Alvar Ocano (Aegon): «Hemos de aprender a manejar nuestras emociones y reacciones al mundo que nos rodea y lo que nos acontece cada día, para reaccionar asertivamente»

‘Muy Segura’ entrevista a Alvar Ocano, gerente médico de Aegon, con motivo del Día Mundial de la lucha contra la Depresión (13 de enero).

Recientemente ha sido el Día Mundial de la lucha contra la Depresión. Según el Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon, ¿qué valoración hacen los españoles sobre su estado de salud emocional? ¿Qué aspectos tienen en cuenta para el estudio? 

En términos generales, los españoles valoran su estado de salud emocional con menos de un notable, pues la valoración media por parte de los encuestados se sitúa en 6,78 puntos. Además, llama la atención que esta puntuación es menor a la encontrada en la percepción de la salud física (7,13) para la misma población.

En concreto, más del 63% de los encuestados puntúa su bienestar psicológico igual o por encima del 7.  A su vez, el 36,6% de los encuestados, es decir, 1 de cada 3, apuntó un empeoramiento percibido en su salud emocional en el último año y únicamente el 8,2% consideró haber experimentado una mejoría en su salud psicológica.  

En materia de salud mental, el estudio tiene en cuenta variables como la edad, el sexo, según la situación económica o laboral, además de hacer una diferenciación regional por comunidades autónomas. En concreto, en cuanto a la depresión, el estudio refleja que el 20,6% de la población española encuestada presentaba síntomas compatibles con un posible caso de depresión o, al menos, sintomatología depresiva moderada. Esto significa que 1 de cada 5 personas podría presentar dificultades emocionales de tipo depresivo. Además, el 24,7% de las mujeres encuestadas y el 16,4% de los hombres, cumplía criterios para un caso probable de depresión. En cuanto a lo que edad se refiere, los datos sugieren un mayor porcentaje de casos probables de depresión en los rangos de edad 18-25 y 26-40 años que en los mayores de 65 años.  

Asimismo, se ha encontrado un mayor porcentaje de personas con un caso probable de depresión entre aquellas que indicaron que su situación económica ha empeorado (33,3%). Además, por comunidades autónomas, Galicia junto con Andalucía, fueron las regiones en las que se encontraron mayores porcentajes de encuestados con un caso probable de depresión (25,9% y 25,4%). Por el contrario, los menores porcentajes de casos probables de depresión se encontraron en Asturias (9,4%).

«El 24,7% de las mujeres encuestadas y el 16,4% de los hombres, cumplía criterios para un caso probable de depresión».

¿Cuáles son los síntomas más comunes de la depresión? ¿Y los menos frecuentes, pero que requieren estar pendientes de ellos? 

La depresión provoca una disfunción cognitiva y psicomotora, de manera que hay una serie de síntomas que son exigibles para el diagnóstico, como: la dificultad para concentrarse, el cansancio o la falta de energía, sentimientos de inutilidad, la pérdida del deseo sexual, la pérdida de interés o placer en actividades que antes se disfrutaban (por ejemplo el apetito), o las alteraciones del sueño son frecuentes. Además, el aspecto físico triste, la postura decaída, la pobre expresión facial o de movimientos, el habla en voz baja y con monosílabos, etc., acompañan a esos síntomas.

Sin embargo, no siempre están presentes, o no están todos ellos, o que pueden llevar a la confusión con otras patologías, como pueden ser los dolores de cabeza, o una sensación de mareo, o síntomas que dificultan algunas funciones esenciales, como la pérdida de atención y/o de memoria, la falta de concentración, o una dificultad para tomar decisiones u organizar aspectos del día a día.

«La depresión provoca una disfunción cognitiva y psicomotora, de manera que hay una serie de síntomas que son exigibles para su diagnóstico».

¿Qué pautas principales existen para su prevención? 

Debemos aceptar que vivimos en una sociedad estresante y conflictiva, llena de circunstancias que pueden propiciar caer en el desánimo, etc., de manera que hemos de aprender a manejar nuestras emociones y reacciones al mundo que nos rodea y lo que nos acontece cada día, para reaccionar asertivamente. Para ello es muy importante que nuestro estilo de vida sea sano, lo que conlleva:

  • Hacer ejercicio regularmente, pues libera endorfinas (también llamadas “hormonas del bienestar”).
  • Comer saludablemente y disfrutar con las sensaciones (olores, sabores, etc)
  • Descansar lo suficiente (mínimo 7 hs), para que cuerpo y mente se reparen.
  • Manejar el estrés (yoga, pilates, técnicas relajación, y muchas más)
  • Comparte tus emociones con personas de confianza, ayuda a mejorar el estado de ánimo
  • Actuar en positivo
  • Aprende a disfrutar de la naturaleza y las pequeñas cosas
  • Comprométete con un grupo, mantén algún hobbies, cría una mascota, etc.

«Debemos aceptar que vivimos en una sociedad estresante y conflictiva, llena de circunstancias que pueden propiciar caer en el desánimo, etc., de manera que hemos de aprender a manejar nuestras emociones y reacciones al mundo que nos rodea y lo que nos acontece cada día, para reaccionar asertivamente».

¿Y qué herramientas fundamentales hay para su abordaje?  

Cuando hablamos de tomar medidas para mejorar nuestra salud emocional, el Estudio revela un dato impactante, ya que algo más de la mitad del total de las personas encuestadas (53,9%) indica que no hace nada en concreto para mejorar su bienestar psicológico o emocional, según las respuestas de los propios encuestados.

Sin embargo, otro 46,1% señala haber tomado alguna medida para mejorar su bienestar psicológico. En este sentido, también llama la atención que solamente el 8,3% de los que sí han tomado medidas, entre los encuestados, declara haber recurrido a la ayuda profesional de un psicólogo.

Por otro lado, el 27% de los participantes en el estudio manifiesta haber cambiado su rutina y hábitos (durmiendo más, comiendo mejor, haciendo ejercicio físico) y el 15% señala que realiza actividades enfocadas a mejorar personalmente, como leer libros de autoayuda o realizar ejercicios de respiración y relajación. La medicación o los suplementos son utilizados por un 12,9% de los encuestados. Asimismo, el 64,1% de los encuestados que no toman medicamentos sin prescripción médica presentan una probabilidad alta de sufrir ansiedad y un 65% presentan riesgo de sufrir depresión.    

«Cuando hablamos de tomar medidas para mejorar nuestra salud emocional, el Estudio revela un dato impactante, ya que algo más de la mitad del total de las personas encuestadas (53,9%) indica que no hace nada en concreto para mejorar su bienestar psicológico o emocional, según las respuestas de los propios encuestados».

¿Existe una predisposición genética a la hora de padecer esta enfermedad o intervienen más los factores de contexto para desencadenarla? 

La causa exacta permanece aún desconocida, si bien sabemos que hay una serie de factores genéticos y ambientales que, cuando menos, contribuyen a su aparición. Así, es más frecuente en familiares de 1er grado, o entre gemelos monocigotos.

Por otro lado, los factores psicosociales también influyen, como las situaciones con alta carga de estrés, como pueden ser las separaciones o pérdidas de personas queridas.

Las personas menos flexibles y aquellas con tendencia a la ansiedad son más propensas a desarrollarla, o aquellas personas con pocas habilidades sociales.

«La causa exacta permanece aún desconocida, si bien sabemos que hay una serie de factores genéticos y ambientales que, cuando menos, contribuyen a su aparición. Así, es más frecuente en familiares de 1er grado, o entre gemelos monocigotos».

Dada la situación actual de evolución de la pandemia sanitaria, ¿qué factores están afectando más a la salud emocional y cuáles considera que ya han sido superados? 

Según el estudio, la pandemia sí ha afectado a los españoles como una de las causas generadoras de estrés, considerándose uno de los grandes estresores actuales a nivel general.  De hecho, la literatura científica recoge que está teniendo una profunda repercusión en la salud mental de la población mundial. Además, la pandemia ha traído consigo diferentes escenarios que, en sí, pueden ser estresantes, como las medidas de confinamiento, la impredecibilidad y gravedad de la enfermedad, la falta de información inicial y desinformación, el aislamiento social y el impacto e inestabilidad económicas entre otros.

En cuanto a principales motivos a la hora de experimentar estrés, mientras que las dificultades laborales de conciliación y las tensiones con familiares o amigos ocupan los dos primeros puestos, la tercera causa más mencionada de estrés es el miedo al contagio propio o de personas cercanas por COVID-19 (26%).

Por otra parte, aunque los datos no permiten explicar las diferencias obtenidas por comunidades, podría hipotetizarse que, en aquellas comunidades más castigadas por la COVID y con peores consecuencias (número de muertes, pérdida de empleo, inestabilidad económica…), la valoración sobre la salud psicológica deriva en peores puntuaciones. 

Sin embargo, cabe destacar que, en general, la mayoría de las personas encuestadas no teme que la COVID-19 pueda afectar a su integridad física (58,9%), pues los resultados muestran que solo el 41,1% se han sentido amenazados. No obstante, sí existe un miedo generalizado a sufrir un contagio propio o de personas cercanas. El 63,3% respondieron afirmativamente a sentir temor a contagiarse de la COVID-19. 

«En cuanto a principales motivos a la hora de experimentar estrés, mientras que las dificultades laborales de conciliación y las tensiones con familiares o amigos ocupan los dos primeros puestos, la tercera causa más mencionada de estrés es el miedo al contagio propio o de personas cercanas por COVID-19 (26%)».

¿Ser hombre o mujer implica afrontar factores de riesgos diferentes para contraer la enfermedad? ¿Por qué? ¿Y en lo que respecta a gestionar su desarrollo, evolución y curación? 

Lo que se refleja en el estudio es que hay un mayor porcentaje de mujeres (24,7%) que cumple con los criterios de un caso probable de depresión que hombres (16,4%). Este mayor porcentaje por parte de las mujeres se vuelve a apreciar en el Estudio al analizar el estrés, concluyendo que un 76% de mujeres y un 62% de hombres afirma haber sentido estrés. En cuanto a los riesgos de ansiedad (30,1% vs 16,8%) e ideación suicida (16% vs 15%), también se registró un mayor porcentaje de mujeres

En consonancia, e términos más generales, las mujeres valoraron peor que los hombres su bienestar psicológico (6,5 vs 7,07).

Hay una serie de factores que parecen explicar, al menos parcialmente, esa mayor tendencia femenina a padecerla con más frecuencia que los hombres, como son su mayor respuesta a las tensiones de la vida diaria, tener unos niveles más altos de Monoaminooxidasa (enzima que degrada los neurotransmisores), cambios endocrinos con la menstruación y la menopausia, o una mayor tendencia a padecer problemas tiroideos.

«Lo que se refleja en el estudio es que hay un mayor porcentaje de mujeres (24,7%) que cumple con los criterios de un caso probable de depresión que hombres (16,4%). Este mayor porcentaje por parte de las mujeres se vuelve a apreciar en el Estudio al analizar el estrés, concluyendo que un 76% de mujeres y un 62% de hombres afirma haber sentido estrés. En cuanto a los riesgos de ansiedad (30,1% vs 16,8%) e ideación suicida (16% vs 15%), también se registró un mayor porcentaje de mujeres».

¿Cree que en el nuevo escenario al que asistimos será preciso actualizar las metodologías para el abordaje de esta patología? 

Las preocupaciones y la ansiedad que ha generado y genera la actual pandemia, así como el distanciamiento social al que obliga, han cambiado la salud mental de muchas personas.

La incertidumbre, el cambio de las rutinas, las preocupaciones financieras y laborales que ha suscitado, los rumores e informaciones erróneas (desinformaciones), etc. Han generado estrés, ansiedad, miedo, tristeza y soledad, que no solo empeoran los estados mentales ya alterados, sino que en personas predispuestas han servido de disparador. Por todo esto, es muy importante que pongamos en marcha las medidas para prevenirla.

«Las preocupaciones y la ansiedad que ha generado y genera la actual pandemia, así como el distanciamiento social al que obliga, han cambiado la salud mental de muchas personas».