Miedo al compromiso

Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.

Sabemos que el miedo es un elemento crucial en nuestra vida. Un miedo sano nos advierte de peligros reales y hace que tomemos las medidas adecuadas.

Pero muchas veces, lo que nos invaden son miedos irracionales; miedos que nos impiden llevar una vida saludable, tanto desde el punto de vista de salud física, como emocional.

«Actualmente, en este mundo hipercomunicado, muchas personas presentan miedo a las relaciones con los demás».

Un hecho constatable, es que las consultas de psicología están llenas de personas que presentan miedos, o sufren las consecuencias de los miedos e inseguridades de quienes les rodean.

Pero hoy, hay un miedo que cada vez se dispara más, que puede afectar a todos los ámbitos de la población, y que se extiende de forma tan rápida como preocupante: El llamado miedo al compromiso.

¿Quiénes presentan miedo al compromiso?

Las personas que no terminan de asumir situaciones que impliquen determinadas obligaciones o responsabilidades en su vida.

«El abanico es muy amplio; aquí tendríamos también a las personas inseguras, con poca confianza en sí mismas, que ante el miedo al fracaso optan por no comprometerse».

Pero también tendríamos a personas egoístas, o poco generosas. Estas personas, en cuanto piensan que esos compromisos les pueden condicionar algunas áreas de su vida, o que pueden perder cierta libertad o prebendas que ahora tienen, optan por eludir responsabilidades y no afrontar los compromisos que les están pidiendo. Estas personas egoístas, quieren quedarse sólo con lo mejor; es decir, quieren disfrutar de todo, pero sin ningún esfuerzo o sacrificio por su parte.

¿Cuál es el origen y a qué ámbitos afecta?

La raíz puede ser múltiple: miedo a no satisfacer las expectativas de los demás, inseguridad personal, nivel de autoexigencia muy bajo o demasiado alto, hábitos poco saludables –personas que se han acostumbrado a que los demás les resuelvan todo o les exijan muy poco, personas con cambios frecuentes en el estado de ánimo; es decir, con poca estabilidad emocional, personas inflexibles…

«Los compromisos pueden estar relacionados con cualquier ámbito de la vida: desde los más superficiales a los más profundos».

¿Cómo se manifiesta el miedo al compromiso en las diferentes edades?

Los niños pueden presentar conductas que enmascaran el auténtico problema. Muchos padres se desesperan al ver que sus hijos no son capaces de asumir las responsabilidades de su día a día; por ejemplo, en su nivel de autonomía, cuidado e higiene personal, falta de implicación y esfuerzo en sus actividades escolares…

Los adolescentes pueden mostrar una actitud muy apática o muy desafiante. Se pueden quedar bloqueados a la hora de asumir compromisos, pero con frecuencia adoptan conductas de agresividad o provocación, que esconden su carencia de control emocional o la ausencia de confianza en sus posibilidades.

Los jóvenes a veces muestran una especie de “huida hacia adelante”, que enmascara su inmadurez. Pueden mentir para eludir las consecuencias de su falta de compromiso; por ejemplo, en los estudios, en el trabajo… Son las típicas personas que, en muchos caso, alargan su etapa de estudiantes, porque están eludiendo el compromiso de intentar incorporarse al mercado laboral. O ya en su actividad profesional, en el trabajo, a la mínima dificultad renuncian a esforzarse, no se responsabilizan de sus carencias, no responden a sus nuevos retos y cometidos profesionales y rápidamente buscan excusas para no asumir sus nuevos compromisos.

Cómo actúan los adultos que tienen falta de compromiso

Los adultos pueden mostrar esa falta de compromiso en su día a día, o también en aspectos muy concretos:

  • Compromisos a nivel de pareja: Todo va bien hasta que les dicen que hay que dar un paso adelante y casarse, o irse a vivir juntos, o compartir determinados gastos…
  • Compromiso a la hora de tener o no tener hijos. Hay muchos adultos que deciden no tener hijos, lo cual es una opción muy respetable, pero será algo que tengan que consensuar con su pareja y dejar muy claro desde el principio de la relación. Por otra parte, hay adultos que aparentemente no muestran ningún obstáculo para tener hijos, pero el problema viene cuando los tienen, pues después no asumen los compromisos que implica la crianza y educación de los hijos; y además se quejan de que su vida ha cambiado mucho.
  • Compromiso después de una separación: Es frecuente que después de una separación alguno de los miembros de la pareja no asuma la nueva situación, a nivel económico, cuidado y atención de hijos, responsabilidades…
  • Compromiso en el trabajo: Personas que no quieren asumir determinadas funciones o puestos de responsabilidad o, simplemente, que hacen dejación de sus cometidos, no terminan su trabajo, no acaban a tiempo lo que les piden…
  • Compromiso con los padres, familia, amigos… Hay personas que no se responsabilizan del funcionamiento de la dinámica familiar, se desentienden del cuidado de las personas mayores, del cuidado de los pequeños, del cuidado de la familia…
  • Compromisos en la convivencia: Personas que eluden sus responsabilidades y descargan las funciones en los otros. Son las típicas personas que deben pensar que las tareas se hacen solas.

Cómo debemos actuar con las personas que presentan falta de compromiso

Un punto crucial será motivar a estas personas hacia ese cambio, pues les resultará complicado modificar un hábito que tienen tan arraigado. Pero, con frecuencia, el impulso definitivo para cambiar sólo se activará cuando su conducta de falta de compromiso conlleve para en esas personas consecuencias no deseables en áreas de su vida que les importan mucho.

A veces, sólo cuando ven que pierden algo que les importa, es cuando reaccionan.

«Lo que está claro es que no debemos tratar igual a las personas que asumen sus responsabilidades, que aquellas que siempre se las apañan para vivir a su aire y eludir sus compromisos».

Reflexión Final  (Sobre la inmadurez que presentan muchas personas y que eluden tomar compromisos):

Hay personas que deforman e interpretan mal la realidad, para no asumir las consecuencias de sus acciones. Muestran inseguridad, no escuchan, y se niegan a profundizar en la raíz de sus pensamientos y en el origen de sus emociones. No puedes ayudar a quien no quiere ver la verdad.