¿Qué hemos aprendido del COVID-19?

Por Guillermo Taboada Martínez, Socio del World Happiness Fest.

«Cosas tan sencillas como visitar a tus familiares, reunirte con tus amigos, compartir un buen vino, darse un abrazo…son todo un lujo».

La “antifragilidad” acuñada por Nassim Nicholas Thaleb para expresar una condición opuesta a la fragilidad. Frágil, es todo aquello que se rompe o se quiebra si se le aplican fuerzas o golpes. Sin embargo, las personas o las organizaciones son “antifrágiles” si consiguen emplear a su favor la fuerza de un golpe externo o de un trauma. No es como la resiliencia, que recupera el estado original, sino que va más allá. Se trata de una forma de ver, entender y enfrentar las situaciones complicadas y sus efectos en las personas y organizaciones para recuperarse, desarrollarse y crecer a pesar de los problemas.

Rescato este interesante concepto porque lo considero necesario para afrontar estos momentos difíciles que estamos atravesando, generados por el COVID-19. El coronavirus está ocasionando un auténtico drama, no solo por los miles de personas que han muerto y por las consecuencias que va a dejar en la economía global, sino también porque vivimos en un mundo carente de líderes capaces de gestionar y crear esperanza en nuevos escenarios. Necesitamos líderes que nos aporten una visión amplia de la situación y que generen una atmósfera que motive a las personas a ir un “paso más allá”, para provocar un incremento y mejora de la energía positiva personal y, sobre todo, en la emoción colectiva.

«Cuando pregunto a mis allegados, ¿creéis que el COVID-19 va a cambiar el mundo en el que vivimos?, el 90% me contesta que no, que una vez que pase, volveremos a ser iguales. La verdad es que me quedo perplejo de estas respuestas, no sé si por mi ingenuidad, o porque en estos meses de profunda reflexión me he dado cuenta de que estamos ante un cambio profundo y paradigmático de la sociedad».

Desde el año 2001, en el que encontré en la tecnología un gran aliado para procesar importantes volúmenes de información, no he parado de buscar, de formarme y de utilizar como base de mis proyectos todo tipo de tecnologías. He sido siempre un “evangelizador” de su utilización para conseguir una mayor productividad y mejorar la conexión entre las personas. Sin embargo, he podido observar atónito que en solo OCHO semanas el mundo avanzó más en el uso de las tecnologías digitales que en los últimos 20 años, curioso, ¿no?

También he podido observar que cosas tan sencillas como visitar a tus familiares, reunirte con tus amigos, compartir un buen vino, darse un abrazo…son todo un lujo. Ni que decir tiene que hemos podido ver los canales de Venecia con el agua limpia, el cielo de Madrid azul cristalino, entre otras muchas cuestiones medioambientales. Hemos comprobado cómo ante la muerte de un ser querido, ni siquiera le hemos podido despedir, ni compartir el duelo con los familiares,…y eso que contamos con una tecnología digital que permite realizarlo de forma virtual.

Ni que decir tiene que profesionales no valorados adecuadamente antes de la pandemia, son los que nos han salvado la vida, los que nos han prestado unos servicios imprescindibles y todo con una valentía incuestionable, por ello, les envío mi más sincero reconocimiento a todos ellos.

Estas reflexiones son las que me llevan a pensar que el mundo pospandemia va a ser distinto, que las personas vamos a cambiar nuestros principales hábitos y que van a surgir nuevos liderazgos que orienten el cambio paradigmático al que nos enfrentamos. Es un buen momento para reflexionar, para reinventarse con principios, para utilizar la tecnología digital, para ser más productivos e intercambiar conocimiento en cualquier parte del mundo, para ser más humanos, más curiosos, para respetar el planeta en el que vivimos, para colaborar, para obtener sinergias, para valorar adecuadamente a todos los profesionales que componen nuestra estructura social, para ser más solidarios…para poder abrazarnos sin que sea un lujo.

Tenemos todos los pinceles para pintar un nuevo cuadro, vivimos en una sociedad llena de posibilidades, de herramientas, de emociones y de personas con voluntad para ayudarnos a construir un mundo mejor, una sociedad en la que valores, principios y los buenos propósitos tengan un papel predominante.

«He tenido la suerte de formar parte del equipo que, en este año de pandemia, hemos organizado el WORLD HAPPINESS FEST de forma digital, para llevar un mensaje de esperanza y optimismo al mundo desde +80 ciudades diferentes y con más de 250 líderes de opinión que aportaron una amplia visión policéntrica y positiva.

También tengo el honor de participar en un proyecto como RED MUNDO ATLÁNTICO, ecosistema innovador para los negocios en el Eje Atlántico, que ha sido creado por empresarios españoles y la Asociación Empresarial de Portugal. Estos dos proyectos son ejemplos claros de que el mundo está cambiando y que después de la pandemia vamos a tener un florecimiento espectacular».

Seamos proactivos, no nos quedemos quietos, tengamos gratitud, innovemos, utilicemos la tecnología digital para ser más productivos y tener una comunicación global, colaboremos para ser más fuertes…en definitiva vayamos a un mundo mejor, porque “Cuando creíamos tener todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas” Mario Benedetti

«Hemos aprendido que las cosas sencillas y la gente humilde son los auténticos lujos de la vida».