Por Juan Dueñas, Director Territorial de ARAG
Toda mi vida ha estado compartida entre pedaleos, competiciones, rutas en bicicleta y actividad profesional como comercial, pero hoy quiero compartir cómo se forjó mi pasión y el camino que me llevó a convertirme en un enamorado de este deporte, el ciclismo.
Mi amor por las bicis nació cuando era muy pequeño. Tenía apenas tres años cuando mis abuelos me alquilaban bicis con ruedines en el Parc Güell. Durante mi infancia y adolescencia, pasé por un desfile de bicicletas, que o no eran de mi talla o simplemente no eran lo que necesitaba. Mi padre nunca entendió que esa gran afición podía convertirse en algo más ambicioso. La vida me llevó por caminos distintos y, por un tiempo, aparqué las bicis.
Sin embargo, hace unos treinta y cinco años, me atrapó una moda llegada de Estados Unidos: aquellas bicicletas con cuadros de carretera, pero ruedas gordas y tacos para conquistar el monte. No lo dudé y compré una de las primeras BTT que rodó por Barcelona, en llamativos colores fucsias y que pesaba como un tanque. Con un gran esfuerzo económico, la pasión volvió a encenderse, aunque esta vez ya todo dependía de mí: empecé a entrenar, a salir para mejorar habilidades, y a esperar la oportunidad de participar en las primeras marchas y carreras que comenzaban a organizarse.
«Mi padre nunca entendió que esa gran afición podía convertirse en algo más ambicioso. La vida me llevó por caminos distintos y, por un tiempo, aparqué las bicis».
Mientras trabajaba en ARAG, en la oficina de Hospitalet, tenía cerca Ciclos Hospitalet. Fue ahí donde, después de tener una Orbea y dos BH, surgió la posibilidad de integrarme en un equipo de competición de la marca Sunn —aquellas codiciadas y carísimas bicis francesas plateadas— como cofacturing. Me regalaron la bici, el equipamiento, los programas de entrenamiento y algún que otro premio. Solo debía comprometerme con un calendario de competiciones y resultados. Fueron tres años intensos con esa marca, mi primer paso real en la competición. Una experiencia increíble con los medios que tenía y sin ser profesional, porque mi vida seguía su curso: trabajaba en ARAG y formaba una familia, con todo lo que ello implica en dedicación.
A lo largo de los años, he alternado la competición con marchas y rutas de todo tipo: la Volcat UCI, la Non Stop Series Barcelona-San Sebastián, Madrid-Murcia y Madrid-Lisboa, TransAtlas, Monegros, Gossol-Berga, Selenikas, Cabrerés, Ports de Andorra, Purito, Mussara, Quebrantahuesos, Everesting… y muchas, muchas más.
Sin duda, la carrera que más me ha marcado es la Titan Desert by Morocco. He participado en siete ediciones, siempre sin equipo, sin mecánico ni fisioterapeuta, y he conseguido ser finisher en todas, logrando buenos resultados por categorías y el honor de convertirme en Legend. Más de 4,200 kilómetros recorridos en competición y crono, atravesando lugares donde solo camellos se atreven a pasar, enfrentando temperaturas inhumanas, dunas, piedras, arena, viento y muchísimos kilómetros. En siete días de competición apenas hay descanso y aprendes, a fuego, que la mente es lo más importante. Cuando estás completamente agotado, bajo un sol que abrasa, sin ver a nadie ni nada alrededor en medio del Sáhara, solo dependes de tu concentración, de tu confianza en ti y de alimentarte y beber, confiando en tu GPS y Road Book para llegar al siguiente punto de paso o avituallamiento, tratando de no pensar en apretar el botón de la radio baliza de abandono.
«Sin duda, la carrera que más me ha marcado es la Titan Desert by Morocco».
Hoy en día también sigo disfrutando del ciclismo en el club de toda mi vida, el BTT Sant Boi. Somos un grupo de entusiastas del enduro, una especialidad que nos lleva a subir y bajar cerros por senderos y trialeras de cabras.
También he tenido la oportunidad de compartir deporte con mi hija Marta Dueñas, abogada de ARAG y otra enamorada del BTT. Al final, y no sin un gran esfuerzo, tiene una buena maquina para disfrutar y competir. Hemos entrenado juntos en muchas ocasiones por las proximidades del Ordal, el Garraf y Collserola, incluso en nocturnas, porque el trabajo no siempre nos permite poder entrenar en mejores momentos. Además, hemos participado con muy buen resultado en critériums, como la última Travessa Barcelona/Montserrat. Fue una prueba dura por los km y el desnivel acumulado, pero Marta consiguió ser la primera clasificada femenina y yo tuve el honor de entrar junto a ella en la meta.
No dejo de lado las grandes rutas de varios días en bici, acompañado por mi pareja Montse Claret, delegada comercial de ARAG, que también ha encontrado en el ciclismo una forma diferente de descubrir lugares y aventuras nuevas, como los Dolomitas hasta Venecia, la vía Claudia en los Alpes, el camino de Santiago o el camino de faros en Galicia.
«No dejo de lado las grandes rutas de varios días en bici, acompañado por mi pareja Montse Claret, delegada comercial de ARAG».
El ciclismo me ha dado fortaleza mental, buena condición física, equilibrio emocional, disciplina, amistades entrañables, la oportunidad de compartir pasión con mi familia y la posibilidad de conocer lugares que jamás imaginé. Pero también me ha dejado cicatrices: accidentes graves, evacuaciones en helicóptero, fracturas de costillas, muñecas y clavículas… Sin embargo, esas heridas pronto quedan atrás y solo forman parte de esta experiencia increíble.
¡Salud y pedales!






























































