultar al Otro. Lo estamos viendo a diario y es un argumento muy pobre, pero que funciona.

Hay que convencer a la sociedad de que hay que pensar, argumentar con lógica, entender las situaciones, y eso supone cambios muy complicados. Un autor que me encanta, José Luis Sampedro, decía que el problema reside en que las relaciones humanas están mercantilizadas, porque el valor supremo todavía es el dinero. Si mercantilizas las relaciones humanas, lógicamente vas a lo que parezca práctico y útil; y el trabajo que hacemos las mujeres desde casa, no parece productivo, ni siquiera parece un trabajo. Empezamos por ahí, que es el inicio de una manera de pensar equivocada.

El feminismo es positivo para hombres y mujeres. Una de las cosas que me llaman mucho la atención siempre es: ¿qué persona medianamente inteligente quiere vivir al lado de una persona sometida? Normalmente, deberías querer convivir con alguien independiente, que piensa, que se mueve, que hace cosas y que tiene una vida interesante, lo que también es positivo para ti. Me parece tan obvio que es bueno para todo el mundo que veamos a las personas en igualdad y en conjunción.

Creo que este COVID demostró lo frágil que es el mundo en el que vivimos. Hasta un nano-virus lo ha demostrado. Somos frágiles, enfermamos, morimos… Si ya lo vemos, no entiendo por qué no podemos intentar convivir de manera más relajada. A ver si, por lo menos, se aprende algo de esta situación tan dura. Yo tengo claro que las mujeres lo han tenido y lo tienen más difícil, por eso soy feminista y por eso quiero hacer lo poco que está a mi alcance: animar a la gente a leer y a pensar.

‘Deberíamos  conocer la Historia, enterarnos de cuál es el desarrollo y de dónde venimos todo el mundo, tanto hombres como mujeres, y entender que ya va siendo hora de que las cosas cambien’.

¿De qué manera considera que la propia mujer podría tener un poco de ‘culpa’ en esta percepción, en ocasiones errónea, que se posee sobre el feminismo?

Volvemos otra vez al patriarcado, porque el problema verdadero se encuentra en una construcción social de muchos siglos. Desde la antigüedad, el patriarcado fue un concepto que definía quién podía decidir sobre la vida de los demás.

El patriarcado, explicado de una forma elemental, lo que dice es: para que esto funcione a nuestro gusto, los hombres tendremos este rol, ser cabezas de familia, trabajar fuera, etc. Y, las mujeres, que dan a luz, son más débiles y menstrúan, que se queden a cuidar a los niños y niñas, a las personas ancianas, enfermas o heridas. Que cuiden el fuego del hogar. Para que todo funcione así hay que mantener esta mentalidad y estos roles sociales, y por lo tanto hay que convencernos a través del lenguaje, los mitos, la religión, la tradición, etc., para que estemos contentas con la función social recibida. Sin darte cuenta, te van socializando en estos papeles ya desde los cuentos infantiles, y cada una podemos ver en nuestra vida cómo se va fomentando esta estructura. Aún en los años 1960 o 1970, las madres enseñaban a las niñas a cocinar, a limpiar y a ‘hacer la casa’, mientras los niños estaban jugando o en la calle. La madre era el vehículo de esas ideas patriarcales para que las hijas fueran ‘buenas’ mujeres, esposas, etc. La madre quería proporcionarles una vida ‘tranquila’, que no se ‘desviaran’ del camino marcado. Claro que las mujeres han sido también vehículos del patriarcado, porque han sido socializadas en él. Aquí nos encontramos con el reto de la transmisión porque, si se corta, se teme que puede haber problemas.

Recordemos que, hasta no hace mucho, si una mujer llevaba minifalda y era violada, se le acusaba a ella por ir vestida así. Igualmente, si una mujer se emborracha se considera que entonces cualquier hombre puede abusar de ella. Es decir, se culpabiliza a las mujeres que se ‘desvían’ de la norma establecida por el patriarcado. Y no es una cuestión de culpabilidad de la mujer, sino que es algo mucho más complejo, es un orden prefijado que no admite variedad en el comportamiento femenino por intereses de su propia estructura.

En Literatura ha habido y hay muchísimos ejemplos de mujeres que despiertan a su propio ‘yo’. En clase siempre comento que una manera de reconocer tu individualidad, es pensar si tú eres el sujeto de tus verbos. Si soy yo quien pienso, si yo decido, si yo digo. O si me llevan, me traen, me dicen… Esto trae consigo que, muchas veces, te equivocas y tienes que rectificar, pero también las mujeres tienen derecho a equivocarse, y siempre hay derecho a otra oportunidad.

‘La madre era el vehículo de esas ideas patriarcales para que las hijas fueran ‘buenas’ mujeres, esposas, etc. La madre quería proporcionarles una vida ‘tranquila’,  que no se ‘desviaran’ del camino marcado’.

¿Desea añadir algún comentario final a modo de ‘broche’?

No soy muy de broches, más bien resumo siguiendo a Simone de Beauvoir: hay que pararse y pensar. Nos tenemos que enfrentar a las situaciones, ser independientes y ayudar a que el entorno lo sea. Como profesora, disfruto del privilegio de poder transmitir mis reflexiones y ver que hay mujeres jóvenes que están aprendiendo para que, cuando yo me jubile, esto no pare y no retroceda. Percibo un gran interés en ellas. Una vez que lo entienden, si no quieren seguir esta senda del feminismo y de la lucha por la igualdad y por la equidad, ya sería una decisión tomada de manera consciente. Pero cuando se descubre el carácter positivo del feminismo es casi imposible renunciar a seguir por ese camino. 

‘Nos tenemos que enfrentar a las situaciones, ser independientes y ayudar a que el entorno lo sea. Al ser profesora, es una delicia y un privilegio poder transmitir mis reflexiones y ver que hay mujeres jóvenes que están aprendiendo para que, cuando yo me jubile, esto no pare y no retroceda’.

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