Los estilos instintivos y la enfermedad de tener razón

Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.

Vivimos en una sociedad muy polarizada, con ideas que se han ido radicalizando progresivamente en todo el mundo, desde el punto de vista político y social. Es una enfermedad global. Personalmente, considero que la búsqueda compulsiva de reafirmación a través de las ideas es una forma de enfermedad, cuando se convierte en mero posicionamiento.

«Adoptar una posición inamovible con respecto a cualquier tema es además peligrosamente contagioso. Cuando me posiciono, dejo de colocarme en una actitud receptiva hacia otras ideas y adopto una posición casi ofensiva, obligando a mi interlocutor a hacer lo propio».

Cuando defendemos nuestros argumentos, desafiando a otras personas, contagiamos nuestras emociones negativas surgidas de un temor compulsivo a no tener razón y provocamos la reacción de otras personas que se sienten impulsadas a posicionarse igualmente en un intento de denotar superioridad. Las personas cargadas de razón expresan a veces una gran agresividad y provocan que el otro adopte una posición defensiva, contagiándose de esas mismas emociones negativas. El resultado no será satisfactorio ni constructivo y el conflicto está asegurado.

¿Por qué queremos tener razón?

Lo que ocurre cuando nos atrincheramos en nuestras tesis y pretendemos tener razón a toda costa, como si la vida nos fuera en ello, es que estamos intentando salvaguardar nuestra individualidad, en realidad es sólo una cuestión de ego.

Si nos detenemos a analizarlo, nos daremos cuenta de que los posicionamientos denotan una absurda necesidad de mostrar superioridad y para ello es necesario que la otra persona o situación estén en el error y así logremos salir triunfantes.

Me dirás que, de todos modos, no hay duda de que los hechos objetivos existen.

Cuando decimos que el mes de agosto es más caluroso que el de enero, es obvio que se trata de un dato objetivo y que si alguien lo niega no tiene razón. Sin embargo, dependerá del lugar en el que se desarrolle esta conversación, porque será así indudablemente si estamos en España, pero no si estamos en Argentina, donde la afirmación razonablemente objetiva será justo la contraria.

«Y esta es la cuestión a la que quiero llegar: las verdades no son absolutas y cada cual tiene SU verdad, no existe LA verdad. Por eso no es muy lógico atrincherarse tontamente en posicionamientos que sólo enfrentan la verdad de una persona contra la de la otra. En otras palabras, aunque pienses que estás en posesión de la verdad, casi seguro que la verdad es algo que se encuentra a caballo entre tu tesis y la de tu interlocutor».

¿Cómo se fabrican las distintas opiniones?

Evidentemente las opiniones nacen de las creencias que nos inculcaron de pequeños, pero eventualmente solemos también posicionarnos en cuestiones que nuestros padres no llegaron a conocer, por eso es falso que todas las opiniones nacen de nuestras creencias, porque algunas nacen de nuestra naturaleza instintiva.

Supongamos que estoy haciendo una afirmación: “el teletrabajo es una estrategia muy ventajosa para los empleados”.

Parece que objetivamente es cierta, ¿verdad?.

Voy a ponerte un ejemplo de opiniones contradictorias sobre algo en lo que no tenemos una creencia de base que determine nuestra opinión.

Déjame decirte que todos nosotros tenemos diferentes tipos de personalidad que generan diferentes “egos” en la etapa adulta. Una primera clasificación de los egos de la gente estaría relacionada con sus estilos instintivos: conservación, social y transmisor.

Una persona con estilo instintivo conservación suele ser alguien muy casero, que le encanta disfrutar el fin de semana en su casa, por ejemplo cocinando. Son esas personas que suelen tener llena la nevera y el congelador y que tienden a conservarse, es decir, a no invertir sus energías en salir y relacionarse o en influir y transmitir a otros, son más apegados a la familia y a sus cosas. Evidentemente, éstos están encantados con el teletrabajo y suscribirán la afirmación sobre sus ventajas sin dudar.

Sin embargo, una persona con estilo instintivo social o transmisor, no estarán tan convencidos de que el teletrabajo sea algo ventajoso.

A todos nos gusta la flexibilidad, que duda cabe, pero una persona con instinto social necesita estar en contacto con otras personas. Si tiene que elegir entre comer en casa o comer fuera con gente interesante, no lo dudará, aunque quizá comería más sano y barato en casa, simplemente porque el valor de una comida para él o ella está en compartir el tiempo con otras personas y no estrictamente en la calidad de la comida. ¿Te das cuenta de que alguien así no ve demasiado ventajoso trabajar en remoto de manera permanente?. Seguro que le parece estupendo no madrugar tanto el lunes, pero el miércoles estará harto de no poder tomar un café con los compañeros y comunicarse con ellas. Un social verá indudables problemas de comunicación a causa del teletrabajo. Y hablamos de que realmente lo siente así: “el teletrabajo acaba con la comunicación y la confianza con los compañeros” sería el lema de un social.

A las personas con instinto transmisor también les gusta estar en grupos con otras personas, pero no integrados como uno más. A los transmisores les gusta destacar, en realidad no lo eligen, simplemente son así, no pueden evitarlo.

Este tipo instintivo estará frontalmente en contra del teletrabajo porque su instinto natural es influir, inspirar e impactar sobre otras personas y teletrabajando es posible mantener una conversación informal, algo que incluso podría satisfacer al social, pero no al transmisor. En remoto no es posible causar un verdadero impacto, que es lo que instintivamente busca el transmisor.

De manera que si tu afirmas en una comida en la que hay un conservación, un social y un transmisor algo supuestamente objetivo como que el teletrabajo es una estrategia muy ventajosa para el empleado, vas a recibir la opinión contraria de tres personas que están completamente seguras, porque lo sienten, de que tienen razón. El conservación estará convencido de lo mejor es trabajar en remoto, el social abogará por un estilo híbrido y el transmisor probablemente creerá en la presencialidad. Y no van a entender que el otro no vea la realidad tan clara como ellos la ven e incluso sospechen que las otras personas sentadas a la mesa dicen algo que saben que no es cierto por propio interés. Pues bien, no es así. Llevado al extremo, en un contexto más complejo las personas pueden llegar a atrincherarse en una idea que ven como claramente cierta con una necesidad compulsiva de que su ego sea reafirmado. Algo claramente inútil, ¿no te parece?

Cada persona tiene, no sólo un estilo instintivo, tiene además un estilo de personalidad y un aprendizaje vital que le ha dotado de un sistema de creencias. Creencias, estilo instintivo y personalidad en su conjunto actúan como unas gafas personales con las que interpretar la realidad. Eso se traduce en una combinatoria complicada que multiplica las certezas que todos tenemos a la hora de opinar sobre cualquier tema. Todas y cada una de esas opiniones son LA verdad para cada uno de nosotros.

Considero que en un encuentro de ideas legítimo con otras personas es necesario exponer (no tanto defender) nuestras opiniones, que están sirviendo probablemente a necesidades que queremos cubrir. Sin embargo, solemos enfrascarnos habitualmente en tontas discusiones por posicionamiento (defendiendo ideas como en una contienda). En este tipo de confrontaciones, necesitamos tener razón, simplemente para ganar la supuesta confrontación y dejar intacto nuestro ego.

«Lo que quiero transmitir es que simplemente NO EXISTE LA VERDAD sino la suma de los puntos de vista (las verdades) de todas las personas que opinan».

Y por eso, la actitud del posicionamiento no sirve realmente para nada, sólo es útil aceptar el punto de vista del otro para intentar encontrar algo parecido a LA VERDAD haciendo una “media” con las ideas de todos. Si este artículo sirve para que comiences a sospechar que tus ideas de toda la vida pueden no corresponderse exactamente con la realidad, habrá merecido la pena que lo leas.

En un mundo polarizado, con ideas beligerantes y enfrentadas, estamos restándonos en nuestro avance global cuando adoptamos actitudes de posicionamiento. Sería más interesante sumar las inteligencias de todos para avanzar, integrando todas nuestras ideas para conseguir acercarnos así a LA VERDAD, que no puede ser más que la suma de todas las verdades individuales.

Coméntame tus opiniones en info@emotionhr.com.