¿Tengo alguna fobia o son miedos “normales”?

Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.

Cada vez son más las personas que sufren fobias; se calcula que un 13% de la población (1 de cada 8 personas) padece este trastorno en algún momento de su vida. En muchos casos, sobre todo en las primeras fases, ni siquiera son conscientes de ello, pero las fobias pueden llegar a condicionar nuestra existencia hasta extremos difícilmente soportables.

Si miramos a nuestro alrededor, encontraremos alguna persona que tenga miedo a volar, a viajar en determinados medios de transporte, a las enfermedades, a los lugares cerrados, a las relaciones sociales…

Vamos a intentar distinguir entre lo que son las fobias y lo que son miedos racionales.

Qué son las fobias

«Las fobias se caracterizan por una sensación de pérdida de control; algunas personas sienten que se pueden morir en medio de sus crisis. Los síntomas psicológicos se presentan junto con síntomas físicos, como palpitaciones, dificultad para respirar, dolor en el pecho, hormigueo en algunas partes del cuerpo, sensación de desmayo, sudoración, temblores, escalofríos… Ante estos síntomas algunas personas se confunden y creen que padecen enfermedades graves, como un infarto, un ataque de asma… Y empieza para ellas un auténtico calvario».

¿Cuándo tenemos una fobia y cuándo se trata de un miedo más o menos “normal”?

Para que se trate de una fobia, se tienen que dar las siguientes características:

  • La respuesta de nuestro organismo es desproporcionada respecto a la situación que la provoca (por ejemplo, miedo a las alturas tras una ventana).
  • No puede ser explicada o razonada.
  • Se encuentra fuera del control voluntario.
  • Conduce a la evitación de la situación temida.

En definitiva, las fobias se caracterizan porque provocan respuestas muy desproporcionadas en algunas personas; es decir, sin que la situación constituya una amenaza, sienten un miedo irracional, que con frecuencia las bloquea, y hace que intenten evitar las situaciones que desencadenan sus miedos. En muchas ocasiones pueden llegar a sufrir auténticas crisis de pánico.

¿Cuáles son las fobias más frecuentes?

«Dentro de las fobias, hasta ahora las más frecuentes eran las agorafobias, que consisten en el miedo a lugares abiertos, a las multitudes, a viajar solo en autobús, en tren, metro…; el temor a conducir en autopistas, autovías, carreteras de circunvalación… En definitiva, es el temor a no poder escapar inmediatamente a un lugar seguro. El 60% de las personas que tienen fobias padecen agorafobias».

Hay otro 15% que tienen nosofobias, que es el temor a las enfermedades. Los servicios de urgencias de los hospitales se llenan cada vez más de personas que tienen cardiopatofobia (miedo a los infartos) y fobofobia (miedo a la angustia). Desde hace años, pero muy especialmente ahora, nos encontramos con muchas personas que tienen mosofobia (miedo al contagio), y que hacen de su vida un ritual terrible, y en su obsesión por no contagiarse presentan, por ejemplo, un lavado compulsivo de las manos, desinfección de la ropa, evitación de pasar por determinados sitios…

Últimamente hay un porcentaje importante de personas que tienen miedo social. La fobia social es, en la actualidad, el principal problema fóbico/obsesivo que tratamos los profesionales de la psicología. El número de personas que la padecen en todo el mundo es muy alto y su número crece de día en día. Es un trastorno que genera un fuerte malestar, y que interfiere en muchas de las acciones de la vida diaria, pudiendo producirse un bloqueo total de la vida de quien lo sufre.

La característica principal de este problema es que la persona afectada experimenta un alto grado de ansiedad al exponerse en situaciones sociales.

Si la persona intenta hacer su vida normal siente un alto grado de ansiedad y malestar, y aunque afronta las situaciones sociales, y no las rehúye, lo hace a costa de un gran malestar.

Quienes padecen esta fobia viven pendientes de lo que pensarán los demás, de cómo los valorarán, de si caerán mal… Su vida es una auténtica obsesión.

En el ambiente de trabajo se manifiesta muchas veces el miedo a hablar en público.

También existe el temor a los animales (zoofobia), que puede presentarse como entomofobia (miedo a los insectos), muridofobia (miedo a los ratones), cinofobia (miedo a los perros)…

Por qué se desencadenan las fobias

Una fobia puede desarrollarse por varios factores.

«A veces, las fobias se desarrollan después de un hecho más o menos traumático: una crisis de ansiedad; un viaje difícil en avión, con muchas turbulencias; quedar atrapados solos en el ascensor durante bastante tiempo…, pero no necesariamente ha tenido que haber un episodio previo para que se desarrolle una fobia. A veces son generadas por pensamientos irracionales, que desencadenan esa respuesta tan intensa y desproporcionada».

¿Qué ayudas son eficaces para superar las fobias?

La ayuda psicológica es muy eficaz para superar estos trastornos. De forma muy resumida, la psicología trata de que seamos conscientes de cómo se produce el proceso, para enseñarnos después a controlarlo.

Debemos ser optimistas, pues las fobias son uno de los trastornos psicológicos que tienen mejor pronóstico respecto a su recuperación.

Está comprobado que el tratamiento que mejores resultados obtiene es la terapia cognitivo-conductual.

¿En qué consiste el tratamiento cognitivo-conductual?

Primero se familiariza a la persona con el proceso que tiene lugar en su mente. Se la entrena para que descubra como el miedo que siente es irracional y está provocado por una serie de pensamientos distorsionados, que en esos momentos ella siente como reales, y que pueden llegar a paralizarla.

Esos pensamientos son los que provocan sus miedos. Una vez que ya sabe detectarlos, se le enseña a confrontarlos; es decir, a sustituirlos o reemplazarlos por otros más realistas, que le permitirán seguir su vida normal. Por ejemplo, “No me apetece subir a un avión, pero viajar en avión es mucho más seguro que viajar en coche, autocar…”. Esta es la parte cognitiva del tratamiento.

«A continuación se le enseña a controlar sus respuestas fisiológicas de miedo: palpitaciones, presión en el pecho, mareos… La persona aprende a relajarse. Recordemos que la relajación es una respuesta antagónica al estado de ansiedad; es decir, si estamos relajados, no podemos estar a la vez tensos».

Posteriormente, vendría la parte conductual, y que consiste en que, una vez que el afectado ya sabe relajarse, lo entrenamos para que pueda afrontar esas situaciones que le causaban miedo.

¿Nos enseñan entonces a controlar los signos físicos, cuando aparece una crisis fóbica?

Sí, y ese es el éxito del tratamiento. La persona aprende a controlar esos signos o síntomas físicos que tanto la angustiaban. Primero se familiariza con ellos, y después los controla hasta que desaparecen.

Además, el tratamiento no suele ser largo. Depende de cada persona, pero, por término medio, en seis u ocho sesiones se llega a controlar bastante bien. En muchos casos, incluso se consigue en dos o tres sesiones.

Consejos útiles

  • Cuando se presenten los síntomas físicos relacionados con un estado de ansiedad intensa, descartemos los pensamientos del tipo “me voy a morir”. Recordemos que la ansiedad es muy molesta, pero hasta la fecha no se ha producido un solo caso de muerte por ansiedad intensa.
  • Igualmente, desechemos los pensamientos catastrofistas, basándonos en datos reales que desarmen nuestro temor. Por ejemplo, ¿cuántas personas han fallecido en el último año en un ascensor?
  • Aprendamos a practicar la respiración abdominal. Es muy sencilla; observemos a los bebés, ellos la realizan siempre.
  • Hagamos ejercicios de relajación antes de enfrentarnos a las situaciones que nos producen ansiedad y en el mismo momento en que nos enfrentamos a ellas. Recordemos que no podemos estar relajados y tensos a la vez.
  • Siempre que podamos, utilicemos el sentido del humor, que relaja mucho las tensiones.

En definitiva, no nos sintamos culpables por padecer temores irracionales; en cambio, sí nos sentiremos responsables de nuestra correcta curación. Si vemos que la fobia persiste, busquemos ayuda profesional para superar de forma efectiva este trastorno.

Reflexión final

Recordemos que uno de los principios básicos de nuestro trabajo es La inutilidad del sufrimiento; en consecuencia, la vida es demasiado compleja para que malgastemos nuestras energías y nuestros ánimos con miedos irracionales y sufrimientos inútiles, que podemos evitar. Pasemos a la acción y disfrutemos como nos lo merecemos.