Resistencia o Rendición: Dos estrategias para enfrentar conflictos

Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión

El célebre director de cine del siglo XX Ingmar Bergman dijo una frase que ya es célebre “la vida es una ininterrumpida e intermitente sucesión de problemas que sólo se agotan con la muerte”. He escuchado y leído esta frase en varias ocasiones expresada de distintas formas, como la de Maggie Smith en la famosa serie Downton Abbey “la vida es una sucesión de problemas a resolver”. Aunque más constructiva, deja claro el mismo trasfondo amargo. ¿Tú también crees que este mundo es un valle de lágrimas al que hemos venido a sufrir?. Si esa es tu actitud, te estás centrando en el problema y no en la solución.

Es verdad que en ocasiones los problemas son complejos y es difícil encontrar una solución sencilla, por eso te voy a explicar mi punto de vista sobre como enfrentar conflictos.

Cuando estamos ante un conflicto con otras personas existen dos formas de gestionarlo: luchar o rendirte. Estoy segura de que acabas de elegir mentalmente la primera opción como la idónea porque entiendes que rendirte no es una opción. Por eso voy a explicarte a donde te llevan ambos caminos para que decidas qué es lo que harás en el futuro.

«Cuando estamos ante un conflicto con otras personas existen dos formas de gestionarlo: luchar o rendirte».

La Lucha

Me invento un problema tristemente común: alguien te tiene envidia por un logro personal o simplemente porque brillas más que él o ella y entráis en una situación de conflicto.

Comienzo señalando que la envidia es una de las emociones más dañinas de cuantas existen. Es una pasión que empuja a la gente a hacer cosas terribles porque quien sufre envidia no es capaz de controlarla y es el germen de conductas como el bulling.

Desde luego, la persona envidiada en conflicto abierto con el envidioso sufre de forma infinita porque lo que busca quien le envidia es hacerle daño sin más, para tener un instante de engañoso disfrute. Al enfrentarte a las zancadillas del que envidia, no puedes evitar resistirte a sufrir su comportamiento manifiestamente injusto (difamación, mentiras, descalificaciones, etc.) y automáticamente te pones en modo defensa. Este modo defensa implica devolver el ataque para mantener a flote tu ego.

Sin embargo, esto no suele detener a quien te envidia, fomenta más una lucha que existe porque para el envidioso, constituyes una amenaza. La bola crecerá y entrareis en una guerra campal, lo que generará en ti sufrimiento, lo que te llevará a expresar quejas y consecuentemente sentirás negatividad e infelicidad. El problema es que, llegados a este punto, seguramente considerarás que no es momento de abandonar y dejar que la persona envidiosa gane la guerra.

Sin embargo, ¿te das cuenta de que realmente ya la ha ganado? Buscaba vengarse por tu aspecto, tu suerte, tu brillo y lo ha conseguido porque te ha sumido en la infelicidad.

«La envidia es una de las emociones más dañinas de cuantas existen«.

La Rendición

Te ofrezco una solución alternativa siguiendo con el mismo ejemplo, que consiste básicamente en no seguirle el juego al envidioso, no reaccionar a sus manipulaciones: la rendición.

Entiendo que pensarás que rendirse equivale a traicionarse a uno mismo, a dejarse intimidar, si te rindes y no te defiendes, no te ayudas. Estoy de acuerdo contigo, si entiendes la rendición como una forma pasiva de respuesta. Yo te voy a pedir que actúes, pero de otra forma. Si quieres que las cosas cambien, haz algo distinto.

Para empezar, estudia a la persona que te envidia, date cuenta de que se siente así porque te ve como una amenaza. Si te das cuenta, en el fondo está reconociendo tu valía. Se consciente de que el problema no es problema, el problema son tus pensamientos alrededor del problema. Son esos pensamientos los que provocan emociones negativas y sufrimiento, por eso te pido que veas que quien envidia en realidad es alguien que te valora tanto que necesita apagarte para poder brillar, ese cambio hacia una forma diferente de pensar suavizará tus propios sentimientos.

Y desde ese cambio de forma de pensar se producirán cambios afuera. Porque, hazme caso, existe una forma de cambiar lo de fuera, cambiándote a ti por dentro. ¡¡Esta idea coloca el problema bajo tu control!!

«Estudia a la persona que te envidia, date cuenta de que se siente así porque te ve como una amenaza. Si te das cuenta, en el fondo está reconociendo tu valía».

Te ofrezco una serie de pasos que puedes transitar en el camino del cambio interior:

Primer paso. Autoestima. Se consciente de que tienes algo muy apreciado que hace que otras personas sientan envidia, si no esta persona no intentaría zancadillearte, serías invisible para él o ella. El problema es suyo, no tuyo.

Segundo paso. Aceptación. Acepta que no puedes hacer nada para que esa persona deje de sentirse en lucha contigo y percíbela como alguien que se siente inferior y que necesita hundirte para ganar valor. En el fondo se trata de hacer las paces con la situación y dejar de estar en lucha. Automáticamente el conflicto desaparece en gran parte, ¿te das cuenta?.

Tercer paso. No reaccionar. Como consecuencia, no entres en respuestas emocionales ante sus provocaciones que solo alimentan la espiral de rencor, una espiral en la que le haces el juego a quien pretende hacerte infeliz. Cuando comiences a no reaccionar, te darás cuenta enseguida de que el que envidia se sentirá ganador y disminuirá su resistencia hacia ti. Así, irás ganando en tranquilidad y sensación de paz.

Sin embargo, la opción de la rendición no se queda aquí. Rendirse consiste en ganar tranquilidad, pero también en actuar con consciencia desde este nuevo estado.

Cuarto paso. Me centro en mí. En lugar de desgastarme en luchas estériles que solo producirán más resentimiento, me centro en continuar brillando, hacer bien mi trabajo o aquello que causó la envidia, tienes que seguir aumentando tus logros y sobresalir por tu valía. Me centro en mí, donde se encuentra mi único poder para continuar dando a conocer mi valía.

Quinto paso. Oportunidades. Aprovecho cualquier oportunidad para seguir siempre adelante y por el camino e ignoro todo lo que puedo sus manipulaciones, sus reacciones, sus intentos de hundirme.

En definitiva, No me resisto, no malgasto energía en la lucha, me cuido para eliminar la negatividad en mí y Continúo demostrando mi valia, esa valía que provocó la envidia.

«No me resisto, no malgasto energía en la lucha, me cuido para eliminar la negatividad en mí y Continúo demostrando mi valia, esa valía que provocó la envidia».

Como dijo Napoleón “la envidia es una declaración de inferioridad”. Y como dijo también aquel “el tiempo pone a todos en su sitio

Ante un conflicto, practica la rendición, acepta la situación, actúa sin reaccionar y continúa brillando.

Si quieres contarme tu caso, escríbeme a emayor@emotionhr.com